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Al salir del hospital, Jun Mi caminaba sin rumbo fijo. La noticia la había dejado en estado de shock. No podía creer que estuviera embarazada de Ji Hoo. Envuelta en su ropa holgada para el frío, sintió una mezcla de emociones que no podía describir. Mientras pasaba frente a un escaparate, su reflejo la detuvo. Miró sus manos posadas sobre su vientre y, al notar un pequeño bulto, una sonrisa tímida y nostálgica se dibujó en su rostro.
Sin saber a dónde ir, sus pasos la llevaron a la guarida de los F4. Al entrar, vio a Jun Pyo entregando una tarjeta roja a un chico, una escena que normalmente la habría irritado. Se acercó lentamente, sintiendo una oleada de protección por la nueva vida que crecía dentro de ella. Miró a Jun Pyo con desaprobación, pero esta vez, la dureza en su mirada estaba suavizada por un nuevo propósito.
Mientras observaba a su hermano, un sinfín de pensamientos la inundaron. ¿Cómo reaccionaría Ji Hoo? ¿Qué dirían los demás? Pero al mismo tiempo, sintió una fuerza renovada. Estaba decidida a proteger a su bebé, a pesar de las dificultades que se avecinaban.
—¿Para quién es esa tarjeta, Jun Pyo?— preguntó Jun Mi con voz firme.
—No te interesa, Jun Mi— respondió Jun Pyo con un tono autoritario.
El chico se fue, dejando solos a los F4 y a la pequeña flor.
—¿Dónde estuviste?— preguntó su amigo mujeriego, Yi Jeong.
—En la empresa— respondió Jun Mi antes de dirigirse al sofá.
Los F4 notaron que algo andaba mal. Jun Mi parecía distraída y preocupaba a sus amigos.
—¿Te sientes bien?— preguntó el mafioso Woo Bin.
—De maravilla— dijo la idol en voz baja, acomodándose en el sofá con las piernas sobre uno de los brazos y la espalda apoyada en el otro.
—No te ves bien, ¿qué te pasa, princesa?— preguntó su novio Ji Hoo, acercándose con preocupación en los ojos.
—Es que...— Jun Mi se quedó pensando y luego guardó silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía.
El silencio llenó la sala, y los F4 intercambiaron miradas preocupadas. Jun Mi miró a Ji Hoo, sintiendo un nudo en la garganta. Las emociones se agolpaban dentro de ella: el miedo, la incertidumbre y, sobre todo, el amor por la nueva vida que crecía en su vientre.
Finalmente, Jun Mi suspiró y decidió que no era el momento de revelar su secreto.
—No es nada, solo estoy un poco cansada— dijo, intentando sonar convincente. Pero sus amigos no se dejaron engañar tan fácilmente.
Ji Hoo se sentó junto a ella y le tomó la mano con ternura.
—Si necesitas hablar, estamos aquí para ti,— le dijo suavemente.
