~¡Pues no lo eres!~

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Al pasar de los minutos Otis se fue, dejándonos a mi y a Tom completamente solo en mi casa. Tom se recostó en el sofá mientras que yo aproveché y tomé una ducha rápida, al salir me coloqué mi pijama y peiné un poco mi cabello, me recosté en la cama y comencé a leer, no estuve ni cinco minutos tranquila cuando Tom abrió la puerta fuertemente —¡Carajo!— hablé asustada —¿Qué coño quieres?— dije sin sacar mi mirada del libro, Tom no respondía así que volví a preguntar —¿Qué sucede?— aún sin sacar mi mirada del libro, escuché como suspiraba y se iba cerrando la puerta, fruncí el ceño confundida pero seguí leyendo un poco hasta que la puerta volvió a interrumpir —¡¿Qué sucede?!— dije esta vez enojada y con un tono de voz más alto —¡Mírame a los ojos cuando te hablo!— respondió Tom en un tono elevado al igual que el mío, suspiré y lo miré a los ojos —Va a venir una chica, es eso— volvió a hablar esta vez con un tono más calmado —Esto es una casa no un maldito motel, Tom— respondí enojada, Tom se encogió de hombros y caminó fuera de la habitación.

Al pasar los minutos, el timbre sonó, Tom se encontraba en el baño, probablemente arreglándose así que caminé hacia la puerta y la abrí un poco, una bonita chica rubia me miró con una sonrisa —¿Está Tom?— su voz era dulce pero un poco irritante —Está con diarrea, lo siento— respondí, ella solo rio un poco —Oh, ya veo...Bueno, adiós— respondió para luego darse media vuelta y caminar lejos, cerré la puerta y me giré, al girarme me encontré con un pecho bastante grande frente a mi, elevé mi rostro y el de él estaba muy cerca del mío, podía sentir su respiración sobre la mía —¡¿Qué coño has hecho?!— me espetó en la cara, puse mis manos sobre su pecho y lo alejé —Te dije que esto no es un motel, imbécil— espeté mientras lo miraba directamente a los ojos. Un suspiro salió de sus labios y yo me dirigí nuevamente hacia mi cuarto. 

Al pasar los minutos Tom abrió nuevamente la puerta de mi habitación sin tocarla antes, por lo que lo miré a los ojos —Tom, la próxima golpea la puerta, ¿Qué tal si estaba desnuda?— una sonrisa de lado apareció en su rostro —¿Qué cenaremos?— preguntó, me encogí de hombros y cerré el libro que tenía entre mis manos —No lo sé, esta noche saldré, arréglate tu— respondí Tom comenzó a recorrer el cuarto con su mirada para luego aterrizar en mis ojos, al no recibir respuesta tomé el libro nuevamente —Entonces podré traer alguna chica— escuché su voz ronca acercarse a mi cama —No, no podrás, Tom— dije mientras lo miraba sentarse en mi cama, Tom observó el cuadro en mi mesa de luz y lo tomó, en la foto se veían cuatro personas una de ellas era, Mathew, la otra era Olivia, a un lado de Olivia me encontraba yo y a mi lado Otis. Tom miró un poco confundido la foto —¿Quiénes son?— preguntó —Esa de ahí es Olivia, mi mejor amiga— dije mientras la apuntaba en la foto —A su lado está Mathew, es su hermano— apunté a Mathew, luego me apunté a mi —Esta soy yo y a un lado de mi está Otis— tomé el cuadro y volví a colocarlo en su lugar. Miré el reloj en mi pare y ya casi eran las siete, era demasiado tarde, por lo que me puse de pie y caminé hacia mi guardarropa, comencé a buscar mi ropa y escuché como Tom abandonaba la habitación. Seguí buscando y encontré una falda junto a una camiseta de mangas largar y cuello largo con unas botas blancas que llegaban hasta mi rodilla, caminé hacia el baño y comencé a maquillarme, al terminar salí de este y me crucé con Tom, me asusté un poco al verlo y eso hizo que un leve jadeo salga de mi garganta, elevé mi mirada para verlo directo a los ojos  —¿A dónde irás?— me cuestionó —¿Te interesa acaso?— cuestioné mientras caminaba hacia mi cuarto, él me siguió —Siéndote sincero, no, pero estoy aquí por Otis— suspiré —¿Y eso qué?— me encogí de hombros —Estoy aquí para cuidarte, dime a donde irás—  negué con la cabeza mientras me reía —Ni siquiera sé porqué estas aquí para cuidarme— comencé a buscar medias por mi guardarropa —Tengo diecisiete no cinco— volví a hablar aún caminando por toda la habitación ordenando un poco, mientras Tom estaba apoyado sobre el marco de la puerta —En verdad yo tampoco Stephanie, pero dime, ¿a dónde irás?— volvió a responder —No me gusta que me digas Stephanie, dime Steph— él negó con su cabeza mientras colocaba sus manos en sus bolsillos —Yo te digo como se me de la gana— ¿Por qué este chico tenía que ser tan desagradable conmigo? —Ahora dime, Stephanie, ¿a dónde irás?— su voz sonaba tan gruesa y rasposa que erizaba la piel de cualquiera —Iré a cenar, con un amigo— respondí mientras buscaba mis llaves —¿Engañas a Otis?— fruncí el ceño al escuchar su pregunta, me giré hacia él —¿Me crees capaz?— lo miré directo a los ojos —¿Tal vez?— fruncí mi ceño nuevamente y baje mi mirada —Tom, estoy con Otis desde que tengo catorce, tengo diecisiete y vivo con él— volví mi mirada hacia él —¿Me crees capaz?— volví a preguntar pero esta vez no recibí respuesta. 

