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—¡NO MAMEES JAJAJAJA!— Roier parecía estar apunto de mearse encima y atragantarse con, como era costumbre, la comida del tupper de Juan —¿Apoco si muy amigos?—

—Cállate mierda, me iba a partir mi madre y tú bien gracias— se cruzó de brazos no sin antes quitarle su tupper de las manos.

—Pero no paso güey, relájate, te dije que tengo todo controlado— paso un brazo por los hombros de Juan, atrayendolo a un abrazo muy apretado para el gusto del de lentes.

—No me toques pendejo— se removió, aún mostrando una postura enojada, no estaba contentó con lo que pasó en la biblioteca.

—Juaaan ya perdóname en serio— está vez se notaba sinceridad en sus disculpas, dejando atrás el tono bromista con el que llevaba burlándose de él.

Juan suspiro y le dio una corta sonrisa a Roier, iba a continuar con su plática normal de los chismes de la semana de no ser por una mano que se azotó contra el escritorio frente a ellos.

—¿Qué onda pá?— Spreen se hizo presente obteniendo rápidamente la mirada de ambos amigos, sonrió buscándose ver amigable pero solo logro que Juan sintiera un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.

—¿Qué quieres pinche Spreen?— Roier como era costumbre al estar frente a su ex, fingió poco interés a la presencia del pelinegro.

—Nada solo los vi tan juntos— hizo énfasis en la última palabra —Asi que vine a ver de qué hablaban y eso—

Roier y Juan se miraron con incredulidad por lo falso que sonaba el otro, aún así le dieron la opción de que se sentará frente a ellos siempre y cuando el jalará su propia silla, no pareció impedimento para el tercero y en cuestión de minutos estaban sentados frente a frente.

—Te ves muy bien— lanzó un cumplido rápido y forzado.

Juan volteo detrás suya y luego se señaló a si mismo, recibiendo un asentamiento por parte de Spreen.

—Gracias supongo— jugó con sus manos y dio una mirada rápida a Roier quien estaba más confundido que el de lentes.

—Pense que ya habías conocido a quackity, de hecho no tarda en unirse a nuestra... Hora de la comida— miró impaciente a la "pareja" tragándose las ganas de abalanzarse contra el de lentes.

—¡Ah si!, Quackity, un gran tipo, platiqué con él en la biblioteca— tomó un sorbo de su jugo casi de sabor artificial —Es agradable creó, se portó algo raro ¿Tú sabes por qué?—

Recibió una patada por debajo de la mesa y una mirada interrogativa por parte de Roier, hizo caso omiso, quería seguir jugando con fuego hasta quemarse, y eso significaba que Spreen revelará que mandó a qué lo golpearan, no ganaría nada más que la satisfacción de tener la razón.

Juan a veces era raro.

Sin embargo, todo se calmo cuando un conocido pelinegro llegó a la mesa con los ojos cubiertos por unos lentes oscuros.

—Ya llegó por quién lloraban—  anuncio con egocentrismo y al igual que Spreen, atrajo una silla para sentarse con el trio —¿Por qué tan callados?—

Roier por fin iba a participar en la plática grupal, su exnovio terminó por ganarse la palabra y atención cuando golpeó la mesa y vio directamente a su amigo matón.

—¿¡Por qué el estupido gafotas no tiene la cara rota!?— grito exasperado.

Quackity miro al nombrado con aquel apodo gracioso y devolvió su vista a un furioso Spreen, se veía gracioso cuando alguien lograba sacarlo de sus casillas, usualmente era él quien se encargaba de eso.

Alzó lo hombros con desinterés y volvió a fijar su vista en el otro par.

—No son novios idiota— cómo si fuera ley no escrita, quackity también robó comida del alumno más reciente —Roier te estuvo mintiendo todo este tiempo para que le pidieras volver con él— habló con obviedad haciendo sentir avergonzado a los tres presentes.

La mesa quedó en silencio, solo intercambiando miradas incómodas y algunos intentando no soltar pequeñas risas.

—Chupenme la pija— Spreen se levantó —Los quiero a los tres en la fiesta de Conter o les voy a rajar el cuello yo mismo—

Spreen salió del lugar aún molesto por la farsa confesada, unos metros más lejos los castaños en específico pudieron volver a respirar con normalidad, Juan por el temor de que aún le rompieran la cara y Roier porque simplemente pensó que no volvería con Spreen.

—¿Escuchaste? Todavía le gustó, osea tengo oportunidad— Roier sonrió altanero, no había nada que lo hiciera más feliz que ser amado por  sus ex-parejas.

Juan iba a recriminar las actitudes de su amigo pero prefirió callar y centrarse en el otro ocupante de la mesa.

—¿Qué me ves pendejo?—

Desvío rápidamente la vista, no esperaba una contestación tan mal educada, aunque de ia imaginarlo, después de todo el pelinegro no era una persona tan amable.

—Nada, solo se me hizo raro que le contarás todo a Spreen, si te soy honesto creí que dejarías que me golpeara y luego le dirías que era una mentira— confesó con miedo, aún recordandose internamente que estaba hablando con su bully de primaria.

—No sería divertido, sólo lo es cuando yo lo hago, así que si alguien te molesta sólo dímelo — miro desinteresado la mesa, jugando ocasionalmente con sus manos.

—Gracias quackity's— tal vez simplemente era mejor que no recordará nada de su pasado, podría hacer que está vez si fueran buenos amigos, no todo tenía que pasar como en primaria, se supone que habían madurado un poco.

—Cómo sea— rodó los ojos y sin decir más palabras abandonó la mesa.

Juan sonrió ante el pensamiento de que ahora tenía la situación a su favor, se había ganado el "apoyo" de quackity y con eso bastaba para sentirse seguro dentro de la escuela, comenzaría de nuevo sin tener que preocuparse porque alguien va a culparlo de fumar o de decirle un apodo estupido.

—¿Qué te gusta Quackity o por qué esa sonrisa de pendejo?—

Salió de sus pensamientos al escuchar la pregunta más estúpida que le pudo decir Roier.

—Roier—

—¿Si?—

—Cállate—




Cagón       (Juackity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora