thirty five

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—Informe semanal mi querida Suran.

La omega rondaba por la habitación con una copa de vino en sus manos, admiraba el gran detallado lujoso de ese lugar.

Sonrió para sus adentros cuando divisó una foto familiar en la cual incluía; una chica de piel totalmente sedosa, con un cabello negro, un chico un poco más maduro y atractivo, con traje y unas flores de mano, un pequeño cachorro de piel lisa y trajecito de pingüino. Totalmente felices.

Regresó la vista hasta dar con el sillón de cuero color negro, y sonrió.

—Mataremos dos pájaros de un mismo tiro. —informó mientras iba hacia aquel alfa de imponentes palabras junto a deseos depravados sobre su familia, misma que nunca debió tener.

—Explícate.

—Mandé a investigar cual era la pareja que suponía tener el alfa Hwang Hyunjin y no sabrás cual es la maravillosa sorpresa que me llevé cuando el investigador me dio la carpeta.

El alfa se levantó del cómodo sillón cuando la beta con la que se había hecho socios le informaba, ella tenía los recursos necesarios para todo, mientras que él ya había perdido la agencia que en estos momentos estaban en nombre de otra persona con más nivel en la sociedad.

—Directo al grano Suran. —habló con tono cabreado y lanzó el con tenido de la copa hacia el suelo para que posteriormente el sonido de cristales rompiéndose en mil pedazos dejara en penumbras las palabras de la chica.

—Tu hijo y mi alfa son pareja.

El alfa frustrado se dejó caer de nuevo en el sillón sobándose la cien, ahora cuadraba todo; el departamento en el lujoso hotel de Corea, la colegiatura pagada de manera privada, el intenso rastro de virus en sus computadoras y cámaras de seguridad, el fastidioso chico de sonrisa resplandeciente asomarse en todos los lugares que iba.

Ese estúpido alfa no se quedará con su omega.

Si yo no te tengo, nadie te tendrá.

—Este es el plan. —habló la beta ganándose la atención del malhumorado alfa mayor.— Tu estúpido omega...

—Más respeto Suran.

Suran rodó los ojos, y caminó hasta quedar sentada encima de las piernas del alfa aun con la copa de vino a medio tomar en mano.

—Tu querido hijo entra a clase esta semana, se perfectamente que mi querido Hyunjin no tendrá tiempo para que le esté cuidando el trasero todo el tiempo, y de eso me encargaré yo. El problema son los demás, tomaremos como reen al omega exagerado que ahora está en estado. Será el mismo anzuelo para atraer a los dos...

—Si, no solo atraeremos a mi hijo y al alfa, sino a toda su pandilla de amigos.

—Y es allí donde actúa tus compinches.

La chica se acercó al odio y le susurró ciertas palabras expresadas con un odio y aires de victoria.

—A mi querido hijo le encanta el pastel de chocolate...

🫧

—¡Ah! Hyu-hyung... duele...

—No te muevas Innie, t-te harás daño.

—P-pero... más des-despacio.

El omega se removía bajo el tacto del blanquecino, que sudaba y trataba de limpiar las heridas de sus brazos con el algodón empapado de alcohol. Durante la pesadilla Jeongin se había hecho daño a si mismo con tal de salir de la enredadera de sabanas y se había terminado raspando sus brazos con las inexistentes uñas que tenía.

—Hyunjin hyung...

El alfa ahora colocaba pomada en las heridas. Jeongin lo tenía tan cerca y su lobito se removía contento por la atención que le brindaba su alfa, con ganas de pasarle la lengüita en el apetecible cachete del pálido.

El pálido quedó en shock cuando sintió la cálida lengua del menor dejando un rastro mínimo de saliva.

Volvió la vista al pequeño que reía por la cara graciosa de su Hyung.

Sus bocas se unieron en un acalorado beso que ni los supresores lo podían evitar, sus lenguas batallaban una con la otra dando paso a pequeños chasquidos que producían corrientes eléctricas a todo su sistema, robándose ratos para respirar y retomar de nuevo con lo que habían comenzado.

—¡Ya llegué! —el pequeño chico de sonrisa cuadrada apareció en el cuarto.— ¡Ya me voy! —y por la misma puerta que entró desapareció.

Jeongin se sonrojó hasta mas no poder y se escondió en los brazos del mayor, mientras juntos respiraban torpemente.

—Lo siento, olvidé que hoy quedé con Seungmin para ayudarlo con sus tareas.

El omega solo negó aún escondido en sus brazos y apenas formuló:— Me la debes Hyung.

El pálido sonrió y asintió.— Si... te la debo cariño.

𝗮𝘆𝘂𝗱𝗮𝗺𝗲 𝗁𝗐𝖺𝗇𝗀 𝗵𝘆𝘂𝗻𝗷𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora