Una probadita de humanidad...
- ¿Durmiendo tú, hijo? - rió dulcemente aquella imagen femenina que hizo acto de presencia.
- Señora mía ¿En qué puedo servirle?- inclinó su cabeza en señal de respeto.
No sé trataba de nadie más que de Mictecacíhualt, señora y esposa de Mictlantecutli. Dioses de la muerte, encargados de abrir las puertas del otro mundo, permitiendo el pasó a las almas.
Extendió su mano huesuda, para recibir el gesto de caballerosidad por parte del Charro, este correspondió depositando un suave beso.
- Siempre tan servicial que has de ser tú charrito. - su voz un consuelo, su presencia tan grata y reconfortante.
Una mujer de huesos que brillaban a la luz de la luna, un hermoso vestido bordado decorado con muchas flores y cráneos, en su cabello un penacho hecho a base de plumas de diferentes colores y sin hacer falta las hermosas flores de cempasuchil, adoraba también cargar sus joyas y abalorios.
El Charro no tardó en poner el sarape que lo cubría del frío sobre una piedra para que la mujer se sentará. Tomó su mano ayudándola a caminar por el paso un tanto desnivelado, temiendo estropear su caminar. Cuando al fin se puso cómoda, lo miró como si esperará alguna confesión por parte del hombre. De alguna manera le intimidaba su presencia, podría deberse a quien era o mujer de quien era.
- ¿Y que andas buscando, Charrito?- con un golpecito lo invitaba a sentarse -¿Cómo era que te llamabas?, como nada más te dicen "Charro" ya hasta se me olvidó - sus palabras terminaron con una dulce risita. Era muy buena para ser quien era.
- Alejandro del Castillo Montenegro... Ilhuícatl Tetlalíloc - pausó tanto el último nombre, como si no hubiera podido recordarlo.
La mujer se dió cuenta de esto y entendió. Pasar siglos con una etiqueta, sin ninguna posibilidad de cambiarla. Y es qué de que manera le preguntas a la oscuridad su nombre, sobre todo si su trabajo es arrancarte el alma, hacerte pagar por tus errores y pecados, ambiciones y deseos más bajos. No existe manera alguna.
La bella deidad repitió la pregunta, "¿Qué era lo que buscaba?". Pasaba tanto tiempo en el otro mundo, cumpliendo su deber de recibir almas, que era imposible un respiro. Por eso aprovechaba la noche de Día de muertos y como una pequeña niña salía a curiosear al mundo humano, esto siendo posible gracias a chamanes que realizaban ritos invitándola a este plano terrenal.
- Ando cuidando a la chamaca que traerá a mi sucesor, señora mía - En la cara de la mujer se dibujó un gesto de impresión acompañado de ese sonidito que hacemos todos cuando recibimos una grata noticia.
Compartiendo su felicidad, le deseo mucha suerte y le otorgó una bendición. Aunque casi no interactuaban, ella siempre observaba su trabajo y su estilo de vida desde el otro lado, humilde y justo. Algo que recibía mucha admiración de su parte, lamentándose por el duro juzgar del humano hacía él.
Pasaron horas platicando de diversas temas, la Diosa alimentándose del conocimiento del hombre, preguntando cosas cual chiquilla a su padre. El Charro no haciendo más que explicarle con gusto, pues por primera vez fue tratado con decencia, un sentimiento que no había pasado ya hacía tanto tiempo.
Pero el momento de la mujer de volver a sus deberes llegó, ya casi siendo hora de las almas de regresar al otro lado y su trabajo era guiarlas para que éstas no quedarán por accidente en el mundo vivo.
Se levantó y le ofreció al hombre una de sus más hermosas sonrisas, agradeció tanto por la charla y la paciencia para aclarar todas sus curiosidades. El Charro en gesto amable, se quitó una de sus medallas que de vez en cuando portaba en su traje, está teniendo la forma de un sombrero de charro, hecha de oro y plata. Extendió su mano e hizo una reverencia, entregándole el presente, la mujer lo tomó y lo pego a su pecho, tan agradecida.
- ¿Ves que te digo, charrito? Tú siempre tan servicial. Pues aquí también tienes mi regalo- la muerte le extendió su mano huesuda, en ella un grano de cacao. Un gesto de confusión por parte del hombre se hizo presente, pero sin atreverse a rechazarlo. Está demás decir que sería una horrible grosería.
-No hagas esa cara. Guárdala en tu bolsillo, después de tres días verás cuanto te servirá. - tomó la mano del hombre y la colocó para después cerrarla.
- No, no me mal intérprete, es que me agarra desprevenido. Le agradezco tanto señora mía. - se dejó notar un poco de nerviosismo en su habla.
- Ay charrito, tu siempre tan tierno. Me acuerdo cuando eras apenas un tecolotito. Ahora ya me dices "Señora" - su risilla haciéndose presente una vez más.
-¿No le dirás a mi marido que anduve flojeando, verdad?-
-¡No mi señora! Prefiero morir- sonó determinante.
- Está bueno mi charrito, espero verte lo más pronto posible. Portate bien y no andes de cusco... Que ya pronto tendrás lo que tanto has buscado.- Ante tal oración, el Charro dejó salir una carcajada que lo hizo ignorar lo último dicho.
Antes de caminar hacía su propio portal, la mujer pausó para unas últimas palabras.
- Ve tras eso que has estado esperando. Deja que tú corazón te guíe y no te sueltes... Ve por tu destino.- Y con una última sonrisa, desapareció dejando un gran rastro de pétalos de cempasuchil.
- Claro que sí... Señora mía - resintió un poco su ausencia en el silencio del cerro. Preguntándose cuando sería la próxima vez que alguien lo trataría como... Una persona.
El grano de cacao seguía en su mano, lo miró unos pocos segundos para después guárdala en su bolsillo como se le aconsejo.
Su don habló, alguien lo llamaba e iría al instante. Subió a Tunich y su galopar comenzó.
Pasado en tiempo, llegó por fin a su destino, buscó por todas partes a quien lo había llamado, pero no encontró a nadie. Maldita sea, parecía que alguien le estaba jugando una broma.
Molesto abriría su portal para estar de vuelta en su hacienda, pero un retumbar interrumpió su silbido, proveniente de una enorme casona, su curiosidad pudo más y transformándose en una nube negra se transportó hasta el sitio.
-¡La chamaca!- un desespero formó parte de él.
Toñita San Juan se encontraba en medio de un ritual que una malvada mujer realizaba. Ella y dos niñas más, ya muertas, pero eso no importaba, con que Toñita siguiera aún con su alma lo demás eran tonteras. Entró sin aviso, azotando las puertas de par en par.
En el rostro de la mujer se dibujó una sonrisa de oreja a oreja y casi corría hacía él
-¡Charrito, mi amor!- no recibió más que una bofetada de parte del hombre.-¿Mi amor? Ni madres Carmen, si eso ya pasó. ¿Qué carajo haces?- dejó notar un gesto de desprecio.
La mujer explicaba un plan, uno para volverse inmortal y dominar toda Puebla, mientras se sobaba su mejilla golpeada. El Charro fastidiado de su habla de un sólo grito la dejo en silencio. - Esa chamaca que tienes ahí, es mía.- la mujer estaba confundida, analizaba a la niña que aún se encontraba inconciente.
Celosa quizá o igual molesta porque si la liberaba no podría concluir su rito y tendría que esperar otros cincuenta y dos años para lograr su cometido. Cosa que al hombre no le importó en absoluto, no arriesgaría su descanso por una bruja aferrada y tonta. Con gritos e insultos le ordenó dejarla ir.
- ¡Más te vale no entrometerte en mis planes Carmen, porque te llevo conmigo al infierno!- antes de que la mujer pudiera decir algo más, el Charro desapareció.
Hola!!!
¿Cómo están todos? Yo espero que bien chicos. Bueno aquí hay otra parte, he tenido unos problemitas por eso no había actualizado. Pero no sé preocupen, tengan por seguro que siempre habrá un capítulo nuevo, cada tres o cuatro días.
En fin, espero les guste y dejen su opinión! Pero por favor, no sean tan duros conmigo ✨🦋
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𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐒𝐓𝐈𝐆𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐎
Fanfiction"El capricho del demonio por lo que le fue arrebatado vidas atrás no se hará esperar más. Ha pasado tanto tiempo para tener otra oportunidad y no la soltará. Experiencias que lo harán volver a lo que fue, mucho que volver a aprender" ⚠️ Porfavor lee...