Capítulo 11

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Para la vuelta a casa cada uno coge su correspondiente tren, yendo en el mío Tsukishima, Yamaguchi, Kageyama y yo.

-Voy al baño un momento- digo al bajarnos del tren para que me esperen Tsukishima y Yamaguchi, ya que como he mencionado otras veces, Tsukisima, Yamaguchi y yo vivimos en la misma dirección.

Al salir del baño me encuentro a Kageyama apoyado en la pared de enfrente mientras mira su móvil.

-¿Aún sigues aquí? ¿Y Tsukishima y Yamaguchi?- pregunto buscándoles con la mirada por toda la estación.

-Se han ido- dice sin apartar la vista de su teléfono.

-¡Joder, que imbéciles!, me podrían haber esperado sabiendo que vamos en la misma dirección. Bueno me marcho antes de que se me haga más tarde, ¡hasta luego!- digo comenzando a andar.

-Espera, te acompaño, como has dicho ya es tarde y... no querría que por mi culpa te pasase algo- dice agarrando mi brazo suavemente.

Acepto su propuesta sin rechistar y ambos comenzamos a andar sin decir nada, sin ningún tema de conversación, hasta que oigo su voz suavemente.

-Esto... lo del otro día, olvídalo ¿vale?- dice parando de repente y mirándome a los ojos de forma muy intensa.

-¿El qué?- digo mirándolo sin entender nada.

-Lo que pasó cuando me devolviste mis rodilleras- responde bajando la cabeza.

-A mí eso no me incumbe, tu puedes hacer lo que quieras con tu vida- digo comenzando a andar nuevamente.

-Lo sé, pero...-

-Deja ya el tema- digo alejándome cada vez más de él.

Volvemos a retomar el ritmo que llevábamos al principio y vuelve el silencio que había, es algo incómodo, pero a la vez me siento tranquila a su lado. Pasados unos 15 minutos llegamos a la puerta de mi casa.

-Gracias por acompañarme- digo buscando las llaves en mi bolso.- ¡No me lo puedo creer, me las he dejado esta mañana, mierda!

-¿Por qué no timbras y ya está?- dice serenamente.

-¿Por qué no hay nadie?- comento sarcástica -Kiyoko está en casa de una amiga estudiando y mi padre aún sigue trabajando. Ya sé, le diré a Yachi si puedo quedarme con ella hasta que lleguen- digo pensativa.

-Quedate en mi casa- dice mirándome a los ojos de forma tranquila.

-¿Estás loco?- pregunto sorprendida por su propuesta.

-Si no me equivoco, Yachi vive bastante lejos de aquí y ya es demasiado tarde.

-Mmh... bueno tienes razón- digo cabizbaja comenzando a andar.

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-Como me duelen los pies- susurro de forma casi inaudible mientras tengo mi vista fijada en el suelo. En ese momento Kageyama se para delante de mí y se agacha un poco señalándome su espalda.

-Sube-

-¿Qué?, no hace falta, aguanto un poco más- digo negándole con la cabeza a la vez que me sonrojo.

-No queda mucho, podré contigo, no seas tonta y sube- dice con un tono brusco, por lo que acepto su propuesta y me subo a su espalda.

Cuando llegamos me fijo en que la casa de Kageyama es bastante grande, tiene dos pisos y varias habitaciones.

-Te puedes duchar si quieres- dice dejando nuestras mochilas en el recibidor.

-¿Y tus padres?, ¿no vives con ellos?- pregunto al ver que en la casa no se encuentra nadie.

-Están en un viaje de negocios, la mayoría de veces están fuera de casa, por eso estoy acostumbrado a estar solo. Bien, aquí está el baño, y aquí tienes una toalla seca.

-Gracias- digo sonriéndole.

Cojo mi mochila y me meto al baño para ducharme.

-¡Joder!, se me ha mojado la ropa limpia tío, ¿me puede salir algo bien hoy?, menos mal que la ropa interior se ha salvado- digo un poco más aliviada.
-¡Kageyama!- grito entreabriendo la puerta.
-¡KAGEYAMAAAAA!- vuelvo a gritar al ver que no hay respuesta. Salgo del baño en su busca para preguntarle si puede darme algo de ropa.
-¿Kageyama?, perdón por molestarte tanto pero ¿me podrías prestar alguna camiseta vieja o algo?, esque se me ha mojado en la mochila...- digo enrollada en la toalla y muerta de vergüenza notando como me pongo colorada.

-Voy a ver, sube- me dice mientras sube las escaleras . -A veeer... creo que esto servirá- dice dándome una camiseta blanca de manga corta.

-¿Y los pantalones?- pregunto al ver que cierra el armario.

- Con eso te bastará, es bastante larga y además tú eres muy baja-

-Quiero unos pantalones- exijo.

-Estáa bieen...- suspira buscando de nuevo en el armario unos pantalones que me puedan valer- Los únicos que tengo son estos, si te amarras el cordón no se te caerán- dice dándome sus pantalones del equipamiento del Karasuno.

Me visto y recojo mis pertenencias del baño para que él pueda ducharse. Luego decido ir a la cocina para ver si tiene algo para cenar.

-He echado el agua que tenías calentando en los Yakisoba- digo girándome y poniendo los bols en la mesa. Cuando levanto la mirada me encuentro en la puerta de la cocina a Kageyama secándose el pelo con una toalla.

- ¿No te pones camiseta?- pregunto al ver su torso desnudo.

El Rey de la PistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora