Extra: Mi última carta

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31/12/2023
11:59pm
En alguna parte de mundo

De: Mi
Para: Mi pesado favorito

Estas páginas que te he dedicado se ven desgastadas, con la tinta ligeramente borrada y las marcas de lágrimas en sus esquinas, fruto a las incontables veces que las releí, reí y lloré con ellas. Sin lugar a dudas, esta fue y será una de las mejores historias de mi vida.

Aún recuerdo la noche que llegaste a mi vida, tú sin avisar y yo sin sospecharlo; desde ese entonces me gusta pensar que también existen los accidentes bonitos. Después de algunas derrotas y ciertas victorias en cuanto a relaciones amorosas, me hiciste llegar a la conclusión, de que las imperfecciones de una persona, en el lugar correcto, pueden ser grandes virtudes y que quizás la magia no está en la luna, las estrellas o los atardeceres, sino en quien piensas mientras los ves.

De qué sirven los arrepentimientos si ya no estas conmigo. De qué sirve pensar en lo que no fue si yo misma permití que te marcharas. De qué sirve llorar sino estás aquí para consolarme. Que tontos somos a veces, quisiera gritar al viento lo mucho que te sigo amando pero de qué sirve, cuantas veces estuviste a mi lado y nunca te lo dije. De qué sirve escribir esto, de qué sirve abrir el corazón si hace tiempo te fuiste y me quedé con todo esto dentro.

Esto que siento es igual a cuando muere alguien cercano, ahora entiendo por qué se dice: "espero que pronto encuentre resignación ". Me siento como en un funeral, y en el féretro descansa mi corazón acribillado de mentiras. Aquí sigo, tratando de sanar poco a poco, uniendo los pedazos de mi alma para volver a estar bien, recogiendo mis partes rotas y evitando tocar las suturas que están sobre mis heridas.

Ambos tenemos heridas que no sanarán, otras que podrán curarse con el tiempo, y algunas de esas que duelen más: las invisibles. Las que no se ven pero se sienten, las que te roban el oxígeno, los sueños, las ganas, las que te van quitando el color hasta que solo eres una fotografía en blanco y negro de un momento dulce. Es duro, pero tiene que ser así.

Tenemos que aprender a vivir con las cicatrices del alma, porque son esas las que duran toda la vida y con ellas se vive para siempre. Dicen que nunca se olvida completamente lo que un día se amo, simplemente uno aprende a vivir con el corazón marchito.

No fue culpa de nadie, pero eso nunca lo admitimos. No estuvo mal querernos, pero eso no lo vimos. No debimos alejarnos, pero jamás lo previnimos.

Qué puedo decirte a estas alturas...
Desde aquí la lluvia sigue inundándolo todo, pero ya no me recuerda a tus manos. Y la luna y las nubes, ellas siguen hablándome de cómo fue pasar el tiempo contigo. Luego me enamoré de la tristeza de no volver a verte, me enamoré del masoquismo de recordar tu rostro, del aura salvaje de tus miradas y de la ternura de tus manos. Me enamoré de tu sombra, de los caminos que recorrías; me enamoré de tus pasos invisibles, de tus besos. Me enamoré de la calma y la tormenta de tu boca, de aquella despedida invisible y mortuoria de la que aprenderemos a recuperarnos.

Fuiste un gran amor. Nos ví arriba, triunfando, dandolo todo. ¡Igual no importa! Pasará.

Y sí, triunfamos, pero ya no juntos. Cada uno por su camino, con quien sea que la vida nos ponga más adelante, y al mirar por el retrovisor y recordarnos vamos a sonreír, vendrá a nuestra memoria cómo creíamos que después de soltarnos se nos acabaría la vida. Nuestro copiloto va a regalarnos una sonrisa, y entenderemos que, no siempre el amor de nuestra vida, se llama así porque ha de quedarse en ella. Así que pasará, yo lo sé. Y no va a importar más.

Noches en Saturno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora