En los Jardines de la Reina, envuelto en la penumbra que proyectan las estructuras en ruinas y la exuberante vegetación desbordante, Ghost observaba con ojos sin pupilas la escena que se desplegaba ante él. Las mantis renegadas, aún sumidas en el poso del tormento de la metamorfosis, se erguían en una formación irregular. Sus formas esbeltas y oscuras se destacaban entre la naturaleza caótica de los jardines. El vacío los había transformado en herramientas más eficientes, pero el precio había sido su individualidad.
— ¿Veis cómo os he elevado, cómo os he liberado de las ataduras de vuestra antigua forma? —, resonó la voz etérea de Ghost, impregnada de una sutil burla. Las mantis renegadas, aún frágiles en su nueva existencia, alzaron sus cabezas despojadas de humanidad, sus ojos blancos fijos en la silueta sombría de su maestro.
El silencio en los Jardines de la Reina se tornó denso, solo interrumpido por el susurro del viento entre las ruinas y la vibración ocasional de la vegetación bajo el control del vacío. Ghost, con una presencia imponente, caminó entre las figuras transformadas, su capa ondeando en la brisa nocturna.
— Habéis evolucionado, sí, pero aún sois criaturas incompletas. El vacío ha cambiado vuestros cuerpos, os ha otorgado nueva fuerza, pero necesitáis más —, murmuró Ghost, mientras sus pensamientos resonaban en la vastedad de su mente. Observó con detenimiento las expresiones huecas de las mantis, como si estuviera sopesando la eficacia de su propia creación.
Se detuvo frente a una mantis renegada en particular, cuyo exoesqueleto oscuro resplandecía en la penumbra. — ¿No os preguntáis por qué seguís necesitando mi guía? El vacío os ha dado la capacidad de mejorar, de evolucionar, pero aún sois criaturas perdidas sin un propósito claro. — Ghost, con una mirada que cortaba más afilada que cualquier aguja, estudió la figura ante él.
— Sois herramientas del vacío, extensiones de mi voluntad. Sin mi guía, ¿qué seríais? —, cuestionó Ghost, su voz resonando con una mezcla de soberbia y desdén. Las mantis, emitieron gemidos apagados, una respuesta casi automática a las palabras del ser sombrío que los había transformado.
— La evolución es solo el comienzo. La verdadera grandeza solo se alcanza cuando comprendéis vuestro propósito y seguís la dirección que os marco. Sois el fruto de mi designio, y en mi guía encontraréis la realización completa. —, proclamó Ghost, su figura imponente destacándose contra el telón de fondo oscuro y verde de los Jardines de la Reina.
Las mantis renegadas, aún titubeantes en su nueva existencia, se inclinaron ligeramente en un gesto de sumisión. El vacío había alterado su esencia, pero Ghost se mantenía como su maestro, el arquitecto de su evolución y el guía de su destino en los oscuros recovecos de los jardines.
— Este reino languidece en la oscuridad, en la decadencia de lo que una vez fue. Pero vosotros, mis queridas mantis, tenéis el potencial de ser los heraldos de una nueva era. — Ghost extendió sus brazos sombríos en un gesto de dominio, como si pudiera moldear la realidad misma con su presencia.
— La Ciudad de las Lágrimas yace en ruinas, los Páramos Fúngicos susurran el eco de su antigua grandeza y los Jardines de la Reina se retuercen en la agonía de la transformación. — La voz de Ghost resonó en los recovecos de los jardines, cada palabra cargada con la promesa de cambio y renovación.
— Os he otorgado el don de la evolución, pero no perdáis de vista vuestro propósito. Debéis ser más que meros testigos de la decadencia, debéis ser los arquitectos de la resurrección de Hallownest. — El vacío pareció palpitar en concierto con las palabras de Ghost, una fuerza oscura que resonaba en la esencia de las mantis renegadas.
— Como mis seguidores, como aquellos en quienes he insuflado el poder del vacío, tenéis la responsabilidad de restaurar la grandeza de este reino caído. — Ghost caminó entre las filas de las mantis renegadas, su presencia eclipsando la luna débil que se filtraba a través de las ramas retorcidas.
ESTÁS LEYENDO
Penumbras del Vacío
FanfictionHallownest Aquel al qué llamaron el reino eterno Aquel que vio nacer y morir seres casi divinos Aquel que fue asolado por una plaga al que llamaron infección  Aquel que vio la desdichada caída del Rey Pálido Aquel que vio el renacimiento acosta de...