twenty

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Toda era difícil, además nada en esta vida podía estar servido de manera fácil.

Con lo que acababa de suceder Jeongin no tenía más escapatoria que vivir siendo tachado por ser "inservible y sucio" además ningún alfa lo querrá porque ya estaba usado.

Hyunjin se encontraba aun en la puerta y tan solo había dicho un "cachorro".

Todo era difícil de creer y por más de haber corrido y corrido no alcanzo a ayudar.

—H-Hyung...

El omega se había levantado con las pocas fuerzas que aún no abandonaban su sistema tratando de acercarse al alfa en busca de confort o que tan solo fuera un mal sueño y que despertara en su camita junto al nidito oloroso a menta.

Con el cuerpo débil y la fuerza ida en solo levantarse junto al par de pasitos dados, vio la imagen borrosa del alfa debido a las lágrimas que de nuevo amenazaban con salir, estiró los brazos de manera temblorosa tratando de alcanzar lo incanzable, como lo era su felicidad, la felicidad alado de la persona que más aprecia.

Como polvo que lleva el viento, se desvaneció, las fuerzas se desvanecieron haciendo que perdiera el equilibrio junto al sostenimiento de sus piernas, para que en vez de que Hyunjin lo acurrucara en su pecho, el piso lo recibiera con el fuerte impacto dado, nada más, solo vio como la vista se iba a negro junto a su conciencia en blanco.

—¡Jeonginnie! —gritó.

El alfa se apresuró y avanzó a tomarlo en brazos, sentía una angustia tremenda en su pecho, incluso tenía la necesidad de gritar a los cuatro vientos, el omega estaba pálido y sus ojitos irritados por tanto llorar.

Lo abrazó hasta acurrucado en su pecho y acaricio sus cabellos que talvez estaban perdiendo su color; le susurro un par de palabras que jamás pensó que diría en su inexistente vida y lo amó.

En esos momentos lo amarcó con cautela y lo llevo con cuidado a la habitación misma que cuando llegaron Hyunjin lo recostó, fue hasta el baño y remojo la toalla para regresar y comenzar a limpiar el rostro de Jeongin.

Supuso que la playera le traería malos recuerdos hacía que se fue hasta su armario y trato de buscar una camiseta adecuada para el, pero lo único que vio fue camisetas de color negro y uno que otro pantalón blanco. Agarro su segunda camiseta favorita aquella que solía usar un poco menos seguida que la primera.

Regresó, dejándola de lado un momento para sacar la prenda que reposaba en el cachorro, cuando lo hizo pudo ver como había mordiscos en el estómago, gruño severamente y colocó un poco de crema que estaba en su mesita de noche, el frio de la crema hiso remover un poco al dormido, pero no le despertó.

Lo sentó y colocó la camiseta negra, no podía hacer nada más por el momento así que dejo que descansará mientras trataba de encontrar una excusa para:

—Lescuela

—Sus amigos

—Su padre

—Y madre.

Sería difícil, pero lograría salir de esta sin revelar la existencia en la vida de los demás.

—Diablos, tengo 14 llamadas perdidas de Chan y Felix.

Fue hasta la planta baja y preparo algo de comer, por ejemplo, una tostada y un café.

—Aló

—¿¡Diablos porque no contestas Hyung...!? —Chan estaba en la otra línea y se podía escuchar el bullicio de la cafetería.

—No pude, tuve una emergencia.

—¡Sabes tu madre esta como loca y nos dijo que, si no llegabas a la empresa, nosotros pagaríamos los platos rotos!

—Cómo sea llamaré más luego. —y colgó sin más, no podía creer que solo porque su madre ayudo al padre de Chan iba a chantajear de semejante manera no podía creerlo.

...

Ahí se encontraba Hyunjin sentando en una esquina de la cama, pensado en lo mucho que le había pasado al pequeño incluso se hizo la idea que lo suyo no era nada comparado con el dolor de semejante barbaridad que acuso al pequeño.

—Tan fuerte...

Esas cosas dejaban marcas de por vida ya sea físico como psicológicamente, lo suyo fue muy apuesto tan solo había frascos de depresivos y pastillas para dormir en el pequeño mueble del baño lo único que le recordaba los años perdidos de su vida, cosa que si no fue por unos metiches aún se encontraría metido en eso.

Chan y Minho, esos metiches que de alguna manera se hicieron amigos en el pequeño club de música, que según ellos el rap de él era único y especial, pero también tenía que admitir que trabajar con ellos y con su música fue lo que le mantuvo los pies sobre la tierra, en aquella época fueron los únicos que se preocuparon por él, los únicos que a pesar de estar mal económicamente pudieron llevarlo a terapia y superar su problema, la falta de amor y afecto por parte de su familia. Aún recordaba la última frase que dijo Minho antes de que se vaya a estudiar al extranjero:

—La vida es difícil, pero yo soy todo terreno.

Él se encargaría de dar, aunque sea un poco de amor al omega que de alguna manera lo sentía suyo, como en esos momentos que le acariciaba el cabello hasta llegar a sus mejilla atrayéndolo a su pecho y lograr hundirse en un sueño tranquilo.

𝗮𝘆𝘂𝗱𝗮𝗺𝗲 𝗁𝗐𝖺𝗇𝗀 𝗵𝘆𝘂𝗻𝗷𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora