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Cuando Jun Mi despertó, lo primero que captó su vista fue el collar que había creído haber lanzado al fuego. El corazón, que antes brillaba con intensidad, estaba ahora marcado por las cicatrices de las llamas. La cadena se había quemado casi por completo, dejando solo el hermoso medallón en forma de corazón con las iniciales "J y J" y la frase grabada: "Juntos Para Toda La Vida". Jun Mi tomó el collar con una mano temblorosa, apretándolo contra su pecho con una mezcla de dolor y nostalgia. A pesar de su deseo de llorar, las lágrimas ya no salían, como si su cuerpo se hubiera quedado sin fuerzas para expresar el dolor que sentía.
Se levantó con cuidado, notando que estaba en su cuarto ya limpio. El simple hecho de estar en su cuarto le hizo comprender que su hermano había intervenido, preocupándose por ella en su momento de desesperación. Observó una taza de té sobre el escritorio, acompañada de una nota que estaba escrita con una caligrafía cuidadosamente elegante:
"Tómese el té con cuidado, señorita. Atentamente, Señor Lee"
Jun Mi esbozó una sonrisa enternecida al leer la nota. Sabía que el Señor Lee siempre había sido una figura paternal para ella, cuidándola y brindándole consuelo en los momentos difíciles, al igual que el Secretario Lee. Ambos habían estado a su lado, ofreciéndole apoyo y cariño a su manera, algo por lo que ella estaba profundamente agradecida.
Con una sensación de calidez que contrastaba con el dolor persistente en su corazón, se tomó el té lentamente, permitiendo que su cuerpo y mente se relajaran. El té tenía un sabor reconfortante, y la suavidad del líquido parecía calmar sus nervios tensos.
Al salir del cuarto, se encontró con el Mayordomo Lee, quien se acercó a ella con una expresión de preocupación y compasión. A pesar de los esfuerzos de Jun Mi por mantener la compostura, el Mayordomo Lee, conocedor de sus sentimientos, la miraba con una comprensión silenciosa.
—Señorita Jun Mi —dijo el Mayordomo Lee con una voz suave—, ¿cómo se siente? Me preocupé mucho por usted.
Jun Mi levantó la vista, encontrando en los ojos del Mayordomo Lee una mezcla de preocupación y ternura. A pesar de su dolor, se sintió reconfortada por su presencia.
—Estoy... más tranquila ahora —respondió Jun Mi, intentando sonar segura, aunque su voz temblaba ligeramente—. Gracias por todo lo que has hecho por mí.
El Mayordomo Lee asintió, su rostro reflejando una expresión de alivio. Sin pronunciar una palabra más, se quedó a su lado, ofreciendo un apoyo silencioso mientras Jun Mi intentaba encontrar su equilibrio en medio de la tormenta emocional que había atravesado.
Jun Mi se permitió un momento de calma en la presencia del Mayordomo Lee, sintiendo que, a pesar de la angustia y el dolor, contaba con el respaldo incondicional de aquellos que realmente se preocupaban por ella.
