Te das cuenta

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El pasado puede volver...















La desgracia misma en Guanajuato. Los muertos entre los vivos, el orden de las cosas alteradas por completo, la vil terquedad e ignorancia, el egoísmo. De lo que es capaz el hombre con tal de obtener lo que desea, aún si reta a las fuerzas naturales.

Asustado, con el corazón latiendo a mil por hora, sus amigos tras de si, igualmente aterrados. Aquellas criaturas no carecían de velocidad, habilidad o inteligencia, las subestimaron al creer que así sería. Alebrije por accidente había estrellado el globo, llamando su atención, esconderse no era una opción pues todas las calles estaban repletas de ellos. Corrieron a todo lo que sus piernas daban, pero por desgracia se quedaron sin camino, totalmente acorralados.  Teodora y Alebrije no haciendo más que pelar tontamente, alimentando aún más la presión del chico.

En la mente de San Juan ya se dibujaban miles de escenarios donde su cuerpo sería llevado a su hogar, pero, sin vida. Creyó que sería su fin, y por un momento se sintió la persona más estupida, tan sólo era un joven que apenas había podido con dos espectros, ¿En qué momento creyó que podría con casi un pueblo?. Rezó lo más que pudo, pidiendo misericordia a Dios, ser ayudado está vez, pues sentía cómo muerte le tocaba el hombro.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de un cristal rompiéndose, las momias alejándose de ellos en busca de lo que sea que fuera. Su alma volvía a su cuerpo, sintió por un momento que podía volver a respirar. Cuando reaccionó por completo, pudo divisar una sombra que asimilaba su tamaño y que poco a poco se acercaba a ellos.

Por otro lado, en la hacienda del Charro, éste y su pequeño compañero se encontraban en sus labores. La madre Coatlicue interrumpió sus tareas al hacerse presente, ambos desde luego, poniéndose a sus pies. –Hijo mío, sólo he venido a permitirte tu acercamiento a él.–  Después de mucho, el Charro podría estar frente a frente de su sucesor y de alguna manera volvía a sentir cómo la sangre corría por sus venas.
Desde su hogar, el Dios oscuro miraba furioso, odiaba el hecho de casi ya no poder tener influencia en él. Pero era lo que había ganado, al retar a su madre y poner en peligro la mision.

Teodora estaba asombrada de la valentía del joven de nombre Luis, que recientemente les había salvado la vida. Intentaba de todas maneras llamar su atención, se presentó, presentó a sus amigos pero no de una buena manera. Aún así nunca pudo obtener lo que quería, el muchacho simplemente se limitó a guiarlos al mercado local, para ponerse a salvo y encontrar lo suficiente.

–Si necesitas algo, llámanos. ¡Muchas gracias!– San Juan no recibió respuesta alguna, pues el joven se desvaneció entre las tinieblas. El castaño trago saliva al pensar por un momento en que quizá, habló con un fantasma. Don Andrés interrumpió su privacidad al pedir su atención, pues debían comprar suministros y herramientas para reparar su globo.

Intentaban actuar lo más natural posible, per seguían ganándose las miradas de todos al rededor. Era bien sabido que los fuereños no eran bien recibidos y mucho menos en la situación que el pueblo sufría, la desconfianza abundaba en Guanajuato.
Al lograr su recolección de materiales y alimentos, se dispusieron a volver a su confort. –¿La gente de aquí es rarita no?– Preguntaba ingenuamente Alebrije, no haciendo más que expresar su incomodidad por el trato de los pueblerinos.

Teodora jalaba del brazo a San Juan, insistente. –¡Ándale ya es hora de tu skincare, Leito!– El joven no entendía lo que significaba, pero simplemente se trataba sobre el cuidado a su piel. Desde que la pelirroja los acompañaba se había hecho cargo del cuidado personal e higiénico de Leonardo, él aprendió mucho convirtiéndolo en hábito.

Gracias a los cuidados que amablemente Teodora le brindaba, cómo mascarillas hechas de productos naturales bastante caros y accesorios que de vez en cuando se daba la libertad de probar en el chico. Todo esto cambió su aspecto nada más que para bien, pues su físico adquiría cada vez más la belleza que cualquiera desearía tener.

𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐒𝐓𝐈𝐆𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora