Capítulo 27

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LIZT

Habían pasado varias semanas desde el regreso a la escuela. La Chica de los Gatos y el Tigre Traumado seguían de novios. Cada día de cada semana, Sofía desaparecía sin dejar rastro. No me molestaba en seguirla ni me preocupaba por eso ya que mi hermana tiene veintiún años y sabe lo que hace.

A mí me preocupaba otra cosa: la reacción de mis padres cuando les dijera lo que quería hacer con mi vida. Estaba esperando el momento justo y este fin de semana lo haría. Lo haré el domingo, en mi cumpleaños número dieciocho.

Estoy emocionada y asustada. Me emociona mi cumpleaños y me asusta que mis padres reaccionen mal.

Me ubiqué en dónde me encontraba ahora. Estaba en la furgoneta de Andreik, camino a la Mansión LeBern. Seguramente los preparativos para mi cumpleaños ya están listos aunque faltan dos días.

Suspiré. Mis hermanas y mi hermano venían conmigo. Axel —al lado del conductor— dibujaba algo en su vieja libreta de dibujos. Hacía mucho tiempo que no lo veía dibujar algo. Miley llevaba tomándose fotos por lo menos desde hace media hora, ya debe haberse tomado unas quinientas selfies.

La menos fotogénica.

Literalmente.

La mayor bipolar estaba dormida sobre el hombro de Julia, quien leía un libro en su celular. Wattpad para ella nunca pasa de moda. Ara estaba sentada frente a mí con sus manos en los hombros de su novio.

***

Mi cumpleaños por fin había llegado. Mi décimo octavo cumpleaños estaba aquí.

El peinado que me hicieron mis estilistas favoritas —mis hermanas y mis primas, las gemelas— era básicamente el cabello suelto y ondulado con dos mechones hacia atrás unidos por un lazo marrón brillante.

El maquillaje era una sombra de ojos, rímel aplicado, un delineado de gato, un poco de rubor y labios pintados de marrón con gloss por encima.

Mi vestimenta era un vestido marrón con los hombros al descubierto, de mangas largas, enseñando una pierna y unos tacones negros de esos que se usaban en los tiempos de mi madre: de punta cuadrada al igual que el tacón alto y mostrando las uñas y dedos de los pies.

Cuando las chicas terminaron de prepararme, salí de la habitación junto a ellas que también estaban maquilladas y con vestidos bonitos, obviamente no se iban a quedar atrás. Incluso Rana, quiero decir, mi prima Lana se puso un vestido negro y sencillo. Sé cuánto odia ella los vestidos, así que aprecio esto.

Vi a Ara, ella traía puesto un vestido púrpura que le llega por la mitad de sus muslos, de mangas largas, sin escote porque es de cuello alto aunque con la espalda al descubierto. Llevaba un maquillaje sencillo. La chica ayudaba en la cocina y con los preparativos en lo que podía.

Adoro a esa chica.

Creo que todos la adoramos, conciencia.

Pues si.

Le sonreí y ella se acercó a mí con una gran sonrisa. Siempre tan alegre, no sé cómo lo logra después de haber pasado por tanto. Perdió a sus padres, a su prima y a su tía, y no tiene a nadie más excepto a nosotros.

—Estás preciosa, Lizt. —Me elogió ella, agarrándome las manos.

—Gracias —Sonreí otra vez—, tú no te quedas atrás.

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