CAPITULO 3

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CAPITULO 3

—¡Feliz cumpleaños!

El confeti me asustó, eso y el grito de mis compañeras.

—Por dios me han dado un susto, pero muchas gracias.

Amy sostenía un pastel en sus brazos. Mina no dejaba de aplaudir, y Kelvin se reía.

—No queríamos asustarte, solo darte tu pastel de cumpleaños. —Amy se disculpó.

—Más vale comerlo ahora antes de que la jefe entre.

Aprovechamos el momento de nuestro descanso para repartir el pastel y hablar con tranquilidad.
Ellos no lo olvidaron.
La primera persona en felicitarme en mi cumpleaños fueron mis padres con una llamada a las 7 de la mañana justo antes de salir de casa. Después, bueno, fueron mis compañeros quienes me felicitaron con este pastel.
Pero aún que debía estar feliz por mi cumpleaños, hoy sentía que algo no me estaba gustando.
Me gustaba festejar mis cumpleaños, estar rodeada de mi familia y amigos, recibir regalos, pastel y abrazos. Me gustaba ser querida en mi cumpleaños pero lo raro en este día, es que no me sentía querida, a pesar de que mis compañeros no dejaban de halagar el pastel de vainilla.
Si a ellos les gustaba, entonces ¿Por qué no me está gustando el pastel a mi?
Será que al despertarme estuve sola.

No llegó a casa.
Sé disculpó por medio de un mensaje a las tres de la mañana. Una disculpa a las tres de la mañana. ¿Que había de mis sentimientos por esperarlo despierta, por querer abrazarlo al menos una vez en estas semanas?

Me dolía ya no sentirme querida por mi esposo.
Su trabajo lo estaba consumiendo cada día más. Se iba temprano de la casa y llegaba a altas horas de la noche, o incluso en mis turnos en el hospital dificultaba nuestro tiempo.
Cuando Darien estaba libre, a mi me tocaba hacer turno de tarde o de noche, pero cuando yo estaba libre, él tenía demasiado trabajo.

Era culpa del trabajo.
Sé defendió esa voz.

Conforme pasó el día, recibí felicitaciones de todo el mundo, doctores, enfermeras, cuidadores e incluso de algunos pacientes.
Debia sentirme satisfecha pero no lo sentía realmente.
Había minutos en los que me escapaba e iba a mi taquilla para revisar mi celular. 0 mensajes, 0 llamadas, no había nada.

Llegué a casa cansada.
Controlar a una persona con trastorno por déficit de atención era agotador, y más cuando tenías que calmarlo para que se dejara hacer unos análisis.
A pesar de recibir la invitación de mis padres para ir a cenar, yo simplemente quería dormir y descansar. 12 horas de trabajo era una tortura.

Al llegar a casa me percaté del auto de Darien.
¿Había llegado temprano?
La emoción de nueva cuenta se instaló en mi cuerpo. Tal vez llegó temprano para festejar mi cumpleaños.
Con emoción abrí la puerta, Darien estaba en su oficina y al verme alzó una ceja.

—Hola —me acerqué a él dejando un beso en los labios—. ¿Cómo te fue?

—Del asco. Un invercionista se ha hechado atrás cuando ya teníamos todo arreglado —suspiró—. Es un asco de hombre. Ahora debo convencerlo o simplemente darle la patada.

—Deberías darle la patada. Si ya se hechó atrás con un gran proyecto, puede que lo vuelva hacer seguido pero ahora dentro de tu empresa.

Darien se quedó pensando y asintió.

—Tienes razón.

—Siempre la tengo.

¿Respondió? No, no lo hizo. Siguió tecleando en su laptop y no me miró por minutos.
¿Ni una felicitación?

—Ahm... ¿Quieres salir a cenar? —pregunté—. O podemos pedir comida.

—Pedir comida, es lo más favorable.

Asentí.

—Claro... ¿Que es lo que quieres?

—Comida chiná.

—La comida chiná no trae a domicilio, tienes que ir a la tienda.

Su frente se frunció y me miró por leves segundos.

—¿Te Importaria ir?

—Oh tal vez podemos ir los dos juntos. Ir caminando, no es tan lejos, y así pasamos tiempo juntos. Por favor Darien.

Frunció sus labios y de mala manera asintió.
Pero me arrepentí de pedirselo. Todo el camino estuvo hablando por celular, todo era respecto a su trabajo, al invercionista.
Y durante la cena estuvo en su oficina.

00:03
Ya había pasado mi cumpleaños, y no hubo una felicitación por parte de mi esposo.

Supongo que lo sabes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora