Lo invité a pasar y sentarse en el sofá mientras yo cerraba la puerta. El chico no se sentó, se quedó de pie mirándome fijamente con ojos de comprensión, tristeza y preocupación. Odio cuando me miran así. Como si yo de verdad importara tanto.
Mis gatos —los cuales no había visto desde ayer— aparecieron de la nada. Ellos fueron directo a la posición de Axel, maullando. Luego se acercaron a mí y yo me agaché para acariciarlos.
Michigan ronroneó. Doraemon también.
—Lo siento. —Se lamentó el chico; enseguida los gatos se fueron.
Pinches traidores.
Saben que voy a llorar pronto y entiendo que no deseen estar aquí.
—No tienes que lamentarte. No es tu culpa —mencioné yo.
—A partir de ahora quiero estar siempre a tu lado, apoyándote —aclaró él, mirándome a los ojos, esta vez con ternura.
—No es necesario.
—Es muy necesario, Chica de los Gatos —habló Axel, regalándome una sonrisa.
—No quiero tu lástima, ¿okey? No quiero la lástima de nadie. Es una verdadera pérdida de tiempo. —Mi voz se fue tonificando a una más agresiva a medida que hablaba—. Todos los malditos vecinos sienten lástima de mí porque no tengo a nadie más en este mundo. Todas aquellas personas a las que amé han muerto.
Me tomé un momento para mirarlo a los ojos. Buscaba algo en su mirada y vi que no habían rastros de lástima. Noté en su mirada algo sincero.
—Nos tienes a nosotros: Andreik, mis hermanas y yo. Nosotros no hemos muerto y no te dejaremos sola —argumentó el chico, sosteniéndome la mirada.
—Ni siquiera sois mis amigos, Axel —dije yo con un tono más suave aunque con una mirada frívola.
Es cierto que no debería pasarme con él, el chico no tiene la culpa de mi desgracia.
—Claro que no somos tus amigos; ahora somos más que eso. Ahora somos tu familia, todo lo que tienes. Y las verdaderas familias se apoyan entre sí —articuló para acto seguido abrazarme con delicadeza.
Y lloré en ese momento. Lloré porque necesitaba escuchar esas palabras. Lloré porque necesitaba un abrazo y sentir que le importaba a alguien realmente. Aunque yo, no pertenezco a ellos; no soy rica como ellos y jamás lo seré. Lloré también porque no tengo la menor idea de por qué me convertí en la protegida y Chica de los Gatos de los populares.
Él me apartó para secar mis lágrimas y dedicarme otra de esas lindas sonrisas.
De alguna forma u otra, Axel me llevó al portal para tomar un poco de aire que también me hacía falta. Todas las ventanas de la casa estaban cerradas y prácticamente no entraba ni luz del sol ni oxígeno.
Ambos nos sentamos en la acera frente a mi casa ya que mi residencia no tiene jardín. Luego de un rato, el chico se levantó de repente.
—Ahora te tengo una sorpresa, ya que te veo mejor —anunció él.
—¿Sorpresa? —emití yo, un tanto confundida.
Él soltó un chiflido y segundos más tarde aparecieron Andreik, Sofía, Miley, Lizt y Julia frente a mí. Cada uno llevaba una brocha y cosas para hacer remodelaciones.
Resulta que la sorpresa era que todos me ayudarían a remodelar y cambiar un poco el restaurante ya que honestamente se ve un poco aburrido y muy común. Tal vez demasiado.
Todos nos pusimos en marcha y comenzamos con las decoraciones.
***
Horas más tarde, el AMBERY'S PLACE parecía otro restaurante. Estaba orgullosa del resultado. La remodelación había quedado simplemente perfecta.
Todos estábamos agotados después de tanto trabajo. Me ofrecí a cocinar para nosotros siete.
Eso es demasiada comida.
Pues sí, pero si cocino para los clientes, puedo hacerlo para ellos, así que igual cociné.
Hice muchos platillos exquisitos en muy poco tiempo con la ayuda de Axel que es fan de cocinar.
Máster Chef le dicen.
Acabas de otorgarle un apodo a Axel, querida conciencia.
¿Eso hice? Ah, eso hice.
Nos reunimos para comer en una de las mesas del restaurante. Yo me senté entre Miley y Julia, justo al frente de Sofía. No había tensión en el ambiente. Parecía como si una verdadera familia sin prejuicios ni preferencias estuviera cenando tranquilamente.
—Tengo una idea para el restaurante —soltó Lizt de repente, con una emoción no tan característica de ella.
La miré, pidiendo la idea con la mirada.
—¿Qué tal si hacemos un día específico cada cierto tiempo algo interesante como un juego para motivar a los clientes del local a venir más y esperar con ansias estos días de juego? —manifestó la chica. Sus ojos brillaban como si fuera una niña pequeña hablando sobre algo que le gusta.
Absolutamente todos me miraron. Lo medité unos segundos. Es cierto, es una buena e innovadora idea.
—Me parece una maravillosa idea —acepté al fin, haciéndome la importante.
Todos emitieron sonidos de felicidad automáticamente después de mi respuesta. Y yo ya tenía una idea de juego.
—No sé cómo, pero necesito conseguir una ruleta. Ya sé más o menos de qué hacer uno de los juegos —anuncié, entusiasmada.
—Pues, la conseguiremos —expresó el Máster chef.
—Y si no la conseguimos, entonces la hacemos —mencionó el Tigre Traumado.
Por primera vez en unos días me encontraba realmente feliz. Con todo esto de la muerte de mi tía y la prima, no estaba muy animada que digamos.
Pero ahora con esto la situación es un poco mejor.
Exactamente.
—Ahora es mi turno de dar una idea aunque no es para el restaurante —comentó Andreik, quien ya terminaba de comer.
Él me miró a mí especialmente.
—Debe ser duro vivir aquí acompañada de tantos recuerdos, Ara. Por eso me gustaría que aceptaras vivir con nosotros en mi casa, como parte de esta manada de... —calló un momento, pensativo—. ¿Somos una manada de qué?
—Primero que nada: ¿en qué momento aceptamos mudarnos contigo —planteó La Mayor, Sofía—. En segundo lugar: somos una manada de lobos salvajes, o eso creo yo.
—Nunca aceptamos, pero él lo dice y así debe ser —comunicó Axel, encogiéndose de hombros.
—Bueno si Ara acepta, todos aceptamos —proclamó la menor de la manada.
—¿Aceptas, Ara? —cuestionaron todos al unísono, mirándome.
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BILLONAIRE
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...