La criatura

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Conoce a tu compañero...













Un par de días habían pasado del suceso, Toñita se ganó la admiración de la gente por a haber enfrentado aquel monstruo. Pero ella aún seguía lamentándose por la perdida de sus amigas.

El Charro por otra parte, seguía en lo suyo, de aquí para allá, dando y quitando. Ya sin tanta preocupación pues las amenazas hacía la mujer dieron resultados. Los Dioses le pidieron ya no volver a entrometerse, dejar que todo fluyera y cayera por su propio peso, su trabajo ya había terminado ahí. O al menos por el momento.

Una mañana como cualquier otra el hombre despertaba de su fastidioso sueño. Pensaba de nuevo en esa horrible rutina que tendría que llevar a cabo; su aseo personal, el aseo de su compañero, el cuidado de sus agaves y el registro de almas.

Tomaría su vaso con agua, cual raramente no tuvo que estirarse como comúnmente lo hacía. Cuando abrió un poco más los ojos y giro la cabeza, una extraña criatura lo miró con una dulce sonrisa mientras sostenía una bandeja y una bebida en ella.

-¡Buenos días patroncito! ¿Café?- movía su colita entusiasmado.

- ¿Y hora tú? ¿Quién eres y quién te dejo pasar?- un gesto de enfado se dejó notar, intimidando a la criatura.

Una loca idea pasó por la mente del hombre. Recordó la aventura que tuvo con la mujer que alguna vez antes de ser Carmen, se transformo en una hermosa mujer y que lo engañó. Pues al ser un nahual, esto no pudo ser algún problema, de todos modos sabía que ese era uno del sus tantos trucos para engatusar a los hombres.

Le preguntó a la cría si tenía alguna relación con aquel ser, a lo cual se sintió aliviado, ya que la cosita negó extrañado pues ni idea tenía de que hablaba.

-No, no patroncito. Soy yo, su regalo. ¿A poco no se acuerda lo que le dio la gran señora?- El recuerdo cayó de golpe en su mente. El grano de cacao no era más que una mascota, cosas de Dioses, un juego de la mujer.

Era apenas un cachorro de nahual. Una criatura de piel blanca, orejitas largas y picudas al igual que su colita con un mechón al final de ella, cabello largo y oscuro. Vestido sólo con un calzón de tela y un chalina bordada, usando grandes aretes al igual que sus collares. El Charro por algún momento lo comparó con un chaneque.

-¿Y cómo te llamas?-  jugó y desordeno un poco los cabellos de este para después tomarlo de su prenda y levantarlo sin esfuerzo alguno, la criatura sólo reía inocentemente.

- Pues... No sé patroncito. El nombre que usted me quiera dar. - cuál perrito seguía moviendo su colita, esperando por su nuevo nombre.

- Pues pareces una rata. Así es, rata... No, creo que no- se arrepintió al instante, pues su apariencia daba más a una especie de...

El nombre podía esperar, quería ver lo que la criatura podía hacer. Así que
se puso de pie para continuar con el día de trabajo y de paso le asignaría unos cuantos. "Pues total, para eso a de servir", se dijo así mismo.

Al ser un pequeño infante, le fueron complicados. El Charro pasó horas de diversión viendo como la cosita echaba perder cada uno, siendo un espectáculo tiernamente cómico. Corría de aquí para allá, tropezando y tirando objetos a causa de sus pequeñas manitas.

Llegó la noche, para el chiquillo fue un día agotador y ya se encontraba exhausto, lastimado por todos lugares, lleno de moretones y rasguños. El hombre lo mandó a dormir a un pequeño corral y la criatura no rechisto. Era obediente e inocente, en todo el día  que pasó nunca cuestionó la voluntad del hombre, aún si las tareas eran peligrosas.

La cosita agradeció al hombre por el espacio prestado, con una tierna sonrisa. Era poco, el corral estaba casi cayéndose a pedazos, dormiría en un montón de eno y con sólo una cobija, pero tal parecía que no le molestaba en absoluto. El Charro estaba confundido por el actuar de la cría, pues a propósito lo había echo sufrir con todos los trabajos horribles que le asignó. Lo hizo golpearse, quemarse, ensuciarse, cortarse y hasta humillarse.

Cómo si nada, la cosita lo invito a sentarse con él, lo tomó de la mano y...
¿Lo tomó de la mano? ¿No sabía acaso quién era el ser que estaba frente a él?.
Fácilmente el hombre pudo haberlo golpeado, insultado, gritado o hasta matado por su osadía. Nada de eso, pues nuevamente el sentimiento que vivió con la Diosa en aquella noche, volvía a hacerse presente.

- Porfavor patroncito, no se me mueva para nadita de aquí, voy que vuelo.- la cría salió echa un rayo, dejando al Charro con muchos conflictos mentales. Acaso la sensación que sentía era... ¿Ternura?.

La cosita volvió al corral con una jarra y dos tazas de barro que él mismo había echo, interrumpiendo sus pensamientos. Le ofreció una a su patrón y sirvió pozol en ella. El hombre quedó maravillado por el delicioso sabor a cacao dulce de la bebida.

-¿Tú lo hiciste todo?- Levantó su ceja, disimulando su felicidad por tan digna bebida.

-Sí patroncito, yo solito lo hice todo- dijo con cierto tono de orgullo y volvió a servir más bebida al hombre.

La criatura era curiosa, metiche pensaba el Charro, pues no dejaba de hacer preguntas sobre el mundo humano. Le confesó que bien sabía quién era el y lo mucho que lo admiraba. Tan inocente era que él aseguraba que era un héroe, un justiciero.

Horas y horas de plática, muchas preguntas por parte del chiquillo, mientras le preparaba deliciosos bocadillos y un dulce atole ya en la cocina del hombre. Era demasiado hablador, sabio para su cortísimo lapso de vida y un maestro en la herbolaria. Hubo un momento en donde el demonio presentó uno de sus tantos dolores de cabeza y la criatura no tardó en hacerle un poderoso "menjurje". Maravillado quedó, pues sí que funcionó.

En la vida, hay muchos lenguajes de cariño, algunos son dar regalos costosos, besos, abrazos y un montón de cosas más. Pero una criatura sin nada, sin ambición ni pertenencia alguna, lo único que estaba en sus manos era preparar delicias culinarias para demostrar su admiración.

La pequeña cena había terminado junto con la energía del Charro, pero tal parecía que el pequeño nada más no se cansaba. Debía confesar que fue liberador platicar de muchas cosas con su nuevo compañero. Pero, éste hizo una pregunta, preguntas que retumbaron en su ser.

- ¿Usted alguna vez ha estado enamorado? ¿Tiene esposa? ¿Cómo se llama? ¿Es bonita? - Colocó de golpe un tejocote en su boquita, esto con la intención de que guardara silencio.

- Tan parlanchín que haz de ser tú... Coyotito. Ya, a dormir porque mañana otra vez a fregarle. - lo acompañó hasta su corral, con más mantas y almohadas en mano.

El hombre acomodó la que sería su cama, ahora sí parecía una. La cosita se recostó sobre ella, decir que estaba feliz era poco. Era hora del Charro de marcharse, se puso de pie y en silencio camino a la salida.

- Tan bueno que es usted patroncito, buenas noches - cerro poco a poco sus ojitos y comenzó a dormir, aún moviendo su colita.

-Buenas noches... Coyotito-
En su ser estaba presente un extraño sentimiento.




Hola!!!

Otro día, otro capítulo. Aquí me he tomado la libertad de agregar un personaje ajeno a la película, no se preocupen, créanme que será un elemento importante que claro no ocupará toda la trama.

Espero sus comentarios y su opinión, pero siempre con respeto claro.

Adiós 🦋✨

𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐒𝐓𝐈𝐆𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora