El rencor es un sentimiento dañino que lastima su alrededor. Es una venda segadora que te mantiene persiguiendo el olor de la sangre como un tiburón en el basto océano. La venganza es ese pensamiento de hacer pagar a una persona sin importar el costo. Pensar en ella puede parecer la mejor salida para quienes no se sienten en armonía con la vida, pero el camino hacia esta meta es peligroso, ya que te aleja más de ti mismo y te hace caminar por un sendero de soledad y arrepentimiento, alejando también a todos los que alguna vez te quisieron y quisiste, lastimando a aquel que se quede a tu lado. Un acuerdo, es lo que personalmente considero un símbolo de superación, de olvido, de perdón. Es cierto que permitir que el sufrimiento te golpee como si fueras un viejo saco de boxeo al que todos aborrecen puede ser doloroso y complicado, pero si tu mente considera que esa persona puede ser perdonada o que pagara sin hacer sufrir a otros, ahí es cuando finalmente la paz será alcanzable y la felicidad llegara a tu puerto.
La alegría pintaba el ambiente de luz y armonía, un pequeño corría apresurado hacia el borde del rio persiguiendo un cachorro, jugaba dichosamente con este animal hasta que, entre sus risas, logro escuchar la delicada voz de su madre, quien le advertía que fuera cuidadoso con las rocas. Aquella elegante y sencilla mujer de cuerpo delgado, hermosa figura y cabello oscuro sedoso se aproximó a los árboles intentando alcanzar algunos frutos, justo en el tronco de la planta, ella presencio algunas plantas medicinales poco comunes que solían nacer ahí, quiso aprovechar así que empezó a extraerlas de la tierra para hacer medicina en caso de una emergencia.
Mientras las recogía un sonido la alarmo, su hijo se había caído al rio y aquel cachorro ladraba intentado ayudar, pero a la vez, temiendo entrar al agua. La madre corrió lo más rápido que pudo y logro sacar a su hijo del agua, preocupada por lo ocurrido noto como su hijo observaba al pequeño lobo mientras lloraba, supuso que el animal tenía la culpa y, cegada por el miedo que sufrió recientemente, empezó a reganar al cachorro. La delicada voz de esta mujer era cada vez más y más elevada, no paso demasiado tiempo y el lugar se vio repleto de estos depredadores caninos, ella se asustó y al retroceder aplasto la cola del cachorro, eventualmente recibió una mordida de este y se apartó a abrazar a su hijo, en un intento de protegerlo.
El cachorro cayó al agua porque ella accidentalmente lo pateo por el impacto que le provoco la herida. En ese momento, el resto de la manada se salió de control y saltaron sobre ella, haciéndola retroceder mientras intentaba alejarlos, en unos pocos pasos ella cayo al rio junto con los depredadores quienes aún la atacaban. El niño, espantado por lo recién ocurrido intento ayudar a su madre, pero era demasiado tarde, un color rojo vivo comenzó a teñir la veloz corriente de agua, él estaba espantado y salió huyendo, corría y corría aterrado. De repente escucho una voz, una voz tan delicada como la de su madre, su vista se oscureció y al abrir los ojos nuevamente, se encontró arrodillado mientras con sus manos llenas de ampollas sostenía la tierra, y por su rostro corrían las lágrimas igual que el agua por aquel rio.
Había reaccionado, pero esa voz continuaba, no se detenía, poco a poco Kim Ji-Ho se calmó y fue capaz de reconocer a la dueña de tan dulces palabras. Y ahí estaba, parada detrás de un árbol, buscándolo, su mirada insegura y preocupada se volteó a él y sus primeras palabras fueron;
-Ji-Ho… aquí estas-
Kim Ji-Ho estaba destrozado, los recuerdos lo habían atacado al punto de dejarlo indefenso. Fue la pacifica voz de Ji-Min, su mirada tranquila por encontrarlo, su preocupación por buscarlo y esa dulce sonrisa en sus ojos, lo que lo mantuvo en calma. Buscando desesperadamente un apoyo, Ji-Ho se armó de valor y se levantó lentamente, camino hacia ella, olvidando todo a su alrededor. Una vez parado cara a cara frente a la chica, el bibliotecario resumió todo lo que su mente quería expresar en seis palabras…
- Por favor, quédate siempre a mi lado- luego la abrazo, sus brazos llenos de sentimientos se aferraban a ella, como una despedida que no quieres olvidar, solo que, en lugar de un final, este era el principio, el principio de una promesa, la cual fue sellada cuando Ji-Min le correspondió, confirmando que estaría siempre acompañándolo, ayudándolo a cada día olvidar un poquito más sus miedos y mostrándole que gracias a él, ella comprendió lo que realmente significaba amar.
