El Impostor (Male Reader X Mikey)

El Destino de Dos Corazones 40

Narra Mikey:

Los días pasaron como un susurro suave, cada uno desvaneciéndose en el siguiente sin dejar rastro. El tiempo parecía deslizarse entre mis dedos, como arena fina que se escapa sin que pueda retenerla. ___, en todo ese tiempo, no hizo ningún intento por ponerse en contacto conmigo, y yo tampoco me atreví a llamarlo. En lugar de eso, me sumergí en mi pandilla, en los lazos familiares y en la presencia reconfortante de Senju.

Un día, Hinata decidió asistir a una de las reuniones de Toman. Takemichi me había mencionado que necesitaba hablar conmigo sobre algo importante. Era el 6 de enero, y la reunión transcurrió como de costumbre, con la energía vibrante de los miembros de la pandilla llenando el aire. Senju se retiró temprano, ya que Takeomi le había pedido que llegara antes a su casa junto a Sanzu.

Después de que Senju se despidió, Hinata se acercó a mí con paso cauteloso. Su sonrisa parecía un poco forzada, y podía sentir la tensión que emanaba de ella. Detrás de ella, Takemichi se mantenía en silencio, pero su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y ansiedad, como si llevara el peso de un secreto inmenso.

-Hola, Mikey-kun -dijo Hinata, su voz era suave, pero cargada de tensión, como si estuviera a punto de revelar algo importante.

-¿Pasa algo malo? -pregunté, observando a Hinata con atención. Había una sensación de inquietud en el aire, como si el destino estuviera a punto de dar un giro inesperado.

-¿Qué? No, claro que no -respondió Hinata, aunque su sonrisa parecía un tanto forzada. Sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y determinación. -Bueno, en realidad no sé cómo lo tomes, Mikey-kun, pero me pidieron que te entregara esto.

Con cuidado, Hinata sacó un pequeño cofre de madera de su bolsa y lo extendió hacia mí. El cofre era una joya de simplicidad y elegancia, su superficie pulida hasta obtener un brillo suave.

Mis dedos temblaron ligeramente mientras tomaba el cofre entre mis manos. Sentí la suavidad de la madera bajo mis dedos, su calidez. El peso del cofre parecía lleno de significado, como si contuviera algo más que simples objetos físicos.

-¿Qué es esto? -pregunté, mi voz apenas un susurro cargado de curiosidad y anticipación. Miré a Hinata, buscando alguna explicación en su rostro. Sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y determinación.

-Bueno, ese cofre me lo dio... -Hinata comenzó, su voz vacilante. Parecía luchar internamente, debatiéndose entre revelar la verdad y protegerme de lo desconocido. -Una chica que es miembro de Black Shadow.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. Entonces, aquel cofre de madera era de ___. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, y sentí un nudo en el estómago. Mi mente se llenó de preguntas y especulaciones sobre el contenido del cofre y su significado en nuestra relación.

-Si no lo quieres, puedo llevármelo -Hinata ofreció, extendiendo la mano para tomar el cofre. Pero algo en mí se aferró a él, incapaz de soltarlo.

-Yo... -empecé, pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. No sabía qué hacer ni cómo sentirme al respecto. El cofre parecía contener una carga emocional que no podía ignorar.

-¿Por qué no te lo quedas, miras lo que hay dentro y si después de eso no lo quieres, puedes devolvérmelo? -Hinata sugirió, su mirada comprensiva y amable. Era como si entendiera la lucha interna que estaba librando.

Asentí ante la propuesta de Hinata, aun sin estar seguro de qué hacer. Cuando llegué a casa, me senté en mi habitación con el cofre en mis manos. Lo observé durante un largo rato, dejando que mis dedos acariciaran su superficie pulida.

Con un suspiro, abrí con delicadeza el cofre. Su interior estaba forrado de terciopelo rojo, y contenía una colección de recuerdos de nuestras citas pasadas. Un llavero del festival al que fuimos juntos en nuestra primera cita, una fotografía que capturaba un momento especial entre nosotros, un amuleto que le había regalado a ___ durante nuestro viaje a las aguas termales... Y por último, un sobre.