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Hacía muy poco tiempo que conocía a Ollie pero habíamos conectados desde primer momento cuando nos conocimos por casualidad en un evento que habíamos preparado para su equipo en el hotel de mis padres en Viena. Recuerdo que aquel día nevaba y acabamos caminando por las calles solitarias de Viena a las dos de la mañana. - ¿Puedes venir al final venir a mi cumpleaños? - preguntó Ollie cuando le cogí la llamada. - No lo sé, mis padres tienen muchos eventos ahora y la verdad es que vamos muy justos de tiempos. - ¿Y no te puedes escapar unas horas? - Es un poco complicado, porque tengo que ayudarlos. - Bueno, pues nos vemos para el mes que viene cuando vaya a Viena. - No te enfades Ollie - dije al ver la voz de decepción. - No tranquila, entiendo que al final tienes estás estudiando para ello - dijo Ollie. - Te dejo que tengo que hacer cosas. - Adiós - dije. En realidad estaba apunto de coger el avión para ir a verlo en la cena que habían organizado sus amigos y no quería perdérmelo por nada en el mundo. Ollie en el poco tiempo que lo conocía había hecho que mi vida cambiarse de un día para otro. Es de esas personas que llegan en la vida para cambiarlas y que sólo deseas que deseas que se queden toda la vida a tu lado. Tras unas horas de viaje, llegué al destino y uno de los amigos de Ollie me fue a buscar al aeropuerto y fuimos directos a la cena. Menos mal que me cambié en el baño del avión , un poco incómodo eso sí, pero es que no nos dio tiempo de mucho más. Su amigo, muy amable y con el que había mantenido conversaciones para darle la sorpresa a Ollie, entró antes que yo al restaurante donde estaban todos los amigos. Cuando Ollie cuando había terminado de saludarlo y se iba a sentar nuevamente, caminé lentamente hasta ponerme detrás de él y rodearle el cuello. - ¿De verdad pensabas que me lo iba a perder? - le dije al oído. Al darse la vuelta y verme allí no se lo esperaba para nada. Se levantó y me abrazó, mientras que me daba besos en las mejillas y los amigos empezaron a aplaudir y a gritar.
