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- Necesito que llegue el momento y que todo salga bien - dijo Manolo nervioso andando por la celda, no entrenaron durante estos días para evitar lesiones así que tenían mucho tiempo libre y eso no ayudaba.

- Lo sé, yo también, no podemos fallar, es nuestra última oportunidad - ambos habían estudiado su función en el plan y eran conscientes de que si uno fallaba caerían todos, así que la presión era aún mayor.

- Mañana pasará lo que tenga que pasar, intentemos descansar - ambos se miraron y asintieron, tumbándose en sus respectivas camas e intentando dormir las máximas horas posibles.

El día había llegado, la tensión se notaba en la celda, tras el desayuno cada uno se dirigió a su trabajo donde estuvieron hasta la hora de la comida, momento en el cual se dirigieron al comedor poniendo en marcha el plan.

Manolo es el que debía iniciar todo, siempre se le dió bien crear pequeñas revueltas, pero esta vez era algo más grande, más difícil. Se puso en pie y empezó a hablar en cuanto el cambio de guardia se produjo y había pasado el tiempo suficiente para que los otros guardias se hubieran ido.

- Esta comida es una mierda, somos personas, no perros y por ello deberían tratarnos como tal, dudo que este pase ni siquiera los controles de calidad, pero la culpa no es de ellos, es nuestra por permitirlo - dió un golpe en la mesa y se empezaron a escuchar cuchicheos dando la razón a Manolo, lo estaba consiguiendo - ¿como podemos mostrar esta indiferencia al respecto? Nos tienen miedo, somos peligrosos y no estamos aprovechando nada de eso, es hora de que exijamos lo que nos merecemos - gritó la última frase y eso hizo reaccionar al resto, los guardias se acercaron intentando llevárselo pero Greco y alguno de los hombres de Armando comenzaron a golpear a los guardias evitándolo, provocando que la revuelta empezara y los presos se revelaran contra los guardias.

La locura se adueñó del lugar y ahora era el turno de Greco, necesitaba la pistola de uno de los guardias, pero había decenas de presos abalanzándose sobre estos quitando sus armas, intentaba acercarse a alguno de ellos pero cuando lo conseguía ya había algún otro preso que tenía la pistola.

- Joder - masculló desesperado intentando salir del bullicio de gente, al lograrlo se acercó a la barra donde servían la comida apoyándose en esta para coger algo de aire y entonces lo vio, un pequeño movimiento tras la barra, se acercó lentamente y vió a uno de los nuevos guardias, no era más que un joven de unos veinte años que temblaba sujetando su arma, al notar la presencia de Greco le apuntó aún temblando.

- N-no te acerques más - incluso su voz temblaba.

- Dame el arma y no te pasará nada - el chico negó con la cabeza provocando un resoplido de Greco ya que tenía prisa - ¿crees que dispararme servirá de algo? Hay cientos de presos aquí, no tienes balas para todos y solo conseguirás llamar su atención si disparas - las palabras parecían tener efecto en él ya que bajó el arma durante un segundo pensando en ello y el moreno no dudó en aprovechar ese instante para lanzarse contra él y quitarle la pistola, dando por último un codazo en su cara dejándolo inconsciente antes de salir de la barra.

- Rápido, a la sala de cámaras - dijo Armando apareciendo a su lado y sacando un llavero del bolsillo de unos de los guardias.

- Vamos - ambos salieron hacia la sala de seguridad, era el punto clave de todo eso, llegar allí antes de que la señal de alarma se diera, habían pasado unos 5 minutos, según lo que sabían de la administración de la cárcel, en este tiempo mandarían refuerzos pero aún no avisarían a ningún organismo externo así que debían llegar antes de eso, necesitaban ganar tiempo para llegar hasta Gus.

Armando empezó a probar llaves hasta dar con la correcta.

- Bingo - abrió la puerta y Greco entró con el arma cogiendo a uno de los dos guardias de la sala como rehén.

- Levanta las manos y apártate de la mesa o tu compañero no sale vivo de esta - nunca había hecho algo así, no le gustaba ver el terror en la cara de los otros ante sus acciones, él no era un criminal o al menos no lo era antes de entrar a la prisión, pero tenía que rescatar a Gus y haría lo que hiciera falta para eso.

El guardia no se movió a pesar de la situación, así que esta vez fue Armando el que habló.

- ¿Sabes algo? Mi labor favorita en la mafia siempre fue la tortura de los rehenes, me encantan sus gritos, sus súplicas, experimentar en ellos y probar nuevas torturas - rió de una forma que a Greco se le pusieron los pelos de punta, ese hombre era un enfermo mental pero lo necesitaba en su equipo - ¿Y sabes otra cosa? Hace mucho tiempo que no puedo torturar a alguien, así que te aseguro que me recrearé contigo en cuanto te cojamos si no obedeces ahora mismo - no hizo falta más para que el guardia obedeciera y se alejara de las cámaras.

Rápidamente ataron a ambos y los dejaron fuera de esa sala.

- Abre todas las celdas, Greco, venga rápido - ambos empezaron a pulsar los botones de cada sección aunque el moreno buscaba una zona en concreto, empezando a ponerse nervioso al ver que no estaba en el panel.

- No está, Armando no está joder - dijo empezando a agobiarse.

- ¿Qué esperabas? ¿Que fuera tan fácil salvar a tu novio? La sección donde se encuentra debe tener su propia sala de seguridad para evitar esto, son los más peligrosos - abrió la puerta de la sala y miró a ambos guardias que aún seguían allí atados, tras unos segundos eligió a uno de ellos - tú te vienes con nosotros - tiró del brazo del hombre y lo puso en pie.

- ¿Qué vas a hacer Armando? - Greco no se fiaba demasiado del contrario y tampoco quería ser participe de una de las torturas de este.

- ¿Qué crees que hago? Buscar la forma de salvar a tu dama en apuros - dijo mirándolo mientras andaba hacia su propia celda.

Una vez en esta, empezó a sacar algunas armas improvisadas que tenía escondidas por las celdas.

- A ver, esto es muy sencillo, o nos dices como accedemos al corredor de la muerte, o te torturo hasta que me aburra y te aseguro que soy muy fácil de entretener - dijo mientras sentaba al guardia en medio de la celda, el cuál empezaba a temblar del miedo.

- Y-yo no se, no se nada, por favor - empezó a sollozar asustado.

- Oh, claro que sabes, te voy a ayudar a recordar - se acercó al hombre con una de sus sonrisas siniestras y tras sujetar su mano izquierda, partió uno de sus dedos.

Greco apartó la mirada asqueado al ver la situación, sintiendo un escalofrío ante el grito de dolor del guardia, era la segunda vez en toda su estancia en prisión donde era consciente del tipo de persona con el que convivía y agradeció tener a Gus de su lado porque con todas las veces que Armando y él habían tenido problemas, podría haberle hecho lo mismo o incluso algo peor de lo que estaba haciendo a aquél hombre.

- EL ALCAIDE ES EL QUE TIENE LA LLAVE - gritó sollozando aún por el dolor.

- ¿Cómo va a tenerla solo él? - dijo Armando sin creerle preparándose para partirle otro dedo.

- Es así, lo juro, cu-cuando se activa el protocolo ante una revuelta, esa zona queda ce-cerrada hasta que todo se calma, y la única llave que pe-permite abrirla la tiene el alcaide - explicó nervioso sin dejar de mirar las manos de Armando sobre su dedo.

- Muy bien, ¿ves como sí sabías? - volvió a sonreírle de aquella forma y dió un par de palmaditas en su cara, el guardia asintió tranquilizándose pero entonces Armando le partió el siguiente dedo.

- No era necesario - dijo Greco serio y molesto por aquello.

- Eso lo decidiré yo, ahora ya has escuchado, ya sabes a donde ir - le lanzó el manojo de llaves, el cuál Greco cogio en el aire.

- ¿No vas a venir?

- No, quiero jugar un rato más con él - señaló al guardia.

- No por favor, no me hagas nada más - empezó a llorar de nuevo presa del pánico y del dolor.

Greco no estaba de acuerdo con eso pero no podía perder el tiempo y tampoco podía pelear con Armando por ello, así que se limitó a asentir de mala ganas y salir de allí.

- NO, POR FAVOR NO ME DEJES CON ÉL, TE LO SUPLICO, TENGO FAMILIA - escuchar a aquel guardia suplicarle por su vida y saber que no iba a hacer nada para ayudarlo, le hizo sentirse un monstruo, pero se limitó a acelerar el paso para dejar de escuchar los gritos que otra vez se volvían de dolor por la tortura que le infligía Armando.

La Cárcel - Grecabo (SpainRP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora