Cuando el afecto por alguien germina en tu corazón, las contingencias del destino pierden importancia. Tus pensamientos se entrelazan con la imagen de esa persona, y las inquietudes por su bienestar pueden robarte el descanso nocturno. Se convierte en el epicentro de tu existencia, en la razón por la que el tiempo fluye a tu favor en su presencia y se torna en un cruel adversario en su ausencia. Aceptar este sentimiento puede resultar arduo, más aún para aquellos que se blindan contra el amor o para quienes se consideran indignos de un afecto que les parece un error. El miedo a ser lastimado es una sombra persistente, pero la verdadera interrogante es: ¿Se atreverían a acortar distancias a pesar de todo? ¿Se aventurarían? El canto matutino de las aves, las libélulas danzando sobre un lago de aguas cristalinas que permiten admirar la belleza de los corales ocultos en sus profundidades, son como el corazón que reserva un espacio para alguien especial. Así le ocurrió a Ae-Young, quien tras años de soledad, decidió abrirse nuevamente al cariño. Contar con un buen amigo era vital para ella. ¿Había tomado la decisión correcta? ¿Era él la persona adecuada, aquella que no le infligiría más dolor? Era complicado predecirlo, pero ella había elegido un camino cuyo desenlace solo ellos conocerían al final.
Nam Chin-Hae también había atravesado por numerosas vicisitudes y, de alguna manera, en el breve lapso que compartió con la princesa heredera, logró desarrollar un afecto genuino, a pesar de que sus primeros encuentros distaron de ser cordiales. Finalmente, la princesa había hallado a alguien dispuesto a auxiliarla en su búsqueda de la felicidad, un confidente fiable. Cinco días habían transcurrido desde su último altercado. Solo restaban dos jornadas para que la reina madre dictaminara si la princesa heredera contraería matrimonio con Han Suk-Hyun. Él seguía intentando acercarse a ella, sin saber que el lugar que tanto ansiaba en su corazón ya estaba ocupado por quien en ese instante la acompañaba a su lección diaria. Mientras caminaban, evocaron el día de su primer encuentro. Él le recordó lo mal que se llevaban entonces y cómo nadie hubiera imaginado que terminarían forjando una sólida amistad. La conversación se disipó al llegar ante el maestro. Nam Chin-Hae se despidió, pues le esperaba un día repleto de obligaciones relacionadas con la investigación. La heredera, ahora con renovado interés, se propuso involucrarse de nuevo en la pesquisa.
La investigación sobre el intento de envenenamiento de la heredera no progresaba. Desde aquel incidente, el atacante había desaparecido como si se hubiera disuelto en el aire, dejando un rastro de preguntas sin respuesta. Nam Ji-Min y Han Suk-Hyun no podían ocultar su inquietud ante la creciente cercanía entre Chin-Hae y Ae-Young. Nam Chin-Hae, consciente del peligro que aún acechaba, se sumergió en sus pensamientos, buscando una estrategia para capturar al atacante. Sin embargo, el tiempo apremiaba y debía regresar a su deber de proteger a Han Suk-Hyun. Al salir, se encontró con Nam Ji-Min, cuya preocupación por su hermano era evidente en su mirada. Ella temía que la implicación de Chin-Hae en los recientes eventos lo pusiera en la mira del atacante. En la entrada del palacio, Han Suk-Hyun esperaba con una mezcla de impaciencia y expectativa. Al ver a Ji-Min, un destello de ilusión cruzó su rostro, pero se desvaneció tan pronto como Chin-Hae la presentó como su hermana. A pesar de la decepción, Suk-Hyun, con cortesía, le ofreció unirse a ellos. Ji-Min, aunque agradecida, tuvo que rechazar la invitación debido a una discusión pendiente entre su padre y el rey. Antes de alejarse, Ji-Min lanzó una petición a Chin-Hae para encontrarse más tarde en el puente trasero. Chin-Hae, con una sonrisa ladeada que destilaba un aire de sarcasmo, asintió levemente y dijo con un tono juguetón “ya veremos”. Girándose hacia Han Suk-Hyun, su semblante cambió a uno de seriedad. La pregunta que le lanzó llevaba un filo mayor que el de cualquier espada: —¿Qué planeas hacer hoy? ¿Encerrarte en el palacio a coquetear con la heredera? Si es así, mejor me tomo el día libre para buscar al atacante.
La respuesta de Suk-Hyun fue un sarcasmo cortante cual cristal, su voz tranquila pero con un subtexto claro: —No es coqueteo, simplemente es pasar tiempo con mi futura esposa.
La molestia se pintó en el rostro de Chin-Hae como una tormenta que se avecina. Se esforzó por mantener la calma, consciente de que la violencia no era la respuesta. Sin embargo, las palabras que susurró llevaban el peso de un golpe contundente, cada sílaba cargada de desdén: —Usted, señor Han Suk-Hyun, no hace nada en todo el día, solo holgazanea y balbucea por todos lados. Y sí, está claro que le coquetea a la princesa heredera porque sabe que ella no está interesada en usted. Hace todo lo que puede para evitar casarse con alguien que presume sus habilidades con la espada y el arco, pero a la hora de actuar, lo único que podría ayudarlo a sobrevivir sería que el atacante le dé lástima matar a un buenmozo como usted. -
Mientras se dirigía a ver a su padre, Nam Ji-Min notó algo familiar en su mano. Era el pañuelo de Chin-Hae, aquel que siempre llevaba consigo. Recordó cómo, esa misma mañana, se había hecho un pequeño corte y Chin-Hae, sin dudarlo, le había ofrecido su pañuelo para detener la sangre. Ahora, el tejido entre sus dedos era un recordatorio tangible de la preocupación que sentía por él. Nam Ji-Min, que había escuchado la conversación mientras se dirigía a ver a su padre, interrumpió y llevó a Chin-Hae al jardín para hablar en privado. Allí, le cuestionó su comportamiento y su interés por la princesa, incapaz de entender por qué actuaba de esa manera. La conversación entre ellos fue intensa, reflejando la complejidad de sus emociones y la gravedad de la situación. —No lo entiendo, ¿cómo es posible que seas tan terco? —exclamó Ji-Min, su voz resonaba con frustración en el aire cargado de tensión del jardín real. Se supone que debes protegerlo de sus enemigos, no ser su enemigo. ¿Por qué actúas así? Desde cuándo te interesa la vida de la princesa, no lo comprendo. Cuando se trata de ella, no hay quien razone contigo.
A pesar de la vehemencia en sus palabras, Chin-Hae parecía distante, perdido en sus propios pensamientos. Mientras lo reprendía, él solo miraba al suelo, su mirada fija en las piedras musgosas del camino. Fue solo después de un rato, escuchando sus regaños, que la miró fijamente, pero en silencio. Entonces, tras escucharla decir a todo pulmón: “¡¿Acaso ella te gusta o qué?!”, que resonó tan alto que la princesa heredera, quien recién terminaba sus clases de caligrafía y se dirigía a sus aposentos, pudo oír lo que Nam Ji-Min había gritado. Se acercó y, desde atrás de una columna ornamentada con enredaderas, logró ver que Chin-Hae se le quedó mirando y luego solo respondió:
—No sé, nunca me he enamorado, no sé cómo es, quizás sí, quizás no. ¿Eso querías oír? No creo que estar enamorado sea solo preocuparme porque se case con un idiota presumido que no sabe defenderse, o que me importe que termine herida en un futuro por un capricho de su familia. Si eso significa que me gusta, entonces sí, pero en mi opinión, creo que solo estoy preocupado por una amiga que es muy importante para mí.
Ella estaba feliz de escuchar que su decisión de hacerse su amiga quizás no había sido errónea, ya que notaba que él también le importaba. Por otro lado, Nam Ji-Min no se encontraba muy conforme con lo que recién había escuchado, así que, molesta, no siguió hablando y se fue, con la excusa de que su padre la esperaba y ya se había retrasado.
Cuando Chin-Hae se iba nuevamente con Han Suk-Hyun, Ae-Young, para que no supiera que ella escuchó parte de la conversación, se fue lo más rápido que pudo y se detuvo junto a unas flores, fingiendo que no escuchó ni vio nada, sino que estaba solo observando las flores. Chin-Hae, al verla, sonrió y, al atraparse a sí mismo en el acto, se golpeó con la mano en la cabeza y se preguntó a sí mismo en qué estaba pensando. Luego volvió a quedársele viendo fijamente, hasta que Han Suk-Hyun, que lo estaba buscando, lo vio caminando hacia esas flores. Ae-Young ya se había ido y Nam Chin-Hae se detuvo donde ella estaba antes y se quedó mirando las flores con una leve sonrisa, hasta que, soltando una carcajada, Suk-Hyun lo interrumpió y lo hizo volver a la realidad.
Después de media hora, Ae-Young aún se encontraba en sus aposentos, Chin-Hae y Suk-Hyun estaban tratando de conseguir la fórmula que se utilizaba para crear ese veneno en particular que era tan diferente a cualquier otro que conocieran, y Nam Ji-Min estaba teniendo una conversación en particular sobre el pasado de su querido Nam Chin-Hae. Han Suk-Hyun y Nam Chin-Hae no estaban teniendo buenos resultados; a pesar de que visitaron a muchas personas que conocían del tema, las respuestas no eran útiles, al parecer nadie conocía tal veneno, excepto un señor que estuvo dispuesto a ayudar.
El encuentro con el anciano había sido fortuito, pero revelador. En una habitación iluminada por la tenue luz de las velas, el hombre de cabellos plateados les habló con una voz quebrada por los años, pero clara en su conocimiento. Les explicó que él había sido el mentor del misterioso atacante, enseñándole a crear un veneno único, una mezcla letal disfrazada de abono para plantas. Era una sustancia que dejaba restos de la flor, pero resultaba mortal para los humanos, causando una muerte rápida e indolora.
Gracias a este hombre, obtuvieron información crucial para encontrar al asesino. Para celebrar, decidieron ir a beber a los aposentos de Han Suk-Hyun. Por el camino, Suk Hyun no paraba de hablar sobre cómo presumiría su logro con la heredera y lo feliz que se sentía de haber podido ayudar. Sin embargo, Nam Chin-Hae se encontraba muy pensativo en ese momento, aparentemente ajeno a las palabras de Suk Hyun, ya que no dejaba de pensar en lo que Ji-Min le había mencionado anteriormente. Se cuestionaba si quizás ella tendría razón, aun así se negaba a creer que fuera cierto. Los recuerdos en el escondite, ese momento cuando estaba en las flores, todos esos eventos lo confundían demasiado. Siguió analizándolo en su cabeza hasta que escuchó a su amigo el historiador llamándolo y se dio cuenta de que le vendría bien recibir un poco de ayuda de alguien que lo viera desde otra perspectiva. Así que lo invitó a beber con ellos con la intención de contarle su historia.
Ya en los aposentos de Han Suk-Hyun, todos se encontraban bastante ebrios, y el historiador, quien estaba muy intrigado, le preguntó qué era lo que tanto le decía Chin-Hae que quería preguntarle. Él le explicó todo lo que había estado sintiendo pero de forma anónima, como si fuera para poder aconsejar a un supuesto “amigo”. Luego de explicarle su situación, la única respuesta que obtuvo del historiador fue:
—Escribo, escribo y escribo todo el día sobre la vida de las personas, sin embargo, no estoy escribiendo esto, es un desperdicio. No puedo creer que por fin mi gran amigo está ENAMORADO.
Chin-Hae, nervioso, le recordó que se trataba de un amigo, pero el historiador insistía en que no tiene tantos amigos ni es de los que piden ayuda para aconsejar. Chin-Hae decide ignorarlo, bebe un trago más y luego se va. Al parecer, por fortuna, Han Suk Hyun se veía profundamente dormido.
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Amor de Palacio
Romance✮ 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒆𝒎𝒃𝒂𝒓𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆 𝒚 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓. ✮ 𝑼𝒏 𝒉𝒖𝒆́𝒓𝒇𝒂𝒏𝒐 𝒄𝒖𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒊́𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒄𝒉𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒚 𝒄𝒂𝒓𝒈𝒂𝒃𝒂 𝒕𝒓�...