Capítulo 37

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—Te extraño.

Esas dos palabras pronunciadas por Axel me hicieron quedarme callada de golpe. Una vez más estábamos hablando por teléfono. No voy a mentir, yo también lo extraño, pero jamás admitiría tal cosa.

Creo que me sonrojé ya que siento mis mejillas arder un poco.

Ya estoy en el último país que visitaría en Europa. Faltaba poco para volver a mi país, a mi ciudad. Extrañaba todo eso. Deseaba volver, aunque aquí había adquirido fama. Me volví una pianista reconocida. También me estaba llegando buen dinero.

—¿Ara? —emitió.

—Estoy aquí —proclamé.

—¿Cuándo volverás? —cuestionó él—. No me aguanto las ganas de verte.

—Volveré pronto —contesté—. ¿Cómo están todos por allá?

—Pues bien, Sophie se fue de vacaciones con su hijo. Lizt manda muchas postales y fotos del país donde estudia periodismo. Miley apenas empieza el curso de modelo. Julia, está siendo feliz con su novio, ese Malkolm, hijo de los que hicieron la película Queen of Corpses.

La verdad, no me sorprendió que Julia se consiguiera un novio de padres famosos.

—¿Y tus padres cómo están? —indagué.

—Ellos están bien, aunque sufriendo un poco porque han perdido a casi todos sus hijos, ya sabes.

—Entiendo —murmuré.

Cédrick hizo acto de presencia en la habitación. Era tiempo de dar la última función antes de regresar a mi país.

—Debo colgar, es hora de la nueva función —informé.

—Está bien. Te amo.

Colgué con una sonrisa en el rostro.

—¿Y esa sonrisita? ¿La artista está feliz hoy? —Me molestó el castaño.

Sólo rodé los ojos, negué con la cabeza y mantuve la sonrisa.

Ambos salimos de ese cuarto y nos marchamos. Vlad nos esperaba afuera. Nos pusimos en marcha. Llegamos al lugar de la función en unos minutos.

***

No recordaba lo bien que se sentía esa seguridad de estar en casa. El avión aterrizó. No le había avisado a nadie que llegaría hoy.

Hogar, dulce hogar.

Primero bajé yo y luego me siguieron Vlad y Cédrick. Ya estábamos en el aeropuerto de mi ciudad natal. Aspiré una gran bocanada de aire.

Un taxi me llevó hacia la mansión de Andreik. Esperaba ver a Axel y no correr con la mala suerte de que él no estuviera en casa. El taxi se detuvo, pagué y bajé de este. Extrañaba esta casa gigantesca.

Saqué el equipaje del taxi y atravesé las columnas de la entrada. Seguí mi camino hasta estar frente a la puerta. Toqué el timbre y esperé. Nadie respondió y volví a tocar. Otra vez sin respuesta. Toqué una tercera vez.

La puerta fue abierta de inmediato. Lo vi. Él abrió. Mis ojos se iluminaron. Para mí pasó toda una eternidad desde la última vez que nos vimos. El rostro del chico expresó una incontable sorpresa. No esperaba verme. No sabía nada sobre mi regreso.

Dejé al equipaje en reposo, en el suelo. Abracé con fuerza al chico frente a mí. Respiré su aroma. Ahora era consciente de cuánto lo extrañaba, de cuánto deseaba verlo otra vez.

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