¿Destino o coincidencia? A veces, la vida nos presenta situaciones que para algunos son meras coincidencias, pero otros prefieren creer que son obra del destino. En ocasiones, vuelves a ver a quien creíste que había salido de tu vida, y a veces, tus oportunidades se repiten cuando pensabas que todo estaba perdido. Sea destino o coincidencia, lo creas o no, perder la esperanza no es cuestión de ser perdedor o ganador. Solo se sabe si ganas o pierdes si tu decisión es rendirte y esperar que el destino haga su trabajo, o luchar y crear tú mismo las coincidencias.
Quizás fue el destino el que quiso que la princesa se reuniera con Chin Hae, quien jamás imaginó que la volvería a ver después de trasladarse a otro pueblo por años, manteniéndose oculto de la familia real y en contacto solo con Nam Seok-Woo y Nam Ji-Min, quienes velaban por su seguridad y bienestar. Aunque también pudo ser una coincidencia, ya que, estando en el mismo palacio, sería prácticamente imposible no reencontrarse.
El día finalmente llegó y Han Suk-Hyun se dirigía a encontrarse con la reina madre y la princesa heredera para tomar una decisión definitiva. Una vez frente a ellos, y aunque nunca lo había hecho antes, la princesa no pudo soportarlo y se arrodilló suplicando que no la casaran con él. Al presenciar esta escena, Suk-Hyun se dio cuenta de que, a pesar del tiempo transcurrido, no había logrado despertar interés en ella. Al contrario, ella estaba dispuesta a humillarse para evitar el matrimonio. Con la esperanza aún intacta y sin rendirse, pidió a la reina madre que permitiera a la heredera reflexionar más sobre el asunto. La reina madre dudó por un momento, pero al ver que ambas partes parecían estar de acuerdo, no se opuso a la decisión. La princesa, inundada de alivio y alegría, se despidió respetuosamente de la reina madre y partió en busca de Nam Chin Hae para compartir la buena noticia. Suk-Hyun, intrigado por su prisa, decidió seguirla discretamente para descubrir qué tramaba.
Chin Hae no estaba en el palacio, pero la princesa heredera, con un brillo de felicidad en sus ojos, no se detuvo ni un instante. Se dirigió a su casa y, al no encontrarlo allí, decidió esperarlo en el "lago secreto". Mientras entraba al túnel, Suk-Hyun solo podía pensar en lo extraño de la situación y cómo ella conocía ese lugar oculto. A pesar de sus dudas, la siguió hasta el final. Allí estaba Chin Hae, sentado en la rama de un árbol, sumido en los recuerdos de los momentos compartidos en ese lugar. De repente, escuchó la voz de Ae-Young llamándolo emocionada. Al bajar, le preguntó el motivo de su visita, y ella le reveló que, por ahora, no se comprometería y que, con suerte, quizás no tendría que casarse con él. En el fondo, Chin Hae se sentía eufórico, pero disimuló su emoción y simplemente la felicitó por haber conseguido lo que deseaba. Ae-Young percibió su frialdad y, temiendo que no estuviera contento con la noticia, le expresó su preocupación. Chin Hae, apresurado en aclarar el malentendido, le aseguró que estaba más feliz de lo que aparentaba.
Han Suk-Hyun, oculto entre las sombras, estaba confundido. Sabía que ellos dos se habían hecho amigos, pero no imaginaba que su relación fuera tan cercana como para encontrarse en un lugar tan secreto. Además, recordó la noche en que, fingiéndose dormido, escuchó toda la conversación entre Chin Hae y su amigo después de que gritaran la palabra "enamorado". Sospechando que algo más profundo ocurría entre ellos, Suk-Hyun regresó al palacio sin ser visto, con un torbellino de emociones y preguntas sin respuesta.
Pasó un buen rato conversando con Chin Hae sobre sus vidas en la infancia. Ae Young compartió sus experiencias con los entrenamientos, lo monótono que resultaba todo y también cómo perdió a su mejor amiga el día de su cumpleaños debido a una mentira. Le explicó que esa misma chica fue la que el atacante usó como rehén aquel día en el lago. Chin Hae, por su parte, también había tenido una infancia poco emocionante, aunque omitió mencionar muchos detalles. Sin embargo, sí habló de una chica que conoció cuando aún era niño, una historia que le recordó al chico que le regaló la pulsera años atrás.
La semana en la que Chin Hae debía actuar como guardaespaldas de Suk Hyun había terminado, pero Ae Young aún tenía deberes en el palacio, así que tuvo que regresar. Al volver al palacio, Ae Young se encontró con Nam Ji-Min, quien sostenía con delicadeza un viejo pañuelo. Al acercarse, Ae Young reconoció el pañuelo; era el mismo que Chin Hae le había dado a Nam Ji-Min cuando se lastimó días atrás. Nam Ji-Min le confesó que ese pañuelo era importante para Chin Hae, ya que le recordaba a una vieja amiga que lo había ayudado mucho pero que, con los años, había olvidado su rostro. Chin Hae había pensado en dárselo de nuevo a Ae Young como un regalo, para comprobar si ella lo reconocía y recordaba su antigua amistad, pero por alguna razón, se había arrepentido. Tras escuchar las palabras de Nam Ji-Min, Ae Young comenzó a tratar de averiguar quién era esa persona a la que Chin Hae había mencionado. Mientras caminaba hacia sus aposentos, su mente revivió la conversación que tuvo con él en el lago, cuando le contó sobre la chica que había conocido. Además, le parecía extraño cómo este pañuelo le resultaba tan familiar. A partir de ese momento, creyó que algo no encajaba. ¿Quién era esa chica? ¿Por qué todo esto le resultaba tan conocido? ¿Por qué sentía que toda la historia, el pañuelo, todo, le resultaba tan cercano?
Con todas estas preguntas y preocupaciones en mente, Ae Young se dirigió a sus aposentos. Mientras revisaba sus pertenencias en busca de algo que la hiciera pensar en otra cosa, encontró escondidas dentro de un jarrón antiguo las dos pulseras: la que Chin Hae le había regalado y la que ella misma había hecho para él. En ese momento, recordó la historia que Chin Hae le había contado y también el pañuelo que Ji-Min tenía entre las manos. Las piezas comenzaron a encajar, y Ae Young empezó a sospechar sobre la identidad de ese niño.
Para estar segura, decidió pedir al eunuco Jung que buscara a Chin Hae y le pidiera que se encontraran en el jardín del palacio. No tenía la intención de hacerle preguntas directas; simplemente quería observar su reacción al ver algo conocido. Horas después, se encontraron en el lugar acordado. Al principio, Chin Hae no notó la pulsera, ya que estaba cubierta por su ropa. Sin embargo, cuando Ae Young levantó la mano para pedirle al guardaespaldas que los dejara a solas, él finalmente la vio. La miró con sorpresa y le preguntó si aún recordaba a la persona que se la había dado. Ae Young soltó una carcajada, su risa llenaba el aire con una sensación de libertad y sorpresa. "Fue un regalo de alguien que conocí de niña," dijo, aun sonriendo. "Ese chico desapareció y nunca lo volví a ver... hasta hace dos meses." La pulsera, simple pero cargada de significado, se convirtió en el lazo invisible que unía sus pasados y sus presentes, un lazo que el tiempo no había podido desvanecer.
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Amor de Palacio
Romance✮ 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒆𝒎𝒃𝒂𝒓𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆 𝒚 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓. ✮ 𝑼𝒏 𝒉𝒖𝒆́𝒓𝒇𝒂𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒊́𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒄𝒉𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒚 𝒄𝒂𝒓𝒈𝒂𝒃𝒂 𝒕𝒓�...