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Montañas de ropa llenaban la habitación, no paraban de salir prendas volando y la mayoría aterrizando en el piso o sobre la cara de su mejor amigo.

Nunca había ido a ninguna fiesta, menos si no era amigo del cumpleañero o anfitrión, pero tenía que ir, se lo prometió a Quackity y tal vez tenía fé en el plan que hizo Roier por él.

De solo imaginarse que podría besar a Quackity se le paraba el...

—¡Pendejo mi cara!— Roier lo hizo salir de sus pensamientos con sus mil y un quejas —Ya deja de sacar ropa a lo pendejo ahorita te armó un ouffit bien chingon cómo yo—

¿Cómo no se le había ocurrido pedirle ayuda a su amigo?, Juan siempre estaría agradecido con los dioses por mandarle a un amigo tan bueno.

—Gracias Roier— se tiró en su cama, sobre miles de ropajes que el mismo aventó —Es que nunca había ido a una fiesta—

—Peda—

—Peda pues— corrigió rodando los ojos —Drako si ha ido a fiestas pero nunca me cuenta cómo le va cuando regresa ¿Es divertido?—

—Muy divertido— dijo el más alto mientras revisaba las combinaciones que hizo para que Juan se las probará —Más si estás conmigo, te prometo que no me voy a separar de ti—

Juan lo miró con desconfianza, eso había dicho cuándo empezó a salir con Spreen y si no fuera por qué no cumplió su promesa el no estaría buscando que ponerse para impresionar a su crush.

—Lo que tú digas Roier— Realmente quería confiar en las palabras de su amigo pero era un poco difícil.

—Te lo juró por mi abuela, ahora ponte esto que seguro te queda mamalón—

Juan agarró las prendas de ropa y sin pena se cambió frente a su amigo.

Roier no tardó en hacer bromas sobre lo guapo que estaba y que si andaba dejando a Spreen por él, Juan se quería morir de la vergüenza, al final el conjunto le gustó, eran prendas básicas pero adecuadas para una peda según palabras de Roier.

—No mames si te ando dando un besote si el pinche Quackity no lo hace— miró de pies a cabeza a su amigo —Nomas no le digas a mi novio—

—Si le dijera solo me ganaría que me odiará— río y se miró frente a su espejo, no se veía mal, debería decirle a Roier que cada día viniera a vestirlo.

—Tienes razón ¿Ya listo para irnos?—Roier se paró a un lado suyo frente al espejo, se peino con pereza y se dedicó una sonrisa por lo satisfecho que estaba con su apariencia.

—Vamos pues— Suspiró y juntos salieron de la casa del de lentes, antes despidiéndose de su madre que se le veía feliz de que hijo saliera a socializar.

—Roier ya me quiero ir— apenas habían llegado a la dichosa fiesta, se veía a mucha gente, demasiada para su gusto, además no tardó en encontrar a Quackity entre la multitud tomándose quien sabe que

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—Roier ya me quiero ir— apenas habían llegado a la dichosa fiesta, se veía a mucha gente, demasiada para su gusto, además no tardó en encontrar a Quackity entre la multitud tomándose quien sabe que.

Cagón       (Juackity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora