—Mamá, ¿cómo nacimos mi hermano y yo? —pregunta Rosa, mirándome con atención.
Escupo el jugo que estaba bebiendo. La pregunta me deja desconcertada.
—¿A qué viene eso? —cuestioné.
—Sólo quiero saber. —La niña se encoge de hombros.
Me quedo callada. Hay un rato de silencio. Mi hija me sigue mirando, me siento acosada.
—¿Y bien, mamá? —inquirió, pestañeando dos veces, esperando por mi respuesta.
La verdad es que esto resulta un poco gracioso con su voz de niña pequeña y graciosa.
—Emm... Pregúntale a tu papá —digo algo finalmente.
Roseanne se encogió de hombros una vez más y se fue corriendo por toda la casa, buscando a su papá. Tardó un rato en volver, con los brazos cruzados, como una pequeña mujercita.
—Papá me ha dicho que te pregunte a ti —informó.
Al final, no sé cómo logré zafarme del tema sin decirle nada de... Eso. Sí, eso.
Decidí darme una vuelta por la casa. Han pasado unos días desde mi visita al AMBERY'S PLACE, se siente extraño ir a ese lugar. Me cuesta acostumbrarme así que no voy mucho. Es como si estar ahí me hiciera pedazos. Pero, sólo es cuestión de tiempo hasta que me acostumbre.
En este instante me encuentro en la sala de los instrumentos. Observo el piano. No sé por qué tengo tanto miedo de volver a tocarlo.
Quizás sea porque me trae recuerdos dolorosos. Sin embargo, debo enfrentarlos.
Porque somos fuertes.
Soy fuerte.
Aspiré una bocanada de aire. Tomé el valor de sentarme en el taburete. Primero pasé mis dedos por las teclas, muy suave. Cerré los ojos con fuerza. Presioné algunas teclas aleatorias, creando una melodía. Abrí los ojos y entonces dejé que todo fluyera como debía ser.
Me dejé llevar por la música. Mis manos se paseaban por cada una de las teclas de manera que resultaba difícil no perderse en la melodía.
Como la primera vez que toqué este piano con la pasión que lo requería. Justo como ahora.
Dejé de tocar. Me sentía... Bien. Muy bien. Al voltear la cara y levantarme me encontré con cuatro asombrados pares de ojos: Julia, Axel y mis hijos me estaban observando tocar.
—¡Otra! ¡Otra! —canturreaba Dayker mientras que Roseanne también lo hacía y aplaudía al ritmo de las voces.
Al final opté por tocar otras dos canciones y los niños quedaron satisfechos.
***
Bajé las escaleras a toda velocidad. Alguien tocaba el timbre y estaba yo sola en casa. Los demás se encuentran en el restaurante.
Cuando por fin llegué a la puerta, dejaron de tocar el timbre. Abrí. Eran dos chicos distraídos.
Uno es rubio.
El otro es castaño.
Uno es Vlad.
El otro es Cédrick.
El castaño hace un exagerado de sorpresa al verme. Olvidaba que es muy expresivo. El rubio se sorprende también pero no tan exagerado. Los dos se quedan de piedra, inmóviles en su lugar.
—¿Me van a abrazar o no? —inquiero, divertida.
—Por supuesto que sí —enunció Vlad.
Los dos se lanzaron sobre mí, abrazándome.
Los había extrañado mucho.
Me sorprende que los recordaras.
A mí también. Pero, eso quiere decir que estoy recuperando la memoria. Y eso es genial.
Los chicos y yo estuvimos charlando por un buen rato. Les conté sobre lo que había sido de mí estos últimos cinco años que estuve fuera. Hablé sobre cómo me las arreglé viviendo en una isla llena de caníbales.
Mencioné que no recordaba del todo a Axel y ellos se miraron entre sí. Decidí ignorar eso y continué hablando. Informé que tenía una hija y un hijo, obviamente les conté quién es el padre.
La charla siguió. Fue el turno de ellos para hablar. Me dijeron que cuando supuestamente morí, el mundo sufrió un gran golpe. La noticia de mi muerte dejó atónitos a muchos. Contaron que tuvieron que cerrar el Teatro Falls por falta de dinero, claro que también ellos ganaban dinero con mis presentaciones. Ellos quedaron en bancarrota ya que sus padres no quisieron ayudarlos.
Ambos seguían solteros según me dijeron.
En estos cinco años habían pasado demasiadas cosas.
—Ara, ¿te gustaría volver a tocar el piano, volver a los escenarios?
Lo miré, dudando.
—No sé si estoy lista para eso, Cédrick —contesté con sinceridad.
—Mira el lado bueno: mucha gente pagará por ir a ver a la muerta viviente tocando el piano. —Intervino el rubio, empujándome a decir que sí.
—¿Lo hacen por mí o por ustedes, hermanitos Ilianov? —acusé, entrecerrando los ojos y señalándolos con el índice.
—Por nosotros tres —respondió el castaño—. Los tres necesitamos dinero en estos momentos.
Lo pensé unos minutos bajo la presión de las miradas de Vlad y Cédrick. No tuve más opción que acceder a volver a tocar el piano.
Tiempo después llegaron los demás. Presenté a mis hijos, los cuales quedaron encantados con los Ilianov. Y viceversa.
Así pasó un mes de tranquilidad. Estuve yendo al restaurante y me acostumbré bastante a estar allí. Vladymir quedó flechado por Olivia en la ocasión que me hizo compañía al AMBERY'S PLACE.
Lizt volvió a casa. Su bebé —que es una niña— fue nombrada Ara en mi honor porque pensaba que yo estaba muerta. La verdad es que no tenía ni idea de que hubiera dejado una huella tan grande en esta familia.
Pero, así fue.
En lo demás, vi a las otras hermanas un par de veces. Los primitos, Rosa, Samuel y Day, se han hecho grandes amigos. Juegan mucho siempre que se ven.
Ahora el restaurante volvía a estar a mi nombre, como la legítima propietaria que soy.
Volví a tocar el piano frente a un público extenso. Vlad tenía razón, mucha gente pagaría por ir a verme. Gané un buen dinero, y por supuesto que los Ilianov también. Reabrieron el Teatro Falls y cada martes en la noche, daba una función en la que yo siempre participaba con canciones diferentes que ellos escribían para mí, yo le ponía sonido y voz a las canciones.
También me había vuelto una buena cantante. Todo marchaba de manera sospechosamente excelente. Recordando lo que era hace cinco años, diría que está a punto de pasarme algo muy malo, o peor: a mis hijos.
Por eso tengo miedo de ser feliz, porque sé que algo malo pasará.
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BILLONAIRE
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...