~¡Cállate!~

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Los días pasaron, cada día me llevaba peor con Tom, no podía creer como existía alguien tan desordenado e imbécil. 

De vez en cuando, nos visitaba Bill, al menos se quedaba a almorzar y con Tom debíamos actuar como si todo estuviera bien por más que, debajo de la mesa estemos pateando nuestras piernas.

Tom era como un maldito niño pequeño, si no dejabas que haga algo hacía un berrinche y se enojaba contigo, ¡Un completo idiota! 

(. . .)

Era sábado y debía cambiar mis ánimos ya que Olivia, mi mejor amiga, vendría a mi casa para ponernos al día ya que no nos veíamos hace bastante.

Salí de la ducha y me vestí, me puse algo cómodo y dejé mi cabello como estaba, hacía un poco de frío así que me coloqué un sueter. Al salir de mi habitación vi a Tom, se notaba un poco más enojado de lo habitual, sus ojos marrones no tenían ese brillo que solían tener, por lo que, ignorarlo, fue mi mejor opción o...La peor. 

—Sécate el cabello— dijo mientras pasaba por su lado. Me giré quedando frente a él, retrocedí un paso y lo miré confundida —¿Por qué me miras así? Sécate el cabello, Stephanie—

—¿Por qué debería?— cuestioné.

—Porque hace frío, te enfermarás y yo no soy tu doctor— me encogí de hombros al recibir su respuesta. Me di media vuelta y comencé a caminar hacia la sala —Por cierto— escuché su voz detrás de mi y me giré —Hay una chica en la puerta, ¿Quién es?— ¡Mierda! Olivia había llegado

—¡Mi mejor amiga, Olivia!— respondí emocionada y con una sonrisa grande en mi rostro

—¿La de la foto en tu cuarto?— asentí con una sonrisa en mi rostro y Tom sonrió de lado antes de darse media vuelta y caminar hacia su cuarto.

Caminé hacia la puerta y la abrí dejando ver a Olivia, sonreí y la abracé fuertemente, ella sonrió y me devolvió el abrazo fuertemente. La hice pasar a mi casa, ella observó todo con una sonrisa y se giró a verme 

—¿Cómo has estado?— me preguntó mientras se sentaba en el sofá, me acerqué a ella y me senté a su lado

—Bien cariño, ¿y tú?— en cuanto Olivia abrió su boca para responder Tom apareció en el living y se sentó en el mini sofá frente a nosotras. Olivia me miró a los ojos y luego lo miró a Tom, abrió su boca y sus ojos sorprendida —¿Qué sucede?— cuestioné mientras sentía como las uñas de Olivia se enterraban en la piel de mi pierna 

—¿¡Qué coño hace Tom Kaulitz aquí!?— rodeé los ojos en cuanto hizo esa pregunta

 —Te dije que era amigo de Otis, Olivia— saqué las manos de Olivia de mi pierna 

—Pensé que me estabas vacilando, no creía que fuera cierto— dijo con una sonrisa pero al cabo de unos segundos su sonrisa desapareció —Otis no está aquí...— sus ojos volvieron a abrirse y su boca igual con una sonrisa pícara —¿Tu y Tom...?—

—¡No!— gritamos Tom y yo al unísono mientras la mirábamos a la cara

—Estoy aquí de niñero— dijo y su sonrisa típica de lado volvió a aparecer —La estoy cuidando—

—¿Qué?— Olivia frunció el ceño confundida —Tiene diecisiete años, no cinco— asentí mientras escuchaba hablar a Olivia

—¡Es lo que le dije a Otis! Pero en vez de escucharme solo me pellizco— ¡Mierda! pensé en mis adentros al darme cuenta que había dicho que Otis había vuelto a pellizcarme. Olivia me miró a los ojos, su rostro relajado, pero en sus ojos veía esa cosa particular que me demostraba decepción, esa mirada solo aparecía cuando hablaba de algo que Otis me había hecho, como pellizcarme o no dejarme salir.

—Dijiste que ibas a pararlo, Stephanie— agaché mi mirada y luego la dirigí hacia la de Tom, le hice una seña para que se largue y sorprendentemente me hizo caso, se largó de la sala y fue hacia su cuarto. Al escuchar la puerta de su habitación cerrarse suspiré. Olivia tomó mi mentón y me obligó a mirarla —¿Por qué me mientes?—

—Es complicado, Olivia...Es demasiado complicado— dije casi en un susurro mientras ella soltaba mi mentón y tomaba nuestras manos 

—Pero lo prometiste, me dijiste que lo harías...— una lágrima salió por uno de mis ojos, me sentía tan mal, no podía parar a Otis, era simplemente imposible, siempre se ponía aún más violento —No llores, Steph escúchame— ella secó mi lágrima —Me alegra saber que se fue, al menos por tres semanas, podremos vernos estas tres semanas, salir, ir a algún bar...Podrás estar lejos de él— sonreí tristemente y ella igual —Pero prométeme que le dirás que pare cuando vuelva y por favor hazlo Steph...Por favor— asentí y ella acarició mi mejilla. Rápidamente me abalancé a ella y la abracé fuertemente, sollocé y comencé a llorar, era horrible vivir así, me alejé de las cosas más lindas que tenía, Otis me había obligado a dejar mi trabajo como moza en una cafetería en la cual me pagaban bien solo porque me hice amiga de uno de mis compañeros, de los cuales, eran hombres. 

Otis me hacía sentir fea, insuficiente, odiada, molesta, me hacía sentir una puta carga para él y para cualquiera que me rodeaba, llevaba meses sin ver a mi familia por su culpa, pero todos los sábados íbamos a ver a la suya, en la cual sentía que no encajaba, ellos me hacían sentir así, diciéndome cosas horribles, odiaba demasiado vivir así pero sabía que tal vez nunca, iba a encontrar otra persona por ser tan fea, delgada, bajita, molesta. Por lo cual, me aferraba a Otis aún más.

—Shh...Ya, no llores Steph— me solté del abrazo y ella secó mis lágrimas

—¿Quieres café?— pregunté y ella asintió con una sonrisa, me puse de pie y caminé hacia la cocina, comencé a preparar el café, abrí la alacena para tomar mi taza pero no la encontré, pero, cuando me acerqué al fregadero la vi ahí

¡Ni siquiera se había tomado la molestia de lavarla!

Suspiré y caminé a paso rápido hacia su cuarto, sin importarme lo que esté pasando dentro abrí la puerta violentamente —¿¡Por qué coño usaste mi taza idiota?!— grité en cuanto lo vi, él me observó y se puso de pie 

—¡No tiene tu puto nombre Stephanie!— dijo mientras se acercaba a mi

—¡Pero la he comprado yo!— el pecho de Tom estaba casi golpeando mi mentón, elevé mi rostro hacia arriba para encontrarme con su mirada

—¡Mentira. La ha comprado Otis!— mi sangre hervía a más no poder

—¡Es mía!—

—¡Pues lávala y úsala!—

—¡Pero tu la usaste, lávala tu!— dije haciendo énfasis en 'tu'

Nuestros rostros estaban muy cerca, podía sentir la respiración de Tom en mi rostro, me sentía nerviosa, el piercing en su labio, su aroma a perfume fuerte, su mirada brillosa llena del odio que sentía por mi, su ceño fruncido, su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración, me estaba volviendo loca. 

Bajé mi mirada a su piercing y relamí mis labios, ni siquiera me había dado cuenta que lo había hecho cuando Tom tomó mi mejilla con su mano, comencé a temblar un poco por culpa de los nervios que estaba sintiendo al sentir su toque en mi mejilla y se aceró a mi oído

—¿Nerviosa Collins?— susurró con su voz ronca y profunda, me separé de él tan rápido como pude y salí de la habitación, cerré la puerta y cuando me di media vuelta estaba Olivia mirando absolutamente todo desde el final del pasillo mirándonos 

—Acaso él...— dijo sorprendida al momento que me acerqué quedando frente a ella

¡Cállate!

Fuera De La Ciudad - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora