Capítulo 12

65 4 0
                                    

Tocó la puerta por segunda vez, mi casa es pequeña y para mi suerte, comparto habitación con Amber desde que éramos unas niñas, Aura también lo hacía pero cuando creció, Ethan le asignó su propia recámara. Solo espero que cuando Aura se case, me den su recámara para mí.
—¿Ya puedo pasar? —vuelvo a gritar.

—Si ya —responde Amber.

Abro la puerta mientras me tapo los ojos.

—No estoy desnuda, Olive —me tranquiliza Amber.

—Bien —dije mientras me dirigía a acostarme a mi cama— ¿Porque siempre tardas tanto? No es como que una blusa se atore en tus brazos o el pantalón no te quede.

—A veces no encuentro que ponerme —replica Amber un poco fastidiada.

—Vale —le digo mientras me doy la vuelta para poder cerrar los ojos e intentar dormir.

Pero no antes de que vea hacia afuera, siempre dejo la ventana abierta, no se desde cuando se ha vuelto costumbre mía, a Amber le irrita que lo haga, pero ya se ha acostumbrado. No ni una sola noche que vea hacia el cielo, es como si los árboles se abrieran y dejaran paso a la luna y su mejor amiga la estrella, todas parecen ser idénticas pero hay una estrellas en especial que es más grande que las demás, la misma que les da el poder a las hadas para nacer.

Pero me temo que yo no he nacido así, ni mucho menos me ha concedido los poderes que siempre he deseado.

—Olive —dice Amber con un tono más suave de lo normal.

Algo quiere, pienso.

—Ajá.

—Perdón —me sorprendió escuchar decir a Amber—. He sido un poco...

Me senté y me recargue en la cabecera de mi cama, para poder voltear a verla con más facilidad.

—Bueno... —a Amber siempre le han costado este tipo de cosas y muy pocas veces son las que admite sus errores, me preguntó que habrá pasado para que lo esté haciendo.

—¿Grosera? ¿Distante? ¿Fácil de controlar? —comencé a decir.

—Si un poco de todo eso —admitió—. Es solo que quiero mucho a Hunter y es justo que me lleve con sus amigos.

Lo justo sería que me apoyara, y entendiera la clase de hadas que son.

—Lo entiendo —asiento, porque no decir nada ayuda a no tener otra pelea.

Amber comenzó acercarse, sus pies estaban descalzos, el suelo debía de estar frío, más cuando la luciérnaga ya estaba dormida. Señaló para que le hiciera un poco de espacio a lado mío, me moví un poco y le devolví una sonrisa.

Hubo un poco de silencio pero no era incómodo, hace tiempo que no estaba tan pegada a Amber y después de todo este tiempo, no se sentía extraño, de hecho una parte de mi lo extrañaba.

—Siempre me he preguntado porque ves tanto para afuera —me dice—. No hay ni una sola noche que no la mires antes de dormir.

Nunca les he dicho a mis hermanos que esta vida no es la que he soñado, porque de hacerlo, me dirían que no estoy siendo agradecida, después de todo lo que hemos pasado estamos con salud y eso es lo que importa. Aunque eso signifique vivir entre las hadas siendo mortales.

—Ves la estrella que está por allá —señaló a la estrella más grande de todas.

Amber asiente.

—Dicen las hadas que si les pides un deseo se te cumplirá —le susurró como si se tratara de un asombroso secreto.

—Mientes —Amber sonríe mientras comienza a negar.

Sangre Humana (El Legado de las Hadas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora