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Estaba muy cansada debido a la gran cantidad de trabajo que teníamos en la oficina. Hacía dos semanas que tampoco veía a Carlos porque estaba fuera con las carreras y tenía que reconocer que echaba de menos estar con él y más después de los días en los que el trabajo me agotaban física y mentalmente.
- Hola - dijo Carlos cuando salía de la oficina.
No me lo esperaba. Se suponía que llegaba dentro de dos días. Me quedé quieta en el mismo sitio sin poder reaccionar. Sólo quería llorar porque estuviera conmigo y poder tocarlo. Me estaba costando más de la cuenta y no me había dado cuenta hasta ese momento.
Carlos se acercó dándose cuenta que no sabía como reaccionar. Me abrazó. Y como sabía ese abrazo.
- Te echaba de menos - dije abrazándolo y ocultando mi cabeza en su pecho.
Carlos me abrazaba y me daba besos en la cabeza. Me acariciaba la espalda y sentía estar en mi lugar seguro. Su olor me hacía sentir en casa y eso nunca me había pasado.
- Yo también.
- Pensaba que llegabas dentro de dos días - dije al separarme y lo miré a los ojos.
- He adelantando todas las cosas que tenía que hacer para poder pasar más tiempo contigo antes de la próxima carrera - dijo.
Simplemente me abracé de nuevo a él.
- Quiero enseñarte la hamburguesería. ¿Te apetece probar algunas cosas?
- Me parece una muy buena idea - dije.
Fuimos hasta a la hamburguesería. La decoración me encantaba y él se encargó de pedir la comida para que pudiéramos probar un pocos de todos antes de que abriese. Estaba muy feliz por sus logros.
