Es fascinante como los recuerdos más maravilloso de nuestra vida son los que más dolor pueden llegar a provocarnos. Nos hacen sentir vacíos, incompletos, carentes de motivación y de vida, si aquello que una vez nos hizo volar alto se convierte en lo mismo que nos estrella contra el suelo.
Quizás la vida sean momentos. Solo eso. Momentos. Y a veces llegas o no llegas en el instante apropiado. A veces un segundo lo cambia todo. A veces el tiempo es determinante. A veces cuando tú quieres hablar la otra persona ya no esta dispuesta a escucharte, supongo que son cosas que pasan. Que en ocasiones deseamos algo, y unas semanas más tarde, apenas lo recordamos o ha perdido todo su valor.
La clave de todo es poner el corazón en las cosas que haces o dices. Si eres capaz, las cosas llegan solas, y sino, siempre estarás feliz por haberlo intentado. La ilusión se multiplica.
Parece fácil, pero no lo es tanto. Por desgracia, hay demasiadas personas que no pueden ponerlo porque no lo tienen. Tan triste como sierto. Las cosas más bonitas salen así, solas.
Y tú eres eso bonito que pasó por mi vida cuando menos lo esperaba. Tú fuiste capaz de venderle sueños a quien solo caminaba entre pesadillas, me demostraste que no existe grieta que no pueda ser cerrada y no solo hiciste que me enamorara de nuevo, sino que esta vez me enamoré del ocaso más hermoso de todos, el de color gris.
Entre los capítulos de la vida, escribimos una historia de amor que desafiaba convenciones y superaba todos los obstáculos. Nuestros corazones se entrelazaron en un vínculo inquebrantable, dejando una huella indeleble en cada página de nuestro destino compartido, demostrando que en los rincones más oscuros, el amor verdadero puede encontrar su camino hacia la luz.
Lamentablemente como dije en un principio de este libro nada es para siempre y nosotros no fuimos la excepción a la regla. Aún así, no pretendo curarme de nadie, ni negar lo que un día amé y fue la razón de mi felicidad. Eso sería perder una parte de mí, y no pienso andar por la vida en pedazos.
No pasó por mi mente que aquella mañana en que nos vimos sería la última.
Yo hiba con deseos de enseñarte cada uno de los sentimientos que llevaba dentro, el amor que durante los meses que habíamos conviviendo había crecido de una forma tan intensa.
Yo quería decirte que te amaba, que en serio lo hacía. Que sí, había cometido un par de errores antes al no confesarte lo que sentía, pero ese día estaba dispuesta a todo con tal de que permanecieras a mi lado...
Sin embargo, fue diferente. Terminamos por decirnos adiós, por dejar en el olvido los momentos que vivimos, nos despedimos.
Sin pensar en si volveríamos a vernos en un futuro, simplemente nos extraviamos con la pregunta de ¿Qué hubiera pasado si no nos hubieramos rendido tan fácilmente?
Nos ganó la desconfianza, el pasado y las dudas. Nos ganó el destino, y nos destruimos. Dejándome en soledad, guardando una última foto que mis ojos tomaron de tu sonrisa.
Me vas a olvidar, como olvidaste a ese primer amor en la secundaria por el que casi te cortabas las venas, probarás suerte en otros labios, rozarás tiernamente tu nariz con alguna otra, mirarás a otra con los ojos llenos de brillo y sonreirás, puedo jurarlo. Harás nuevas promesas, reirás a carcajadas, pintarán nuevos futuros, le contarás tus secretos, le hablarás de tu amor por el fútbol y colgarán planes a la espalda de esa chica.
Yo por mi parte conoceré a otro chico, probablemente como tú, de fuera de este planeta. Iremos a unas fiestas, a la playa, caminaremos por ahí sin rumbo alguno solo con la tonta excusa de seguir hablando, veremos unos cuantos atardeceres y contaremos las estrellas. También iremos a un par de lugares de los que visitaba contigo y luego lo llevaré con mis padres, intentando que esta vez sea la última.
Me vas a olvidar, como olvidaste aquel día en que aprendiste a andar en bicicleta a pesar de que dijiste que lo recordarías por siempre, y yo te voy a olvidar, después de insomnios y algunas pedas. Pero ojalá siempre, donde quiera que estemos, suenan esas canciones, nuestras canciones, y sin quererlo un pequeño suspiro se nos deslice.
Me hiciste entender que hay sonrisas que esconden verdades, que hay tardes cualesquiera que se convierten en recuerdos importantes, que los momentos determinantes ocurren cuando menos te lo esperas, que el encanto de la vida reside en ese algo impredecible. Fue bonito o por lo menos real, y eso ya es una victoria; lástima no ser suficiente. Pero estoy segura que siempre mirarás atrás cuando escuches mi nombre, que habrá una sonrisa entre el recuerdo y las promesas que dejamos en el aire.
Tal vez esté no sea nuestro momento...
Quizás volveremos a encontrarnos en un futuro, más maduros y más consientes de la vida, y tal vez ya listos para lo que hoy dejamos pendiente.
Fin.
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Noches en Saturno
Genç KurguComienzo a olvidar detalles, palabras y acontecimientos, que son reemplazados por información ficticia creada por mi propio cerebro mucho más dolorosa que la real. Mi intento por olvidarlo todo y pasar página se está volviendo en mi contra, arrastrá...