La Ciudad la Luz

138 16 12
                                    


Narra Manuel

En el silencio de la madrugada, cuando el mundo aún se mecía en el abrazo del sueño, desperté cuando los primeros destellos dorados del sol se filtraban a través de las cortinas, la suavidad de un amanecer dorado que acariciaba el rostro de Mayte, los primeros rayos del sol se filtraban tímidamente por la ventana, iluminando su piel como una obra de arte en la penumbra de la habitación, la luz matutina pintaba su piel con tonos cálidos, resaltando la suavidad de sus facciones, mientras ella reposaba plácidamente, ajena al mundo que despertaba a su alrededor, la miraba cautivado por su belleza, contemplaba cada detalle, como si cada pestaña, cada curva de su rostro, fuera una obra maestra que descubría por primera vez, de esas que son dignas de una reverencia, la delicadeza de su respiración era una sinfonía que llenaba el espacio, mientras más me sumergía en la contemplación de la mujer que hacía latir mi corazón con tanta fuerza maravillado por la belleza que descansaba plácida frente de mi, sin perturbar su sueño, acaricie con delicadeza los mechones de cabello que reposaban sobre su rostro, deslicé mi mano con delicadeza por la suave piel de Mayte, el contacto fue como la caricia de una pluma, rozando su mejilla con ternura, transmitiéndole un amor silencioso pero profundo, una sonrisa se dibujó en mis labios al sentir la suavidad de su piel bajo mis dedos al mismo tiempo que ese roce ligero, despertara en ella un suspiro sereno, inclinándome como reverencia, deposité un beso suave en su frente, como un tributo a la complicidad y la intimidad compartida.

Manuel: Te amo en cada latido de mi corazón, en cada momento que compartimos-Le susurré-Te amo incluso en el silencio-Susurré refiriéndome al silencio compartido el día anterior.

Ella sintiendo el suave contacto se removió ligeramente, como respondiendo a mí caricia, sus párpados se entreabrieron lentamente, revelando la luz de unos ojos que reflejaban el despertar de un nuevo día, mis ojos se encontraron con los suyos, y en ese instante, se produjo un intercambio silencioso pero revelador, en esa mirada se expresaban los sentimientos que las palabras no podían capturar, el amor, la complicidad, la admiración y la calidez de un vínculo que había resistido resistido vientos y mareas, la habitación se llenó de una energía íntima y vibrante, los corazones de ambos latían al unísono compartiendo un lenguaje sin palabras pero lleno de significado, las miradas cómplices contaban historias de un amor arraigado, acaricié con ternura el contorno de su rostro, cada gesto era una declaración de amor silenciosa, como si cada trazo fuera una carta de amor escrita con la suavidad de sus dedos, cada caricia, cada gesto, expresaba la promesa y un recordatorio de que en ese amanecer, en cada amanecer, ella sería querida, apreciada y cuidada, uniendo sus labios en un beso tierno pero apasionado, sellaron ese momento con la promesa de un amor que perduraría más allá del tiempo, un amor eterno, en ese instante mágico, podía sentir como ella se sentía amada, protegida y valorada, tenia la certeza de que así lo era, al tenerla entre mis brazos sabía que siempre tendría un hogar donde mi corazón podía hallar refugio, podía encontrar paz, felicidad y amor verdadero. 

Mayte: Buenos días gordito hermoso-Dijo sonriéndome haciéndome sonreír.

Manuel: Buenos días Maytis-Dije sonriéndole.

Bajamos a desayunar al jardín donde ya se encontraban los niños esperándonos con una sonrisa, el desayuno fue tranquilo hasta que el par de dos comenzaron con sus preguntas mismas que no esperábamos como tampoco esperábamos que fuera tan pronto el contarles la verdad.

Zahir: ¿Mi pá vendrá por nosotros para ir al partido del colegio?-Preguntó y Mayte negó con la cabeza.

Oliver: ¡Lo prometio!-Dijo quejándose.

Cambiando el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora