Capítulo 16

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El silbato anuncia el final del partido y el marcador proclama la victoria para el Karasuno. Yachi y yo saltamos de alegría abrazadas, mientras que Kiyoko aplaude con fuerza. Corremos emocionadas hacia el equipo para felicitarles por su trabajo y esfuerzo. 

Después de unas palabras de agradecimiento y apoyo por parte de los coordinadores del torneo, salimos conjuntamente hablando y debatiendo sobre los partidos.

-¡Esto hay que celebrarlo!- grita Tanaka levantando los brazos producto de la emoción.

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A las ocho de la tarde quedamos todos en la recepción del hotel para ir a cenar a un restaurante de la zona, incluidos el entrenador Ukai y el profesor Takeda.

Al llegar, el restaurante está repleto de gente, suerte que hicimos la reserva a tiempo. Nos muestran la mesa en la que estaremos, es una sala individual insonorizada ya que somos un grupo grande. Me siento entre Kiyoko y Nishinoya, teniendo en frente mía a Sugawara, Daichi y Asahi.

Después de la cena el entrenador, el profesor, Ennoshita, Kinoshita y Narita se despiden de nosotros ya que se encuentran cansados y prefieren descansar. Mientras hablamos cada uno un poco a su bola Nishinoya me coloca un vaso en frente mía.

-¿Qué es?- pregunto acercándome a él para que me oiga entre tanto bullicio.

-Pruébalo-

-Mi hermana me va a matar- digo levantándo el vaso con cuidado para no derramarlo. Pego un trago largo, y al instante noto como un ardor baja por mi garganta, haciéndo que mi cuerpo entre aún más en calor.

-¿A que está bueno?, quédate con ese.- dice mientras coge otro vaso y lo choca con el mío, yo imito su gesto y pego otro sorbo a la bebida.

Unas horas más tarde el alcohol empieza a hacer efecto en la mayoría de nosotros, hablamos con torpeza y reímos escandalosamente. Creo que empiezo a ver como tres Kageyamas me miran con cara de pocos amigos, cuando una mano toca mi muslo y hace que me gire lentamente hacia él. Nishinoya acerca su cara a mí intentando decirme algo, pero entre el ruido que ya había y en las circunstancias en las que ahora mismo me encuentro soy incapaz de entenderle bien. No se si es por el alcohol que ha adormecido mis sentidos, pero veo como Nishinoya cierra los ojos y se acerca cada vez más y más a mí, yo, incapaz de moverme por el aturdimiento espero mirándolo algo que nunca llega. Al girar la cabeza veo como Kageyama le balbucea algo que no logro descifrar a Nishinoya, y de repente siento que la cena que he ingerido quiere salir de mi estómago, por lo que salgo corriendo hacia el baño más cercano.

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Kageyama

Odio cuando la gente se emborracha, se vuelven ruidosos, estúpidos y despreocupados; y no hablemos de la resaca que tendrá mañana toda esta escoria. Veo el panórama que me rodea, los únicos sobrios de aquí somos Kiyoko, Tsukishima y yo; por un momento me detengo mirando a Akira, se le ve más pálida de lo normal, aunque tiene las mejillas coloradas por el efecto que provoca el alcohol. Observo como Nishinoya le dice algo, pero por la distancia que nos separa no puedo oirles, seguidamente contemplo como se le va acercando lentamente demasiado a su rostro. "Nishinoya serás..."

-Nishinoya estás borracho, no hagas nada de lo que te arrepientas luego- digo tirando del cuello de su camiseta impidiendo que se lleve a cabo lo que iba a suceder.

-Siempre estás en medio Kageyama- responde algo cabreado mientras se deshace de mi agarre con su mano. En ese momento, Akira se levanta tambaleándose con las manos tapándo su boca y sale corriendo, no dudo en seguirla, así que miro una última vez a Nishinoya con odio y comienzo a seguirla.

Cuando salgo al pasillo ya no hay rastro de ella, por lo que decido acercarme a los baños; cuando estoy a tan solo unos pasos, escucho un ruido no muy agradable. Está vomitando. Me acerco cautelosamente, la puerta está entreabierta y el hedor comienza a inundar mis fosas nasales, me pongo a su lado y con ambas manos le recojo su largo pelo. Consigo dejar todo el pelo en una de mis manos y con la otra agarro un poco de papel para que se limpie.

Cuando termina de expulsar aquel mejunje agarra el papel, seguidamente se lava las manos en el fregadero y por último se enjuaga un poco la boca. Una vez que se gira y se percata de mi presencia las lágrimas empiezan a brotar, provocando un pequeño llanto, a lo que acto seguido la acerco aun más a mí y le rodeo su pequeño cuerpo con mis brazos. 

"Te quiero"

Sus palabras resuenan en mí erizándome la piel, y quiero creer que me las volvería a decir tan fácilmente sin estar en este estado.

"Yo también te quiero"

-¿Nos vamos?- pregunto tras unos segundos sin soltarla, a lo que ella afirma con la cabeza. La separo suavemente para mirarle a la cara, las lágrimas bañan sus mejillas y restos de rimel ennegrecen sus ojeras causando un aspecto desolador.

Le propongo que espere en el pasillo mientras que yo voy a decírselo a Kiyoko. Cuando entro de nuevo en la sala, nadie parece haberse percatado de nuestra ausencia, como me esperaba, el ímbecil de Nishinoya sigue a su rollo con Tanaka.

Después de comentarle a Kiyoko que estamos cansados y que preferimos irnos cuanto antes, cojo nuestras pertenencias y salgo lo más rápido posible. Al fondo del pasillo la observo sorbiéndo la mucosidad que le ha probocado el llanto. Cuando estoy a su altura la agarro del brazo indicándole que camine, al contrario de cuando hemos entrado, el restaurante ya está prácticamente vacío, solo quedan algunas personas que al igual que nosotros beben para divertirse.

El Rey de la PistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora