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Jun Mi se quedó dormida durante todo el vuelo, y su cansancio se extendió incluso mientras navegaban en el gran bote. Estaba completamente agotada, no solo por las interminables horas de trabajo y desvelos, sino también por el peso de su embarazo que parecía drenar su energía con cada latido de su corazón. La vida de un idol no era solo brillo y glamour; detrás de cada sonrisa en el escenario, había sacrificios que pocos entendían, una lucha constante por mantener la imagen perfecta mientras su cuerpo y mente se desmoronaban en silencio.
Cuando el barco finalmente llegó a su destino, Jun Mi despertó, pero la sensación de agotamiento no se había desvanecido. Sentía el peso de su cuerpo, de sus preocupaciones, y de un cansancio que no era solo físico. Mientras los demás bajaban del barco, Jun Mi se quedó unos momentos más, mirando hacia el horizonte, buscando fuerzas dentro de sí para continuar. La brisa del mar le acariciaba el rostro, pero no lograba calmar la tormenta que llevaba dentro.
Finalmente, se decidió a bajar. Su mirada se dirigía constantemente en busca de una persona específica, alguien cuya presencia siempre había sido su refugio en medio del caos. Y entonces, lo vio: un auto blanco se estacionó cerca de la orilla, y Ji Hoo salió del vehículo. Por un breve instante, su corazón dio un vuelco, creyendo que al fin encontraría consuelo en sus brazos. Dio un paso hacia él, sintiendo cómo su esperanza florecía, pero esa chispa se extinguió en el momento en que vio a Seo Hyung bajar del auto, con una sonrisa en su rostro.
Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, nublando su visión mientras observaba la escena que tenía delante. Era como si todo lo que había reprimido hasta ese momento —el cansancio, la tristeza, el miedo— se estuviera derrumbando sobre ella. En ese instante, Jun Mi comprendió lo sola que estaba, lo aislada que se sentía en un mundo que siempre la había visto como una estrella, pero nunca como una persona con sentimientos y fragilidades.
Las palabras de consuelo que Ji Hoo le había dicho antes ya no significaban nada. Las promesas de amor eterno se sentían vacías mientras lo veía junto a Seo Hyung, ajeno a la tormenta que estaba desatando en su interior. Jun Mi se mordió el labio, tratando de contener un sollozo que amenazaba con escapar. Sabía que no podía permitirse llorar, no ahí, no frente a todos. Tenía que mantener la fachada, seguir siendo la Jun Mi que todos conocían: fuerte, inquebrantable, siempre sonriendo.
Pero en su corazón, algo se rompió ese día. Y mientras los observaba, la realidad de su vida como idol se hizo más evidente que nunca. Estaba atrapada en un mundo donde la felicidad parecía siempre estar al alcance de su mano, pero nunca lo suficiente para agarrarla realmente. Un mundo donde el amor era una ilusión y la soledad su única compañía.
Jun Mi observó a Seo Hyung y Ji Hoo desde la distancia, la sombra de una tristeza profunda cruzando su rostro. El brillo en los ojos de Ji Hoo mientras estaba con Seo Hyung era algo que ella nunca había visto cuando estaban juntos, y eso la desgarraba por dentro. Aunque intentó devolver el saludo de Seo Hyung con una sonrisa, su alegría se sintió forzada, como una máscara que apenas podía sostener.