Mientras tanto, no muy lejos de ahí, en el palacio, el rey y Chin Hae aún se encontraban en duelo, un duelo sin fin donde ganaban ventaja y luego perdían el control de la situación, era un bucle interminable el cual Nam Chin Hae decidió cortar, olvido todo respeto que le tenía a su majestad y uso su katana para herirlo. Aprovecho la oportunidad y corrió, llego hasta los aposentos de la princesa, lugar que en ese momento estaba vacío, y, por lo tanto, tampoco era muy bien vigilado.
Ahí, abrió aquel papel y noto que era una carta, una carta escrita a su hijo:
“Se que estas escondido, pero debo advertirte, tu hermana está cada vez más cerca de descubrir que te has hecho pasar por su guardaespaldas. Te pido que dejes atrás los remordimientos, olvida el odio que tienes a mi persona y a nuestra familia. Vete lejos, perdónanos la vida. Espero que seas capaz de dejar en paz este lugar que alguna vez fue tu hogar.”
El texto continuaba, pero Nam Chin Hae ya tenía suficiente información con lo que recién había leído, inmediatamente los puntos en su cabeza empezaron a unirse por sí solos, levanto la mirada, y dejo caer la carta al suelo mientras empezaba a correr velozmente. Sus pies se convirtieron en flechas que atravesaban cualquier obstáculo para llegar a la diana, pero hubo un inconveniente, el rey había enviado más guardias para detenerlo.
El palacio se había convertido en un campo de batalla, un campo que Chin Hae fácilmente podría liderar, pero esta vez no tuvo tanta suerte, el enemigo lo rodeo por todas las esquinas atacando cada punto ciego posible.
El chico estaba débil, lo hirieron de todas las formas posibles. Ellos continuaban golpeándolo, al punto de que apenas podía mantener sus ojos abiertos, fue entonces cuando unas flechas empezaron a atacar a los guardias, todas venían del mismo sitio, deshaciéndose uno por uno de aquellos hombres, algunos notaron el ataque y se dirigían a defenderse, pero esa persona sabía lo que hacía, de aquella sombra de donde las flechas aparecían, se dejo ver una silueta blanca que habilidosamente se deslizo entre los pocos guardias restantes, y con una daga de plata les causo heridas en el cuello, piernas y estómago.
Tras haber acabado con aquellos hombres, esa persona cubierta de blanco retiro el pañuelo en su rostro y ayudo a Chin Hae a levantarse, cuando el vio su rostro, se sintió en paz ya que sabía que podía confiar en ella, y con una voz apenas audible pronuncio su nombre. “Hwang… Min…. Min Jae”
Ella le pidió que guardara sus fuerzas para después y lo llevo nuevamente a los aposentos de la princesa heredera, ya que, era el único lugar seguro del palacio, por el momento….
Ae Young se encontraba con el atacante, quien le había revelado su rostro una vez estuvieron fuera del alcance de los guardias. La princesa heredera quedo anonadada ante tal revelación… El rostro de su guardaespaldas fue visible tras aquel pañuelo oscuro. Ella no sabia ni como reaccionaria a tal descubrimiento, fue impactante para ella saber que la persona que se suponía debía protegerla, era quien contantemente planeaba atentados en su contra.
Tras tal impresión solo logro pronunciar una palabra, una corta pregunta que tenia desde el principio. -Por qué? –
La pregunta no fue recibida con seriedad, al contrario, una fuerte carcajada fue la reacción de este hombre.
-Por qué? ¿Me preguntas por qué? Pues quizás porque toda mi vida tuve que soportar el olvido, mira tú querido pueblo, pregunta a alguien quien es Lin Seong Hwa, y dime si alguien reconoce el nombre. - en ese instante su sonrisa se borró por completo, convirtiéndose en un rostro serio y completo de ira.
Ae Young se quedo pensando por un momento en el nombre del atacante, y algo le pareció raro, el apellido Lin, pertenecía únicamente a la familia real, entonces, quien era el? Fue su siguiente pregunta.
-Como puedo ver ni siquiera tu conoces el nombre de tu querido hermanito. ¡El que desapareció del mundo en el maldito momento en el que desdiste nacer!, tu te convertiste en heredera, rompiendo una ley de anos en la familia donde las mujeres no podían heredar el trono, yo deje de existir para todos. Y para rematar tuve que vivir con el principal culpable de que eso sucediera. Hasta que un día no soporte seguir viendo el rostro de ese hombre, y me deshice de el, lo mismo con nuestra abuela, y con el medico que jamás encontraron, y así será con cada persona que sabia de mi existencia y decidió borrarme. –
Las frías palabras del atacante resguardaban un enorme dolor, el cual Lin Ae Young de alguna forma logro percibir. Poco a poco la confusión desapareció de la mente de la chica, cada pregunta fue respondida y todo empezó a ser entendible. Menos una cosa, una única pregunta que Ae Young no pudo evitar expresar.
-Si tanto odias a tu familia, a mi… entonces, ¿por qué me ayudaste o… piensas matarme acá? –
Lin Seong Hwa, su hermano, negó con la cabeza y respondió.
-La única culpa que tienes sobre todo esto es haber nacido, al principio esto me parecía suficiente motivo para que merecieras morir, pero, siendo tu guardaespaldas pude darme cuenta de que realmente eres alguien que si hubiera ido tu decisión jamás me habrías dejado en el olvido. Debo admitir que he llegado a apreciarte, pero eso no cambiara el destino de los demás. -
Ae Young noto que existía humanidad en aquel chico que, a pesar de haber crecido con un ser despiadado que la hizo temblar en su niñez, logro mantenerse de alguna forma, puro. Aun existía la opción del perdón en el, solo que se negaba a admitirlo, a considerar tal opción. Pero no era igual para la heredera, quien, sospechando de la existencia de ese posible perdón, se propuso convencerlo de que sería lo mejor.
Lo que ella no podía ni tan siquiera sospechar era que debía apurarse, pues el palacio, muy pronto cundiría el pánico.
Paso una hora, una hora de insistencia en la que no obtuvo muchos resultados, hasta que se le ocurrió una idea.
-Que tal si hago que todos te conozcan- grito la heredera llamando la atención de su hermano.
-Hare que todos te conozcan, que conozcan tu historia, lo que te paso… y si así lo deseas, renunciare al trono. –
Esta propuesta finalmente capto la atención de Seong Hwa, el pregunto que planeaba hacer al renunciar al trono. ¿Quién se encargaría del? Al parecer, ella ya tenia alguien en mente, pero guardo silencio.
-Y a cambio solo quieres que me detenga. ¿Verdad? –
A la chica solo le quedaba asentir y cerrar el trato. Lin Seong Hwa parecía haber sido finalmente convencido, sin embargo, le advirtió que, si quería evitar un desastre, lo mejor sería volver al palacio con urgencia.
A pesar de la prisa y de que el lugar no estaba tan alejado, tardarían al menos unas dos horas mínimo en llegar. Lo cual no les permitiría llegar a tiempo, teniendo en cuenta que dentro de los muros del palacio, el caos escondido estaba a punto de revelarse contra todos.
Hwang Min Jae planeaba una forma de salir del palacio evadiendo los guardias. En ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por Chin Hae, quien por alguna razón no dejaba de toser, el se encontraba débil, pero ahora, Nam Chin Hae sintió como su pecho se comprimía y sus latidos se aceleraban. Min Jae percibió un denso humo que entraba a la habitación y abrió la puerta para indagar el origen de esta sustancia. Al abrir aquella enorme puerta que separaba los aposentos de la princesa del resto del lugar, un fuerte olor a carbón entro de manera instantánea. No sabia que pasaba, pero si que debía correr, y ayudar a salir a Nam Chin Hae.
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Amor de Palacio
Romance✮ 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒆𝒎𝒃𝒂𝒓𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆 𝒚 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓. ✮ 𝑼𝒏 𝒉𝒖𝒆́𝒓𝒇𝒂𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒊́𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒄𝒉𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒚 𝒄𝒂𝒓𝒈𝒂𝒃𝒂 𝒕𝒓�...