Me acerqué a la puerta donde estaba apoyado Tom —Adiós— dije mientras lo empujaba un poco para luego cerrar la puerta, escuché sus pasos alejarse y comencé a vestirme con la ropa que había elegido, me quité el pijama y coloqué la falda, luego las botas, el top, algunos accesorios y volví a peinar mi cabello. Al terminar salí del cuarto y fui hacia la sala en busca de mi cartera y mi bolsa pero no los encontraba por ninguna parte, comencé a enfadarme cada vez más por culpa del poco tiempo que tenía y por ser tan despistada, al seguir buscando encontré mi bolsa, mi cartera pero ¡Coño, ¿Dónde estaban las llaves?! volví al cuarto y al salir Tom caminaba detrás mío, al parecer había salido del baño. Ambos caminamos por el pasillo, al estar en la sala, Tom se sentó en el sofá y yo seguí buscando mis malditas llaves, fui hacia la cocina y tomé un vaso de agua —¡Tráeme un vaso de agua!— escuché la voz de Tom a lo lejos, rodeé mis ojos y tomé otro vaso, lo llené de agua y caminé hacia la sala, coloqué el vaso sobre la mesa de vidrio frente al sofá —Para la próxima pídemelo por favor o te tiraré el vaso de agua sobre tus trenzas— una risa seca salió de su garganta. Escaneó mi cuerpo de arriba a abajo, no voy a mentir, eso hizo que me pusiera nerviosa.  —Esa falda es estúpidamente corta, Stephanie— fruncí el ceño e ignoré lo que me dijo, tomé mi bolsa y al abrirla ahí dentro estaban las llaves, un suspiro de alivio salió de mi boca y me dirigí hacia la puerta —¿Sabes? Si fuera tu novio no te dejaría usar esa falda— su voz llamó mi atención y giré mi rostro al de él mientras metía la llave en la puerta y la giraba para poder abrirla —Menos para salir con un "amigo"— fruncí mi ceño y ¡Dios! estaba tan enfadada porque estaba llegando tarde y ahora este imbécil sale con sus comentarios ¡Que no aportan en nada! —¡Pues no lo eres!— espeté mientras salía de la casa y luego daba un portazo.

Este chico iba a sacarme de quicio pronto.

Fuera De La Ciudad - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora