Capitulo XIX "Individuo"

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Cassian se encontraba en los Jardines de la Reina, contemplando el reflejo de su figura en el lago ácido que descansaba en el corazón del jardín. Las hojas verdes y exuberantes que una vez simbolizaban la vida y la vitalidad ahora parecían sombras de lo que fueron. Él mismo se veía diferente, su cuerpo había cambiado, alargado y oscurecido, sus ojos desprovistos de cualquier luz que una vez pudiera haber albergado.

—¿Qué me está pasando? —murmuró para sí mismo, sintiendo una oleada de desesperación atravesar su pecho.

Las palabras de Ghost resonaban en su mente, promesas de poder y ascenso, de una grandeza que superaría todo lo conocido. Pero con cada transformación, con cada incremento en su habilidad, Cassian sentía que una parte de él se desvanecía, dejándolo más cerca de ser una mera herramienta, una extensión de la voluntad de Ghost.

—He ganado tanto, pero... ¿a qué precio? —se preguntó, recordando las intensas sesiones de entrenamiento, la brutal metamorfosis que había sufrido, el dolor y el sacrificio. Su capacidad para manipular la energía del vacío era impresionante, sí, pero en noches solitarias como esta, se preguntaba si ese poder realmente le pertenecía.

—Cada día me siento menos yo, y más... una parte de algo mayor —reflexionó, sintiendo un escalofrío recorrer su columna.

Los recuerdos de la metamorfosis se mezclaban con la realidad presente. Cassian recordaba las palabras de Ghost, su promesa de guía y transformación. Pero lo que más le inquietaba era la facilidad con la que había comenzado a perder su sentido de sí mismo. ¿Era esto lo que todos sus hermanos sentían? ¿O era él, Cassian, quien sufría esta dualidad con mayor intensidad?

—¿Es este realmente el camino que debo seguir? —se preguntó, apretando los puños con fuerza.

A lo lejos, las otras mantis renegadas entrenaban sin cesar, su devoción ciega hacia Ghost evidente en cada movimiento sincronizado. Cassian sintió una punzada de envidia por su certeza, pero también una profunda tristeza por su aparente falta de cuestionamiento.

Cassian seguía absorto en sus pensamientos cuando una presencia detrás de él lo hizo girar rápidamente. Ghost estaba ahí, su figura etérea emergiendo de las sombras con una quietud perturbadora.

—¿Cuándo llegaste aquí? —preguntó Cassian, con un nerviosismo evidente en su voz.

Ghost esbozó una sonrisa sutil, una que no alcanzaba sus ojos vacíos.

—He estado aquí, observando —respondió con suavidad—. El individuo es débil, Cassian. Aunque viva en sociedad, con sus propios deseos, sus propias intenciones, su propia vida... siempre existe la posibilidad de que algo no le convenga y decida pelear contra esa sociedad, no contribuir a ella.

Cassian frunció el ceño, intentando procesar las palabras de Ghost. La presencia del vacío en el aire se hacía más palpable, como si Ghost pudiera manipular la atmósfera misma con su voluntad.

—Pero si ese individuo sacrifica su individualidad a cambio de una misma mente —continuó Ghost, su voz adquiriendo un tono más profundo—, la coordinación y las capacidades de ese grupo superarán con creces a las del individuo. Imagina un ejército que actúa como uno solo, sin dudas, sin miedo, sin conflicto interno. Una fuerza imparable.

Cassian sintió un escalofrío. La perspectiva que Ghost presentaba era seductora en su lógica implacable, pero no podía evitar sentirse inquieto por lo que significaba para él y sus compañeros.

—¿Y qué pasa con nosotros, Ghost? —preguntó Cassian, intentando mantener su voz firme—. ¿Nos convertimos en herramientas, en meras extensiones de tu voluntad?

Penumbras del VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora