Observo a mis hijos jugar en la arena. Hacen castillos y los adornan con conchas. Están junto a otros niños. Se entretienen entre todos y no tienen otra preocupación más que divertirse y reír.
La verdad es que me sorprende que Rosa y Day sean capaces de interactuar con otros niños tan bien como lo hacen. En la isla los únicos niños eran ellos dos.
La playa no está tan llena como pensé que estaría antes de venir aquí. Al principio me resistí un poco ante la propuesta de Axel, pero, al final decidí ceder. A nadie le haría daño que viniéramos. Nos divertiríamos y cambiaríamos de aires por un buen rato.
Y sería un recuerdo inolvidable para los niños.
Respiré profundo. Me puse las gafas oscuras para que el sol no me molestara tanto. Me acomodo en la tumbona bajo la sombrilla de playa. Unos recuerdos fugaces vienen a mí como un Dejá Vú, de cuando yo era pequeña y correteaba detrás de mis padres en una playa como esta. Sonrío con tristeza.
Escucho las olas chocando en la orilla. Me concentro en ese sonido y siento tanta paz que nada ni nadie puede hacer que me altere.
De un momento a otro, delante de mí se posó una figura. Creí que era el Máster Chef con las bebidas que traería. Sin embargo, no era él. Y ahí supe que mi paz si podía desvanecerse gracias a alguien.
—Milenne.
—Sí, yo tampoco me alegro de verte.
Mi mirada siguió sus movimientos. Se sentó en la tumbona a mi lado izquierdo. Me levanté para estar en la misma posición que ella. Mis ojos buscaron a Roseanne y Dayker.
Dios. No. No. No. No.
Los he perdido de vista. Joder. Miré a la chica, aterrada.
—No te preocupes, están en buenas manos —habló con una sonrisa perturbadora—. Mi compañero no va a dañarlos sin una orden mía.
—¡¿Dónde están mis hijos?! —grité, desesperada—. Y, ¡¿dónde está Axel?!
Milenne soltó una risa a modo de chantaje.
—Él está teniendo una animada conversación con mi padre y mi tía en estos momentos.
—¿Quién demonios es tu tía? Joder, déjanos en paz.
—Mi tía es Nicole Pritz, quizás sepas que ella iba a casarse con el tío de mi marido Axel —soltó, manteniendo una sonrisa—. Y no pienso dejarlos en paz, no hasta que Axel vuelva conmigo. Él es mío, no tuyo. De no haber sido por ti y esos mugrosos niños, él y yo seguiríamos siendo felices.
—¿De qué hablas, desquiciada? Axel nunca fue feliz contigo y ese matrimonio de ustedes era completamente falso sin amor. Acéptalo de una vez.
Ella iba a decir algo, aunque no lo permití. La dejé con la palabra en la boca y me marché. La preocupación me estaba tragando. Tenía un nudo en la garganta y las lágrimas se iban acumulando.
Pregunté a cada persona que me pasaba cerca si había visto a mis hijos y les mostraba fotos de ellos. Joder. Mis niños están desaparecidos.
Veo a alguien tirado en la arena. ¿Ese es Axel? Me acerco un poco más. Tiene el rostro magullado. ¡Dios mío, es Axel! Corro hacia él e intento levantarlo. Pesa mucho y es una tarea difícil.
—¡Axel! Maldición. Esto es malo.
Observo su estado. Está en pésimas condiciones. Y sólo puedo pensar que la conversación animada de la que hablaba Milenne era una golpiza ordenada por su padre y su tía.
—Ara... Ha sido la familia de Milenne.
—Ya lo sé. Joder, ¿puedes levantarte o al menos apoyarte en mí?
El Máster Chef intenta levantarse. Le pone mucho esfuerzo. Apenas puede mantenerse en pie. Me duele verlo así. Paso su brazo por encima de mis hombros.
No sé ni cómo logré llamar a una ambulancia. Unos minutos después esta llegó.
***
Desesperación. Me sentía morir por dentro. Estaba desesperada. Las emociones negativas se apoderaron de mí. Lloraba a cada rato. Había pasado media hora desde que llegamos al hospital.
Mi pierna subía y bajaba con nerviosismo. Masticaba mis uñas. Joder. Miro hacia la sala donde está Axel. Nadie sale para decirme nada.
—¡Hermano! —Escucho el grito y el sonido de alguien corriendo.
Conozco la voz. Pero, estoy tan perdida que no sé de quién se trata. Llevo mis manos a mi cabeza y apoyo los codos en mis muslos. Cierro los ojos con fuerza.
Esto es una pesadilla.
Sí. ¡Eso es!
En cuanto abra los ojos, todo estará bien.
Axel vendrá con las bebidas, estaremos en la playa viendo a nuestros hijos jugar en la arena. Y todos estaremos felices. ¿Verdad? Nadie habrá golpeado al amor de mi vida. Nadie se habrá llevado a mis niños.
Mis niños...
Abrí los ojos y vi un par de piernas enfundadas en un pantalón de mezclilla azul.
—Ara... —Subí la mirada y me encontré con el rostro triste de Julia—. ¿En dónde...?
Parecía tener un nudo en la garganta que le impedía hablar con normalidad.
—¿En dónde está él? —preguntó.
Yo tampoco podía hablar. La voz no me salía. Así que sólo hice una señal con la cabeza para darle a entender que estaba en la sala frente a nosotras. Ella entendió todo.
La menor se sentó a mi lado. Un rato después llegó el resto de la familia. Los padres de Axel, sus tíos, sus hermanas, su primo y sus primas. Todos estaban aquí, excepto Sofía. A ella por ser la mayor de los LeBern, fue la primera a quien llamé. Sin embargo, nunca contestó.
—¿Ara? ¿Dónde están los niños?
Mis niños... Ellos no están.
Se me escapó un sonido de frustración y dolor. La pregunta de la señora Cheryl me dejó peor de lo que ya estaba. ¿Cómo podía decirle que se habían llevado a mis hijos? Ni siquiera las palabras salían de mí boca y es que no sabía cómo decir una cosa así.
Me tomó un momento pensar en las palabras correctas para responder a la pregunta que me había hecho Cheryl. Abrí la boca dispuesta a hablar.
Sin embargo, fui interrumpida por el sonido de unas puertas abriéndose. Mi atención se dirigió al médico que salía de la sala donde se encuentra Axel.
—¿Familia de Axel LeBern Smith? El paciente se encuentra bien. Él necesita descansar. Perdió un poco de sangre y tenía costillas rotas.
—¿Perdió sangre? ¿A qué se refiere? —cuestionó Miley, claramente preocupada y me miró—. Ara, no dijiste nada sobre eso.
—Yo... No lo noté —aclaré.
—El paciente tenía tres cortes profundos en el abdomen, estaremos atentos a sus heridas. Eso es todo. Por hoy sólo pueden pasar a verlo sus padres, cinco minutos.
El médico se marchó y dejó a la familia sola. Viéndome aquí sentía que no encajaba. Yo no pertenezco a ellos.
Suspiré. Al menos Axel podría recuperarse. Pero, ¿y mis hijos? ¿Dónde están ellos?
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BILLONAIRE
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...