CAPITULO 8

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CAPITULO 8

El pasillo estaba lleno de gritos, gritos de una mujer.
Eso era normal cuando se trataba de pacientes con esquizofrenia. Desde lejos noté a un puñado de enfermeros junto con el doctor Endimion.

—¿Que es lo que ocurre? —pregunté.

—Una nueva paciente —comentó Amy—. Fue ingresada por parte de su esposo.

—Dicen que tiene demencia por sufrir alucinaciones —Mina se acercó luciendo una completa conductora de chismes—. Se dice que creía que su esposo le estaba siendo infiel.

—¿Y lo era?

—Pues su esposo es el de chaqueta negra —señaló—. Parece preocupado y doloroso por dejar a su mujer aquí, pero aún no se sabe. Se deben hacer estudios para saber si de verdad la mujer tiene demencia o si su esposo le está siendo infiel.

—A veces nos tachan a la mujeres como locas —Amy sonrió—. Muy bien dice, Ojo de loca nunca se equivoca.

Nos quedamos en silencio cuando el esposo, el doctor Endimion y Neherencia se acercaron a nosotras.

—Tenemos una nueva paciente —habló Endimion—. Riku Tanaka es la nueva ingresada. Ingresó por demencia, necesitamos hacerle estudios y estarla cuidando. ¿Pueden hacerlo chicos?

Endimion me miró y me sonrió.

—Por supuesto.

Con un asentimiento se llevó al hombre al otro lado para poder hablar en privado.

—Serena y Mina serán las encargadas —ordenó Neherencia—. Y háganlo bien.

Esa mujer me miró con odio pero sonrió enormemente al acercarse con Endimion.

—Parece que alguien ya se enamoró del doctor sexy —Mina se rio—. Lastima que el doctor Endimion parece no darle ni los buenos días.

Todos nos reímos.
Neherencia tiene una loca obsesión con enamorarse de aquellas personas que no le corresponden.

Al paso de los días la mujer Riku parecía estar perdida, tenía depresión por separarse de su esposo pero por el momento no comentaba nada. Tenía inicios de demencia y combinados con la depresión dejaban que la mujer se consumiera en pensamientos. Su esposo la visitaba diario, hablaban y todo parecía normal.

—¿Quieres que te lleve?

—¿Uh?

—¿Quieres que te lleve al trabajo? —volvió a preguntar—. Tu auto aún sigue en el taller

—¿Tienes tiempo para mi?

—Serena...

Suspiré.

—Bien, solo espera.

Le di la espalda y subí a la habitación a terminar de vestirme.
No es la primera vez que Darien decide esperarme, llevarme al trabajo o recogerme. Me había acostumbrado a su poca presencia pero empezaba a sumergirse de nuevo en el trabajo. Recibía llamadas y mensajes. Su empresa se encontraba en un dilema entre comerciantes, eso mantenía a Darien con agobio, más sumándole el hecho de que hace su más mínimo esfuerzo para pasar tiempo conmigo y revivir nuestro matrimonio.

Bajé encontrándome a mi esposo con una llamada del trabajo, al verme asintió y juntos subimos al auto. Todo el recorrido estuvo en esa llamada, mi vista estaba fija en la ventanilla.

—... Es por eso que estamos sugiriendo ir directamente a Seúl...

—¿Que?

—Los ejecutivos coreanos se están volviendo locos, y necesitamos hablar con ellos. No nos esta sirviendo hacerlo con videoconferencias, necesitamos hablar cara a cara.

Supongo que lo sabes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora