Capítulo 28

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Ya había pasado una semana desde el cumpleaños de Lizt y era nuevamente fin de semana.

Muchísimas personas habían dejado de ir al restaurante. Tendría que cerrarlo temporalmente si esto continuaba. Comprobé que no puedo ser feliz por mucho tiempo. Efectivamente el AMBERY'S PLACE fue cerrado pero no sólo por la pérdida de clientes sino también porque los pocos comensales fieles que quedaban, estaban siendo intoxicados por algo en la comida; ingredientes en mal estado aunque me aseguraba de que todo estuviera bien cocinado y los alimentos eran lavados minuciosamente.

Todo estuvo muy bonito por mucho tiempo, Ara.

Lamentablemente así es mi vida.

Estaba devastada. Había perdido lo único que tenía de mi familia. Andreik intentaba consolarme, pero él no lo entendía. Era imposible que lo entendiera desde mi punto de vista.

Sollocé. Mis mejillas estaban empapadas de lágrimas. Miraba el cartel de "CERRADO" que había en ambas puertas de cristal del restaurante, ese cartel había sido colocado por una inspectora malhumorada. El Tigre Traumado está conmigo, siento que quiere ayudarme, aunque no sabe exactamente cómo hacerlo.

Miro hacia dentro. Lloro más. ¿Cómo he podido perderlo?

—Lamento todo esto —emitió el chico en un tono preocupado—. No sé qué hacer para ayudarte.

—No puedes ayudarme esta vez, Dreik.

—Por favor, ya no llores más. Odio verte llorar —expresó—. No te tortures más.

—No lo entiendes. Este restaurante es mi vida entera, es todo lo que tengo de mi familia, de mis padres. Lo peor es que lo he perdido y no sé qué hacer. —Una lágrima rodó por mi mejilla.

—Créeme que lo entiendo, Ara.

—¡No, no lo entiendes porque ni siquiera tienes padres biológicos o algo de ellos para recordarlos! —grité con lágrimas en los ojos.

Después de decirlo fui consciente de lo que le había dicho y peor aún: del efecto que había causado en él. Lo había herido al descargar mi frustración.

—Tú tampoco tienes padres, Ara. —Me recordó, herido.

Se dió la vuelta para marcharse.

—Andreik, yo... No quise decir eso. Perdóname, es que estoy...

—No, Ara, sé perfectamente lo que quisiste decir. —Y se marchó de una vez.

Ahora también lo perdí a él. Pronuncié su nombre repetidas veces, pero nunca volvió. Estuve llorando gran parte de la noche frente al restaurante y me habría quedado ahí de no ser por una vecina —que se llevaba muy bien con mi tía muerta—, que me llevó a dormir en su casa y me dió un poco de ropa de su hija.

Horas después me desperté en la casa de la vecina. Ella me permitió entrar a su baño y me regaló ropa de su hija —que vive en el extranjero— para cambiarme e irme limpia. Me di una ducha matutina, me puse la ropa regalada, desayuné con la vecina y me fui luego de que ella me diera el pésame por todo lo sucedido una vez más.

ANDREIK

—Mañana mismo tengo que irme del país, Axel —informé, sentándome en el sofá frente a él.

—¿Qué hay de Ara? —inquirió él. Sabía que se refería a mi noviazgo con ella.

—Hoy romperé con ella. —Suspiré. Era un mal necesario—. Confío en que tú la amarás tanto o mucho más que yo.

—No será lo mismo sin ti aquí, Tigre Traumado.

Suspiré una vez más.

—Voy a extrañarlos muchísimo a todos. Extrañaré la bipolaridad de Sophie y las ojeras de panda que Miley tiene casi todo el tiempo —hablé.

—Deberíamos decirle Pandita a Miley, ¿no crees? —mencionó el chico.

—Estoy de acuerdo, Axel. —Solté un largo y pesado suspiro—. Te voy a extrañar, brother.

—Y yo a ti, pero, no nos pongamos sentimentales tan pronto —comentó.

—Como si tú no fueras el rey del sentimentalismo.

Estuvimos conversando un buen rato. Ara llegó empapada —estaba lloviendo— y con los ojos rojos seguramente de tanto llorar. Me partió el alma verla así. Axel también se vió afectado, sin embargo, ninguno de los dos se movió.

Es mejor dejarla sola.

Correcto, conciencia.

La Chica de los Gatos pasó de largo sin prestarnos atención. Hablar con ella y romper la destrozaría aún más. No quería eso, sin embargo, debía hacerlo por los dos aunque sonara egoísta.

Aún era temprano, tenía tiempo.

Varias horas después me vi a mí mismo tocando la puerta de la habitación de Ara. Ella no había salido de ahí en todo el día y estaba realmente preocupado.

La chica me abrió la puerta con un rostro casi inexpresivo, aunque en sus ojos se reflejaba el inmenso dolor que sentía. Ella me hizo una señal para que entrara al dormitorio. Encendió la luz que mantenía apagada y el cuarto se iluminó. La cama estaba destendida, al parecer no había salido de esta.

Ara tragó en seco cuando le dije que teníamos que hablar. Cuando le dije que nuestra relación había llegado a su fin, ella solo me miró con ojos tristes. Suspiró profundamente y dijo:

—No te voy a retener a mi lado. Eres libre de hacer lo que quieras y no puedo obligarte a seguir conmigo, así que respeto tu decisión.

Dolió en el fondo.

De ser posible, abandonaré esta casa muy pronto para no incomodarte —comentó y me dedicó una sonrisa cargada de tristeza.

—No, Ara. No tienes que irte. Puedes seguir viviendo aquí sin problemas —expliqué.

—Entonces, ¿seguiremos siendo amigos? —cuestionó.

—Justo como era antes.

Aunque claramente no sería como antes.

Más tarde me llamaron diciendo que mi vuelo a China había sido adelantado para esta noche. Las hermanas de Axel llegaron a casa y anuncié este cambio sin que Ara se enterara. Quizás estaba mal no decirle sobre esto.

Entre todos convencimos a la Chica de los Gatos para que se durmiera temprano. Ella sospechó que algo no iba bien. Me preparé, mis maletas ya estaban listas desde la noche anterior.

Dejamos a Ara sola en la mansión y Sofía, Axel, Miley, Lizt y Julia me acompañaron al aeropuerto. Allí llegaron las gemelas junto con las tías Sara y Cheryl, los tíos Leo y Liam Noah y por supuesto, mis padres adoptivos también estaban allí.

Vamos a preparar las lágrimas.

Me despedí de todos y mi mejor amigo bromeó con que mi furgoneta ahora era suya y mi mansión sería de Sofía por ser la mayor de todos ya que ella es un mes mayor que yo.

Subí al avión —con unas profundas ganas de llorar— y unos minutos después ya había despegado. Estaba seguro de que mi familia estaba viendo desde la zona donde esperan los pasajeros y enseñan sus pasaportes.

China, ahí te voy.

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