Capítulo 9

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-¡Yo voy a pediiiir una de pollo y unos nuggets!- digo emocionada buscando mi pedido en la pantalla táctil del local.

-Pues yo pediré algo distinto y así podemos compartirlo, bueno si quieres claro - dice feliz.

-¡Genial! Ahora cuando llegue a mi casa te hago bizum- digo al ver que acerca si tarjeta al datáfono de la máquina.

-No te preocupes, invito yo- dice mirándome.

-No seas tonto- declaro mirándolo con un tono burlón. Por un momento nuestras miradas se cruzan haciendo que nos quedamos en completo silencio.- Bueno, está bien, tú ganas, ¡pero la próxima invito yo!

Recogemos el ticket y esperamos hasta que nuestro pedido esté listo, como hace buena noche decidimos sentarnos en la terraza. Siempre que estoy con él me divierto un montón con las tonterías que hace, aunque de vez en cuando también hablamos de temas algo más serios.

-Voy a por los helados, esperáme aquí- digo levantándome de la silla.

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Nishinoya

Espero en la mesa mientras Akira va a por los helados y a lo lejos observo a alguien que me resulta familiar.

-¡EEEHHH, Kageyamaaa!- digo levantándo los brazos para captar su atención. El moreno se acerca lentamente con las manos en los bolsillos. -¿Qué haces aquí?- pregunto.

-Venía a por la cena- dice sin importancia. En ese momento llega Akira con un helado en cada mano.

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Akira

-¿Kageyama?- pregunto ya que él está de espaldas a mí. Se gira hacia mi voz y veo en su rostro una cara de incertidumbre.

-¿Qué haceís aquí los dos solos?- pregunta atónito pero volviendo a una expresión seria.

-Bueno, hemos pensado en venir a cenar ya que estábamos por la zona- digo sentándome al lado de Nishinoya para no darle la espalda a Kageyama.

-Bien, bueno yo ya me marcho, que aproveche- dice despidiéndose de nosotros.

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Kageyama

- ¿Y si pedimos burguer para cenar?- pregunta Arimi tirada en la cama.

-Lo que quieras- digo sin quitar la vista del móvil.

-Mmh, no me deja pedir a domicilio, solo se puede ir a recoger, se ve que están hoy hasta los topes, como hace tan buen tiempo...- dice mirando la app.

-Pues voy yo, tu quédate aquí, ¿lo mismo de siempre?- digo levantándome de la cama y empezando a vestirme.

-Sip, yo también voy a vestirme y preparo la mesa- dice poniéndose una de mis camisetas.

Abro la puerta del garaje y me monto en mi coche, cuando llego al burguer decido aparcar e ir a pedir dentro ya que el autoking está llenísimo de coches.

-¡EEEHHH, Kageyamaaa!- oigo como una voz me llama y a lo lejos veo a Nishinoya sentado en una de las mesas de la terraza, asi que decido acercarme a saludarlo. -¿Qué haces aquí?- pregunta algo sorprendido por el encuentro tan repentino.

-Venía a por la cena- digo sin importancia. En ese momento una voz femenina pronuncia mi nombre haciendo que se me pongan los pelos de punta.

-¿Kageyama?- cuando me giro veo a Akira sosteniendo dos heladaos.

-¿Qué haceís aquí los dos solos?- pregunto atónito pero volviendo a mi expresión habitual.

-Bueno, hemos pensado en venir a cenar ya que estábamos por la zona- dice Akira sentándose al lado de Nishinoya. Intenta mirarme a la cara, pero es incapaz de hacerlo ¿será por lo que ha pasado esta tarde?

-Bien, bueno yo ya me marcho, que aproveche- digo despidiéndome de ellos. Entro para pedir la comida y cuando salgo levanto la mano para despedirme por completo. Me doy cuenta de que ambos se lo están pasándolo bien hablando y riéndose como si fueran una auténtica pareja y en mi interior surge un sentimiento que nunca antes había apreciado.

-¿Que coño me pasa ahora?- pregunto indignado subiéndome al coche- ¿Estoy celoso?, no, no puede ser, a mi no me importa lo que hagan esos dos, pero ¿por qué me da rabia que Nishinoya cene con ella?- le doy un golpe al volante debido a mi enfado y luego intento calmarme, pero esa imagen de los dos divirtiéndose no para de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Cuando llego a mi casa Arimi está en la cocina esperándome, así que nos ponemos a cenar hasta que terminamos.

-Arimi quiero que te vayas ya- digo cortante.

-¿¿Y eso??- pregunta mirándome arqueando una ceja.

-Quiero descansar- respondo igual de frío.

-Podemos descansar juntos- dice esbozando una pequeña sonrisa.

-No, quiero estar solo- digo recogiendo los platos.
Después de un breve instante renegando Arimi recoge sus cosas y sale de la casa no sin antes dar un buen portazo.

El Rey de la PistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora