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Después de pasar aquellos días solos en una pequeña escapada, Carlos me ofreció ir con su familia de vacaciones, pero algo tranquilo. - Acepto, pero no quiero que se formen cosas en la cabeza sobre cosas que no son - dije mientras que estábamos en el coche de vuelta a casa después de una gran cena. - ¿Y cuáles son las cosas que no son? - preguntó Carlos y me miró. - Pues que no quiero que se monten algo en la cabeza que no somos - dije. - ¿Y qué somos? Y ahí soltó Carlos la pregunta que todos odiamos y que no sabemos que decir en ese momento. Carlos no dudó en buscar un sitio donde estacionar para poder hablar las cosas. - Pues no sé lo que somos la verdad, es todo muy raro pero a la vez es bonito -. Es lo único que supe decir. - ¿No sabes lo que somos? - preguntó Carlos. - ¿Tú lo sabes? - Lo que no quiero es joderlo todo - dijo Carlos. - Yo tampoco, por eso no quiero ponerle nombre. Y a lo que me refería, es que no quiero que tu familia piense que nos vamos a casar o cosas raras - dije. - No te preocupes, que están advertidos - dijo Carlos. Se acercó a mi y me dio un beso. Cuando separó sus labios lo agarré por el cuello para tenerlo cerca. - Pero no significa que no estaría mal esperarte en un altar eh - dije y Carlos sonrió mientras que me miraba a los ojos. - Hombre, yo estaría el resto de mi vida contigo, pero eso va a sonar muy amoroso y así que olvida lo que te he dicho - dijo Carlos y me dio un beso.
A los días, era el momento de viajar con la familia de Carlos. Me recogió por fuera de mi casa y al llegar al aeropuerto los padres y la hermana y su marido esperándonos con su perrita. - Hola - dije con mucha vergüenza. Su familia no tardaron en darme abrazos y besos, por un momento me quedé en shock pero tener la mano de Carlos agarrada mientras que la familia me saluda me hacía sentir que estaba en un buen sitio. Llegamos al destino después de un buen vuelo al lado de Carlos que nos acompañaba en el tercer asiento era su padre, que me lo pasé súper bien que junto a Carlos no paraban de contarme historias de Carlos en los circuitos o de su infancia. - Le has caído muy bien a mi padre - dijo cuando íbamos a buscar el coche de alquiler. - Yo no he podido parar de reírme, me lo he pasado súper bien - dije y me pegué a él. Tras coger el coche, nos fuimos directos a la casa. Tras llegar su perrita a donde estaba yo enseguida quería que la cogiese en brazos y no paró de darme besos. Terminamos de colocar las cosas y nos fuimos directos a la piscina. - Que monis - dije al ver a Carlos con la perrita sobre él.
