¢αριтυℓσ 17

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A la mañana siguiente, el sol empezaba a iluminar el día mientras Jun Mi se levantaba lentamente de la cama. Realizó su rutina matutina con una calma que reflejaba la necesidad de estabilidad tras los recientes eventos. Al bajar las escaleras, se encontró con el mayordomo Lee, quien parecía visiblemente sorprendido.

-Mayordomo Lee, ¿está todo bien? -preguntó Jun Mi, su preocupación evidente en su voz.

-Bueno, digamos que el joven amo está algo... raro -respondió el mayordomo Lee, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

-¿Raro cómo? -inquiriió Jun Mi, sintiendo que su curiosidad crecía.

-Se levantó muy temprano y tenía una sonrisa tan grande en su rostro que parecía que el sol mismo había decidido salir solo para él. Una de las empleadas derramó un poco de té fuera de la taza, y el joven amo ni siquiera lo notó. Luego, nos sorprendió con un dicho mal dicho -explicó el mayordomo Lee, intentando contener una sonrisa.

-¿Cuál era el dicho? -preguntó Jun Mi, ya sonriendo ante la perspectiva de una anécdota divertida.

-Dijo: "Al que madruga, Dios le da más dinero" -dijo el mayordomo Lee, su voz llena de diversión contenida.

Jun Mi estalló en carcajadas, el sonido de su risa llenando el aire con una alegría contagiosa. Sabía que su hermano era notoriamente malo con los dichos y refranes, y la imagen de él intentando, sin éxito, ser sabio le resultaba encantadora.

-Tranquilo, Señor Lee, es solo Jun Pyo siendo Jun Pyo -dijo Jun Mi, despidiéndose con una ligera reverencia antes de dirigirse hacia la escuela.

Decidió caminar hasta el instituto, deseando sentir la brisa fresca en su rostro y tener un momento de reflexión en solitario. Al llegar, fue recibida con reverencias y halagos por parte de los estudiantes, una rutina a la que estaba acostumbrada. Sin embargo, hoy su mente estaba ocupada con pensamientos más profundos.

Mientras paseaba por el instituto, se dirigió al mini bosque, un rincón tranquilo que solía visitar para encontrar paz. Allí, observó una escena que hizo que su corazón se derritiera. Jan Di estaba con Ji Hoo, curando su dedo herido con una ternura que Jun Mi encontró reconfortante. Jan Di siempre había demostrado tener un corazón generoso y solidario, y Jun Mi sentía un afecto genuino hacia ella por eso.

Vio a Jan Di dejar su paraguas sobre el violín de Ji Hoo antes de alejarse, y Jun Mi sintió un impulso de imitar el gesto. Sin embargo, antes de que pudiera moverse, una voz interrumpió el momento.

-Ya sé que estás ahí, te noté desde que Jan Di estaba aquí -dijo Ji Hoo, su tono serio y grave.

Jun Mi soltó una maldición en voz baja mientras salía de su escondite, sintiendo el nudo en su estómago. Ji Hoo tenía una mirada dura y determinada, algo que siempre había sabido interpretar como una señal de que las cosas iban a complicarse.

L̷a̷ ̷P̷e̷q̷u̷e̷ñ̷a̷ ̷F̷l̷o̷r̷ ̷   𝐁𝐨𝐨𝐤 #𝟏 ʸᵒᵒⁿ ᴶⁱ ᴴᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora