E1: El veneno del enemigo

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El palacio era un enigma, envuelto en misterios y oculto tras cortinas carmesí. La rutina diaria era inmutable: con el alba, la princesa se levantaba, se ataviaba, rendía visita a los reyes y luego se dedicaba a cumplir con las tareas asignadas por sus superiores.

 La rutina diaria era inmutable: con el alba, la princesa se levantaba, se ataviaba, rendía visita a los reyes y luego se dedicaba a cumplir con las tareas asignadas por sus superiores

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En esta ocasión, su única obligación, dictada por su padre el rey, era asistir a sus lecciones habituales con el maestro. Sin embargo, la visita fue interrumpida por un joven desconocido para la princesa, quien irrumpió con noticias para la familia real:

Chin Hae: -Su majestad, lamento la interrupción, pero he traído la información solicitada sobre el médico real. Anoche, fue visto sustrayendo medicamentos. Los guardias no lo impidieron ya que afirmó que eran para su majestad. Hoy, sin embargo, ha faltado alegando enfermedad...
Reina: -¿Insinúas que está malversando los recursos del palacio para su beneficio en el pueblo?

Chin Hae: -Así es, su majestad.

Consciente de que la princesa desaprobaría la idea, la reina le encomendó acompañar al joven al pueblo para verificar que el médico no estuviera abusando de su posición. A regañadientes, la princesa accedió a ir después de su clase en el jardín. Aceptaron, pero con la condición de que Chin Hae la escoltara para prevenir una posible fuga por parte de la princesa heredera. Durante el camino a la clase, entablaron un diálogo tenso y desagradable.

Chin Hae: -Majestad, si me lo permite, ¿podría indagar por qué le desagrada tanto visitar el pueblo? Algún día será su reino

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Chin Hae: -Majestad, si me lo permite, ¿podría indagar por qué le desagrada tanto visitar el pueblo? Algún día será su reino... sería prudente familiarizarse con su gente.

Ae Young: -No necesito tratar con nadie para ser reina. Basta con conocer lo esencial... ¿Qué sentido tiene socializar con aquellos que ni siquiera pueden soñar con pisar el palacio? Y usted, ¿quién cree ser para cuestionarme?

Chin Hae: -Yo... quien soy yo no es relevante... pero puedes estar segura de que soy de confianza.
Ae Young: -Servidor de confianza, claro. Nunca había oído hablar de usted en el palacio como para que sea tan "confiable".

Tras un breve silencio, la tensión se mantuvo durante la lección, que irónicamente versaba sobre la importancia de la conexión con el pueblo. Chin Hae observaba a la princesa con una sonrisa burlona, lo que la incomodaba y enfurecía. Al finalizar, partieron del palacio sin mediar palabra. La actitud de Chin Hae había generado un ambiente cargado entre ellos.

A pesar de su malestar inicial y su aversión a abandonar el palacio, la princesa se sintió ligeramente mejor cuando Chin Hae compartió con ella algo de comida, platillos que rara vez disfrutaba en la corte. En el camino, la hija del consejero, Ji-min, empujó a un niño, provocando su caída. Chin Hae, que la trataba casi como a una hermana, la reprendió y exigió una disculpa hacia el niño y su madre.

Ae Young, sorprendida por su actitud, le preguntó por qué había intervenido y por su familiaridad con Ji-min. Ambos respondieron simultáneamente, pero sus versiones diferían.
Chin Hae afirmó: Ella es prácticamente mi hermana. Crecimos juntos.

Mientras que Ji-min simplemente dijo que eran amigos de hace tiempo.
La explicación de Chin Hae desconcertó a Ae Young, pero optó por desestimarla, asumiendo que era una broma y dando más credibilidad a Ji-min. Decidió ignorar el asunto por el momento, instándolos a dejar de lado las trivialidades y continuar el camino.

La visita resultó ser menos útil de lo esperado, o al menos eso pareció. De un hermoso jarrón tradicional, un guardia dejó caer accidentalmente un polvo sobre su ropa, que tras una investigación, se reveló proveniente de una flor venenosa. Por fortuna, la inexperiencia del guardia real resultó ser providencial, y se le agradeció por su ayuda involuntaria.

Días más tarde, el rey solicitó nuevamente a Chin Hae que investigara en el pueblo sobre el robo, ya que la planta encontrada, y que curiosamente estaba entre las sustraídas esa noche, estaba causando numerosos casos de envenenamiento en el pueblo. Se temía que el palacio fuera el próximo objetivo.

Esta vez, la princesa heredera no necesitaba participar en la investigación, pues estaría ocupada asistiendo a la reina madre en la selección de su consorte. Al enterarse de la situación, la princesa vio una oportunidad y convenció a su padre de posponer la elección del príncipe "para participar en la investigación", aunque en realidad, ella veía el romance como una pérdida de tiempo.

Al salir del palacio, se encontró con Chin Hae, quien se quejaba de la espera. Él bromeó, sugiriendo que ella quería retomar la investigación solo para pasar más tiempo con él. Se rió brevemente, pero al notar que el chiste no fue bien recibido, guardó silencio. Parecía que siempre lograba incomodarla con algo. Mientras salían, un caballo pasó a toda velocidad, haciendo tropezar a Ae Young. No fue una caída grave, pero Chin intentó sostenerla.

Afortunadamente, logró amortiguar su caída. Se miraron fijamente a los ojos por unos segundos... hasta que ella sonrió, se acercó a su oído y le agradeció. Luego se levantó y retomó su habitual seriedad, instándolo a levantarse y apresurarse antes de que su padre cambiara de opinión.

Al levantarse, Chin Hae notó que se había lastimado la mano, aunque ella parecía no haberlo notado, o al menos eso pensó él. Ya en el pueblo, la princesa decidió entrar a la casa de un médico local y pidió algunos insumos para curar heridas, dejando a Chin perplejo. Él preguntó si se había lastimado o para quién eran las vendas. Ella respondió de inmediato:

Ae Young: -Son para ti. Por favor, dame tu mano, señor...

Chin Hae: -Nam, Nam Chin Hae, ese es mi nombre.

Lo dijo mientras extendía su mano y se sentaba. Ae Young lo miró seriamente y luego, inesperadamente, comenzó a reír, burlándose mientras le pedía su verdadero nombre, pues no creía que Nam fuera su apellido.

•Ese es el apellido de la familia de Nam Ji-Min. Que se traten como familia no significa que lo sean. Dime tu verdadero nombre.

Chin Hae explicó que había crecido con Nam Ji Min; su padre había muerto en un ataque al palacio cuando él era pequeño. Apenas recordaba su nombre y nunca se atrevió a revelar el de su padre por miedo a ponerse en peligro. Por ello, el consejero le dio su apellido y lo crió. Poco visitaba el palacio hasta que decidió dejar de huir y servir a la familia real en agradecimiento por su apoyo. Tras escuchar esto, la heredera guardó silencio, otra vez.

La historia duró lo suficiente como para que terminara de vendar su mano. Dado que no podían demorarse, se dirigieron a la casa del médico real. Para su sorpresa, ni él ni su familia estaban presentes. En el suelo yacía el jarrón que había contenido el veneno en una ocasión anterior, ahora roto y manchado de sangre.

Los guardias comenzaron a inspeccionar la casa mientras la heredera caminaba lentamente hacia el jardín. Allí, una montaña de tierra llamó su atención. Ae Young instó a los guardias a excavar, albergando la esperanza de encontrar algún objeto significativo enterrado. Pero, para su desgracia, sus temores se confirmaron: no era un objeto lo que estaba enterrado, sino un cuerpo.

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