Capítulo 15

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Mi cuerpo está inmóvil, por más que lo intente no puedo deshacerme del agarre y mi cara está hundida en una oscuridad total. Con dificultad levanto mi cabeza en busca de un ápice de luz, separo como puedo mi cara y es entonces cuando lo veo. Su pelo negro cae despeinado hasta la altura de sus ojos, los cuales se mantienen cerrados impidiéndome ver el intenso azul que se esconde en ellos, y su piel, tersa y pálida sin imperfecciones me causa envidia.

Me doy cuenta de que su cuerpo desnudo, a pesar de no llevar camiseta, es cálido, quizá sea por el calor que desprenden nuestros cuerpos, o por el simple hecho de que nos cubre una fina sábana blanca.

Levanto cuidadosamente uno de sus brazos que me atrae fuertemente hacia él para poder salir de la cama. Una vez ya de pie cojo mi móvil de la mesita de noche y veo la hora, las 6:05 am. Me visto con la ropa del día anterior y decido ir a mi habitación para asearme debidamente y bajar a desayunar al buffet libre. Antes de salir de su cuarto lo observo por última vez, apenas se ha movido de la posición en la que estaba, por lo que deduzco que o está muy cansado o es de los que duerme como un tronco.

Ha pasado 1 hora y 15 minutos y mis tripas ya me indican que debo echarles algo de comer o me moriré de hambre, por lo cual, bajo a la primera planta y entro en el Buffet libre. Al ser tan temprano apenas no hay nadie, así que cojo una bandeja y me paseo por la sala para decidir que voy a desayunar.

-Te has ido muy temprano- dice una voz tranquila a mi lado. Al levantar la vista a él me quedo mirando su rostro durante unos segundos y me doy cuenta de que no hay vuelta atrás, esa cara me ha conquistado y no puedo olvidarla.

-No tenía más sueño- respondo comenzando a andar hacia una de las mesas libres.

-Y tampoco te vas a comer todo eso- dice sin apartar los ojos de mi plato repleto de comida.

-Claro que sí, no digas tonterías. ¿Qué te apuestas?- pregunto mientras comienzo a comer una de las tortitas que hay en mi plato.

-Mmh, si tu ganas te invito a cenar, y si por casualidad te dejases aunque fuera una minimigaja de cualquier cosa, tu me invitarás a mí- propone victorioso.

-¿Y para qué voy a querer yo ir a cenar contigo?- pregunto incrédula.

-Bueno, o podríamos ir a otro sitio- menciona pensativo.

-¡De acuerdo!- exclamo confiada mientras tiendo mi mano para firmar nuestro trato, a lo que él responde con un fuerte apretón.

Después de 30 minutos mi plato está reluciente.

-¡Terminé!- alzo un poco la voz mientras me levanto del sitio para recoger la mesa.

-Tienes un pozo sin fin- dice cogiendo también su bandeja, la cual hace 20 minutos ya estaba vacía.

-No iba a dejar ganar al rey- le incordio. Ante mis palabras hace un leve gruñido que solo nosotros dos podemos apreciar.

-¿Ya habeís desayunado? Que madrugadores- saluda Hinata seguido de Yachi.

-Sí, a las 11 empiezan los calentamientos ¿no?- pregunto, mientras que ellos afirman con la cabeza.

Nos dirijimos cada uno a su correspondiente pasillo cuando una voz masculina familiar nos grita.

-¡Eh vosotros dos!- reconocemos la voz del entrenador Ukai que se acerca a paso tranquilo, así que permanecemos inmóviles hasta que se acerca a nosotros. -Si ya habeis terminado de desayunar id a despertar a los demás- ordena con un tono serio.

-¡Sí entrenador!- gritamos al unísono, pero éste enseguida nos manda callar, por lo que no parece estar de muy buen humor, puede que sean los nervios, o que tal vez haya dormido mal.

-Vamos, empecemos por aquí- propongo.

Llevo 1 minuto llamando insistentemente con reiterados golpes a la puerta de Tanaka y Nishinoya sin respuesta alguna.

-Venga vámonos- comenta Kageyama aburrido de esperar.

-No, les echarán la bronca, y a nosotros también por no hacer bien nuestro trabajo- digo empeñada. En ese momento una voz lejana se escucha a través de la puerta.

-¿Quién es?- un adormilado Nishinoya pregunta mientras abre la puerta. Su pelo no está en punta, si no que cae hasta la altura de sus ojos. Su torso al descubierto deja ver lo ejercitado que está e involuntariamente bajo la mirada hasta que observo que solo lleva puestos unos boxers, así que levanto rápidamente mi vista inquieta.

-El entrenador dice que os levanteis ya- digo rápidamente notando como el calor sube a mis mejillas. -¡Chao!- grito mientras comienzo a andar hacia la siguiente habitación, segundos después Kageyama se une a mí.

-Lo has mirado de arriba a bajo- dice con un tono un tanto seco.

-¡Cállate!, no digas tonterías Kageyama- contesto luego intentando convencerle de que no es algo importante.

-Te has puesto como un tomate- me recuerda.

-Simplemente no me lo esperaba- le miro convenciéndole. Chasquea la lengua y se pone de nuevo en marcha hacia los últimos que nos quedan por despertar.

El Rey de la PistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora