Supongo que lo sabes

CAPITULO 7

CAPITULO 7

—Oye linda, acabo de ver a tu esposo en la sala de espera —Mina entró dejando su bolsa—. Se a puesto bastante atractivo desde la última vez que lo vi.

Frunci el ceño.

—¿Darien esta aquí?

—Si, es fácil reconocer a un hombre tan guapo como lo es tu esposo

—Mina por favor, ten un poco de respeto —mencionó Amy—. Estás hablando de su esposo.

Pero realmente no me molestó el comentario de Mina, creo que mi mente estaba un poco desconcertada por saber que Darien se encontraba aquí.
Son las ocho de la noche, Darien sale hasta las 9 o incluso más tarde si se queda horas extras en su trabajo, pero escuchar aquello de Mina me parecía extraño.
Darien hace años que dejó de pasar por mi en el hospital.

—Mina, ¿Estás segura que era Darien? —pregunté guardando mi uniforme, cerrar mi casillero y tomar mi bolsa.

—Si, lo vi con estos ojos. —se señaló—. Mis preciosos ojos son fáciles de captar a hombres hermosos.

—¡Mina!

Y mientras Amy y Mina discutían, yo salí en búsqueda de saber si Mina decía la verdad o no. Me despedí de mis compañeros, saludé a unos que otros compañeros que empezaban con su turno de noche.
Visualicé a Darien sentado en unas sillas de la sala de espera, tenía una llamada, movió su mirada y se encontró con la mía. Algo le dijo a esa persona detrás del teléfono móvil para así finalizar con su llamada.
Darien nunca corta una llamada.

Una parte dentro de mi se sentía confusa, pero la otra parte parecía estar emocionada. Después de tanto, al fin Darien estaba haciendo su más mínimo esfuerzo.

—Señorita Chiba.

Me giré en el momento en el que el doctor Endimion agitaba su mano.

—Que tengan una excelente noche —me sonrió uniéndose al resto de doctores.

—Oh, muchas gracias, igualmente.

Con unas sonrisas nos despedimos. Él siguió su camino mientras yo me encontraba con mi esposo, el cual fruncía el ceño en dirección del doctor Endimion.

—¿Que haces aquí? —fue mi primera pregunta. Ni siquiera un Hola, o un beso. Nada.

Darien me miró y forzó una sonrisa.

—Ví que dejaste tu auto en casa, y ya es noche para que andes tu sola.

Alcé una ceja.
Bueno, había dejado mi auto porque no tenía gasolina, y no sería la primera o última vez que me voy en taxi sola.

—¿De verdad?

—Si nena. He tenido tiempo libre y tal vez ir a cenar juntos.

—¿Cenar juntos?

Asintió.

—Hace mucho que no lo hacemos, además creo que tu restaurante favorito sigue abierto, podemos pedir y llevar comida a casa.

Parecía alegre. Cosa muy raro en él.
Pero no quería tener esta conversación en este lugar, no en mi área de trabajo donde se que los chismes correrían como la luz. Así que simplemente asentí y dejé que Darien me guiara a su auto, y así conducir hasta mi restaurante favorito.
Darien pidió mi rollo de sushi favorito, y para él sus rollos de primavera.
De regreso a casa Darien me estuvo hablando sobre su trabajo pero su voz me estaba durmiendo. Estaba cansada, estuve prácticamente todo el día de pie y mis ojos se cerraban a cada segundo, y creo que Darien se dio cuanta porque había dejado de hablar.