~Día 3~

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Llegaron las siete y le entregué la carta a Tom mientras abrazaba a Otis, mientras él me entregaba la suya comencé a besar a Otis, Tom rodó sus ojos y arrugó la carta mientras apretaba su puño, mientras observaba a Otis tomarme de la cintura y acercarme cada vez más a él. En verdad, había notado a Tom enfadado y más serio de lo normal, era extraño ya que había estado bebiendo y seguros se la había pasado genial con sus amigos.

Subí al cuarto mientras Otis saludaba a sus familiares quienes ya habían llegado y corrí hacia el baño, me encerré y por alguna razón tenía muchas ansias de leer esa carta, sentía que decía algo importante y por esa razón, Tom se notaba enfadado. Me senté en el retrete y comencé a leer

"Hola, ratón de biblioteca.

Estoy escribiéndote esta carta ebrio, porque olvidé escribirla más temprano, lo siento.

Estoy con Otis y los chicos, y mientras hablábamos Otis dijo algo que me hizo enfadar y por mi, le hubiese pegado un puñetazo en la cara, él dijo "Steph se está portando mucho mejor estos dos días" los chicos y yo lo miramos con asco y confusión, nos pareció algo idiota pero luego el dijo "Nunca me la he follado a Steph, porque nunca se había portado como ahora, pero ahora que se está portando como siempre quise, creo que debo follarla, se lo merece" Bill y Gustav no tardaron en decirle que debía preguntarte si estabas de acuerdo o no, mientras que Georg me hacía señas con la mano para que me calmase, Georg es el único que sabe sobre que estoy perdidamente loco por ti, pero creo que Gus y Bill lo sospechan. Otis dijo que te iba a preguntar si tu quieres hacerlo, pero, deseo que digas que no, porque Tom, tu idiota Tom, tiene que ser el que te folle por primera vez, tu tienes que abrir las piernas solo para tu Tom, no para ese idiota.

Buenas noches, mi ratón de biblioteca

Posdata: Me gusta mucho la blusa roja que traías puesta ayer, es mi color favorito y te queda fenomenal

Atentamente: Tu idiota, Tom."

Estaba en shock, al terminar de leerla escuché pasos fuera, era Otis 

—Cielo, ¿estás en el baño? Necesito hablar contigo— suspiré. Al menos si iba a preguntarme pero tenía miedo, el siempre había sido bastante violento y no quería llegar a imaginar lo que pasaría si le decía que no, con él no me sentía cómoda y tampoco estaba preparada para mostrarle mi cuerpo desnudo a él ni a nadie, me sentía nerviosa e incómoda, ya que él nunca me había hecho sentir cómoda con mi cuerpo, siempre me decía cosas horribles sobre mi físico y eso hacía que dude con las palabras de Tom, ya que, no creía que alguien se pueda enamorar de mi, soy fea, soy muy flaca, soy muy bajita o eso era lo que siempre recalcaba Otis

—Ya...Ya salgo, espérame, Otis— respondí. Me sentía con miedo y mis manos nos tardaron en temblar, suspiré otra vez y me puse de pie, escondí la carta dentro de un estuche mío donde guardaba cremas, salí del baño y Otis me acorraló contra la pared de su cuarto, comenzó a besar mi cuello lentamente y en verdad, no me movía ni un pelo, sus besos no eran los de Tom, no sentía ningún metal frío en mi piel y eso causaba que no jadeara ni absolutamente nada

—Cariño...¿Quieres?— preguntó y en verdad ni siquiera me sentí cómoda con la manera en la que preguntó, lo miré a los ojos mientras él comenzaba a meter sus manos dentro de mi blusa, negué rápidamente 

—No...

—¿Por qué?— ¡mierda! ahora debía inventar una excusa 

—Estoy con el periodo...— mentí. 

Pude observar como intentaba esconder su cara de asco ante lo que le acababa de decir, como si fuera algo asqueroso cuando era lo más normal del mundo, pero conociéndolo, sabía que iba a reaccionar así

—Lo siento...— dijo y sus palabras me descolocaron, ¿Qué coño sentía? 

Esas dos simples palabras pueden arruinarle el día a una mujer o al menos a mi.

—¿Por qué lo sientes?— cuestioné y él no dijo nada, solo salió de la habitación.

Me senté en mi cama y mis ojos visualizaron la blusa roja que utilicé ayer. Lo que menos me había imaginado era que el rojo era su color favorito. 

Decidí tomar una hoja y comenzar a escribir la carta para el otro día. Mientras escribía, recordé la bandana que había utilizado hoy y era una blanca, mi color favorito, así que de posdata puse

"Posdata: La bandana blanca que usaste ayer me gusta mucho, es de mi color favorito"

En la carta también conté sobre lo sucedido de Otis y como me sentí al terminar de leer su carta y un montón de cosas más que a nadie le importa, o bueno, a Tom sí.

La abuela de Otis me llamó y rápidamente escondí la carta, bajé las escaleras y me encontré con ella

—¿Qué sucede?— respondí con una leve sonrisa dulce en mi rostro, claramente fingida. Creo que solo había sonreído una sola vez por día de manera sincera en esta casa y era cuando leía la carta que Tom me entregaba

—Lo siento pequeña, pero, nos habíamos olvidado que mañana en la madrugada, debíamos viajar hacia Alemania y es una lástima que no podremos quedarnos hasta pasado mañana, pero bueno...Espero que estos dos días la pases bien con Otis— casi grito de emoción cuando dijo que se irían a Alemania

—Los extrañaré y seguro que Otis también lo hará— no, no los iba a extrañar nada

—Y nosotros a ustedes. Aunque Otis está un poco triste porque, mañana es su cumpleaños y bueno...No podremos estar, pero los llamaremos, lo prometo— ¡Mierda! había olvidado por completo el cumpleaños de Otis. Aún así sonreí y asentí, minutos después ayudé a bajar las maletas de la familia de Otis, ya que se irían a casa de una tía de Otis que vivía más cerca del aeropuerto. Minutos después nos despedimos y Otis se sentó sobre el sofá, lo seguí y me senté a su lado

—¿Harás algo mañana por tu cumpleaños?— dije sonando dulce mientras acariciaba su mejilla, siendo la novia más buena del mundo, como solía serlo 

—Seguro vaya con los chicos a un bar...Iremos a la zona VIP gratis por mi cumpleaños. Y quiero que tu vayas— mis ojos se abrieron de sorpresa

—¿Qué?

—Sí, quiero que vayas y te pongas ese vestido que te compraste una vez...El rojo

—Pero dijiste que parecía una prostituta

—Pero una bonita...— dijo y acarició mi rostro. Sus palabras me revolvieron el estómago.

—Mañana no estaré en casa hasta que llegue la hora de irnos, tengo que hacer cosas— siguió hablando y asentí.

Mañana el mejor día. Casa sola, en la noche vería a Tom y podré ver que hay en esa estúpida puerta del baño.




Fuera De La Ciudad - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora