La vida es una montaña rusa, siempre con altas y bajas, nubes que te siegan la vista y hermosas lagunas que te dan felicidad. Cada curva y cada giro es un nuevo desafío, una nueva oportunidad para aprender y crecer. Quizás todo sea alegre en ciertos momentos, pero no debemos confiar ciegamente en esa alegría. Como un soldado en el campo de batalla, debemos estar preparados para la guerra que es el estar vivo, el tener una vida, el ser alguien. Al tener la oportunidad de reír y llorar, de amar y perder, nos damos cuenta de que cada emoción, cada experiencia, tiene su precio. Un precio que debemos pagar sin debate, sin dudar. Porque si queremos ganar, debemos estar preparados para enfrentar los retos, para superar los obstáculos, para luchar contra las adversidades. La vida de Ae Young estaba en un punto de inflexión, finalmente estaba dispuesta a arriesgarse y decidió buscar su felicidad. El ambiente era muy silencioso, una especie de tensión flotaba en el aire, una tensión que desapareció repentinamente en el momento en que Ae Young y Chin Hae se abrazaron. Las palabras que él pronunció, apenas audibles en su oído, fueron un escape, una chispa de esperanza de que ella podría ser feliz en algún momento, de que quizás tenía esperanzas de liberarse de esa presión que la asfixiaba como si estuviera al borde de la atmósfera, quedándose sin aire. En ese momento, se sentía relajada y confiada, concentró su vista en los ojos oscuros de Chin Hae, que le transmitían seguridad y confianza. De un momento a otro, ambos empezaron a acercarse cada vez más y más, sus labios, a punto de rozar delicadamente, fueron detenidos por el llamado del guardaespaldas. -Su majestad, tenemos que irnos. El Sr. Han Suk Hyun y la Sta. Nam Ji Min vienen para acá, se les ve muy molestos. No sería conveniente que la encuentren aquí. ¿Qué piensa hacer? –
Sin pensarlo dos veces, Ae Young se movió con una agilidad sorprendente. Se acercó a un árbol robusto y antiguo que se alzaba en la parte de atrás de la casa. Chin Hae estaba a punto de protestar, pensando que su escondite era demasiado obvio, pero se quedó sin palabras cuando vio lo que la princesa tenía en mente. Ae Young no pensaba esconderse detrás del árbol. En cambio, con una gracia y destreza impresionantes, comenzó a trepar. Sujetándose de las ramas y luego impulsando su cuerpo con el muro de piedra, subió hasta quedar oculta entre las hojas. El árbol era bastante tupido y ella sujetaba su vestido para esconderlo. Era casi imposible notarla allí, camuflada entre el follaje.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Apenas ella logró esconderse, el sonido de golpes agresivos contra la puerta resonó en el aire. Han Suk Hyun había llegado, su ira era palpable incluso antes de que se abriera la puerta. Ji Min, tratando de mantener la calma, le pedía que moderara su actitud. Pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Tan pronto como Chin Hae abrió la puerta, Suk Hyun, al ver al guardaespaldas, empezó a dar pequeños empujones en el hombro de Chin Hae. Su voz, elevada y llena de odio, retumbó en el silencio mientras preguntaba dónde estaba la princesa. Chin Hae intentaba explicarse, pero Han Suk Hyun no le daba la oportunidad, su furia era como una tormenta que no permitía ninguna explicación. A diferencia de Suk Hyun, quien parecía un torbellino de emociones y preguntas sin respuestas, Ji Min era la calma en medio de la tormenta. Observaba todo detalladamente, aprovechando que Chin Hae y el guardaespaldas estaban distraídos tratando de lidiar con Han Suk Hyun. Junto a la puerta que daba acceso al patio trasero, donde se escondía la princesa, encontró una de las flores de oro que adornaban la diadema de Ae Young. Esta debió caerse en el apresurado ascenso de la princesa al árbol. Ji Min, con una compostura poco común en ella, no perdió la cabeza. Fue conveniente, ya que tras observar en silencio el rostro de Chin Hae dando sus excusas de por qué el guardaespaldas estaba ahí, ella pudo notar que este estaba mintiendo. Cuando Chin Hae cumplió los 11 años de edad, un familiar de Ji Min decidió llevarlo a otro estado del país. Cuando este volvió para ayudar en el palacio, hizo una promesa de no decir ni una sola mentira a la familia real. Sin embargo, Han Suk Hyun, aunque sí era de una familia poderosa, aún no pertenecía a la realeza. Esto significaba que Chin Hae fácilmente podría mentirle. Pero había un problema: cuando Chin Hae mentía, usualmente empezaban a sudarle las manos y no lograba concentrar su vista en los ojos de la otra persona. Esto le dio a Ji Min la confirmación que necesitaba. Sabía que algo estaba sucediendo, y estaba decidida a descubrir qué era. Mientras tanto, en lo alto del árbol, Ae Young permanecía oculta, esperando que la tormenta pasara. Sabiendo esto, Ji Min se acercó a él con una determinación silenciosa y lo tomó de la mano. Su contacto fue como una chispa eléctrica, causando que él reaccionara inmediatamente, apartándose como si hubiera sido quemado. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y confusión mientras preguntaba con voz alterada qué estaba haciendo. Ji Min, sin embargo, solo dejó escapar una sonrisa enigmática que dejaba muchas preguntas sin respuesta. Se volteó y, con una voz suave pero firme, le pidió a Han Suk Hyun que también se fuera con ella. Ji Min -Seguramente Chin Hae estaba hablando con el guardaespaldas sobre el atacante. No creo que Su Majestad esté aquí, mejor vámonos- Esta acción por parte de ella cayó como un rayo en medio de la tranquilidad de la casa, sorprendiendo a todos los presentes. Pero algo dejó a Chin Hae mucho más desconcertado. Justo antes de irse, mientras estaba de espaldas a Chin Hae saliendo de la casa, Ji Min dirigió su mirada hacia la puerta que daba al patio trasero. Con una sonrisa en su rostro que contrastaba con la lágrima que rodaba por su mejilla, reflejaba un dolor inmenso, un dolor que parecía consumirla desde dentro. Nam Ji Min simplemente se quedó ahí por unos pocos segundos, su mirada perdida en el recuerdo de la princesa escondida en el árbol. Decidió no interponerse más en lo que el destino ya había planeado, dejando que las piezas cayeran donde debían. Ellos estaban solos nuevamente, pero el ambiente se había fracturado como una pieza de porcelana tras una gran caída. Solo quedaba un rastro de incomodidad. Ae Young se despidió de Chin Hae y se alejó rápidamente después de que su guardaespaldas le diera luz verde. Habían llegado a la conclusión de estar juntos, pero debían mantener el secreto, pues sería imposible que siquiera se vieran si su padre se enteraba de este romance. Ji Min estaba sumida en la tristeza, sus ojos cristalizados buscaban desesperadamente un lugar donde esconderse. Caminando sin rumbo, encontró la biblioteca y decidió entrar para ocultar sus lágrimas detrás de las páginas de un libro. Sin embargo, al ver a todos los demás cerca de ella, mirándola con lástima, decidió buscar un lugar más tranquilo, donde mil ojos no la observaran. Sus piernas la llevaron hasta la casa de Ji Ho. Al principio, no le gustó la idea, temiendo que él comenzara a hacer preguntas incómodas. Pero ya que importaba, él conocía la historia. Al entrar, Ji Ho la miró con sorpresa: —No pensé que tuvieras tantas ganas de venir a leer estas… —comentó, sin terminar la frase. —No estoy de humor para conversar. ¿Dónde están los libros? —respondió Nam Ji Min con brusquedad. La interrupción dejó a Kim Ji Ho perplejo. Ella había estado alegre antes, pero de repente parecía que toda su vida se oscurecía. Tenía muchas preguntas, pero buscó solo una respuesta: