CAPITULO 12

260 46 3
                                    

CAPITULO 12

Mi pie no dejaba de moverse.
Mis ojos estaban hinchados, no había dormido nada en toda la noche. Tenía una maldita desesperación, y para empeorar mi día, me tocaba trabajar en la mañana, así que todo estaba de mal a peor.
Había cometido más de cinco errores en lo que va del medio día, dejé caer una jarra de agua, confundí tres historiales de pacientes.
Mi cuerpo, alma y corazón, ya no daban para más.

—Okey, a ver, ¿Que te sucede mujer? —Mina me obligó a tomar siento mientras ella, Amy y Kelvin formaban una barrera enfrente de mi—. Estas como un zombie viviente, ¿Que te ocurre?

Abrí la boca para responder pero la cerré al ver que mis labios empezaban a temblar y mis lágrimas a picarme los ojos.
No, no quiero llorar en el trabajo. No quiero ser la burla de todos, no quiero hablarles sobre esa fotografía.

—Linda, ¿Puedes decirnos? Somos tus amigos —Amy me sonrió colocando su mano sobre mí mejilla.

Estaba a punto de echarme a llorar y decirles, pero observé a Endymion caminar hacia nosotros, así que me quedé callada con la mirada fija en el suelo.

—Buenos días chicos ¿Todo va bien?

Nadie respondió. El ambiente era tenso ante mi situación.

—Todo está bien Doctor —Amy me dio una mirada.

—¿De verdad? Por qué aquí parece que hubo algo.

No podía ver a Endymion pero si que sentía su mirada sobre mi. La última vez que lo vi fue el sábado donde yo no sabía que mi vida cambiaría por completo.

—Serena no se siente bien —intervino Mina—. Sólo le estamos dando un poco de aire.

Silencio. Fueron tan solo diez segundos de silencio cuando una mano se puso en mi barbilla y me obligó a levantar la cabeza. Y ahí estaba Endymion mirándome con preocupación y a la vez un sin fin de preguntas se hicieron en su rostro.

—¿Te encuentras bien?

Asentí pero de inmediato Negué, y está vez dejé a que las lágrimas salieran por si solas.
Endymion suspiró colocándose de rodillas y abrazarme. Acepté su abrazo para tomar su hombro y llorar, llorar como lo había hecho el día de ayer por la noche, llorar como lo había hecho en toda la madrugada, y llorar como lo había hecho estaba mañana.
Aún me sorprende de que aún tuviera lágrimas.

—Saca tu dolor. Llora todo lo que quieras.

Su mano subía y bajaba sobre mi espalda. Era un movimiento sutil y a la vez cariñoso.
Era vergonzoso que tu doctor en jefe te vea llorar, o que tus compañeros solo te miren con lastima. Todo aquí era vergonzoso, mi vida era una maldita vergüenza.

—¿Quieres tomar aire fresco?

Asentí ante su pregunta.
Y mientras caminábamos por los largos pasillos, Endymion me mantuvo a su lado con su brazo sobre mí espalda. Gracias a dios que él me había entregado un pañuelo para limpiar mis lágrimas.
En el jardín había un par de enfermeros y pacientes que de igual manera pasaban su tiempo para tomar aire fresco, pero al parecer Endymion captaba lo que yo quería. Me guió hacia una banca alejada de la vista de todos para tener un poco de privacidad, y cuando ambos estuvimos sentados en un largo silencio, suspiré mirando al cielo y cuestionar todo lo que había hecho mal en mi vida, y principalmente en mi matrimonio.

—¿Todo en orden?

Negué.

—No, nada está en orden. Nada está bien, y dudo a que lo esté. —mi boca tembló—. ¿Por qué? ¿Hay algo mal en mi? ¿Que hice mal?

Supongo que lo sabes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora