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Dedicado a: rosarubi_

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Una semana en París

"Ver fuegos artificiales al aire libre"

Leo ese punto en específico.

Nunca he visto unos fuegos artificiales, bueno, si los he visto pero o desde los hospitales o desde la ventana de mi habitación. Siempre he querido verlos desde algún sitio donde apreciar los colores y los sonidos a la perfección. Guardo la lista de mis propósitos en el libro de Alice Kellen y lo dejo sobre el tocador de la habitación. Salgo a la terraza, contemplando las vistas.

Hace dos días que estuve en el piso de Jack y hoy iba a hacer una semana desde que vine a París.

Una semana desde que me alejé de mi vida en Texas.

El sexto día apenas vi a Jack y, aunque no quiero que me afecte porque no debería sentirme así, muy en el fondo así era. Me entristeció cuando no lo vi esperándome en la puerta del Hostal o haciendo de guía y mostrándome lugares nuevos de esta maravilla de ciudad. Sin poder evitar la tentación, acabo buscándole en Instagram y para mi suerte, lo hago enseguida pues es el primer usuario que me sale y con la cuenta pública. Pulso en la última foto que sale publicada. Se trata de él con un pincel en la mano y otro en la boca pintando en un caballete y el dibujo, aunque no está terminado, debe ser una especie de lago o algo.

Definitivamente Jack hacía arte con sus manos.

Entro dentro de nuevo y cierro la puerta de la terraza. Camino hasta mi cama deslizando con el dedo por sus fotos antiguas. Luego, me entra la curiosidad y, abandonando aquella aplicación, entro en Google y tecleo su nombre. Abro los ojos al ver la foto de la que me habló la noche en su piso. Amplio la imagen: en ella se aprecia a Jack teniendo sexo con alguien contra un árbol y mostrando el dedo al fotógrafo que le haya pillado y como titular ponían lo siguiente: "Jack Caden, el hijo del multimillonario empresario Jhon Caden pillado en actitud intima", articulo sacado por nuestro periodista Michel Falcom.

Ahora entiendo mejor a Jack y su huida de Canadá. No debió ser nada fácil ver aquella foto (en la que se ve que no estas en condiciones) y luego a tus padres mirándote con desilusión en el rostro.

En ese momento, llaman a la puerta.

Levanto un poco la cabeza sin levantarme de la cama y con una ceja enarcada por la confusión, me termino de levantar la ver que siguen insistiendo. Me quedo de piedra cuando al abrir la puerta, me encuentro a Jack en esta. Apoyado de un brazo en el quicio de la puerta, sonríe como si tramara algo y, por los días que llevo aquí con él, sé que trama algo.

Mi voz sale casi en susurro:

—¿Qué haces aquí?

—Melocotón, ¿no me invitas a entrar? —dice con un tono divertido.

Asiento, pero antes de que entre, miro hacia la habitación comprobando que no haya rastro de la medicación por ningún lado. No quiero que lo vea. Cuando confirmo que es seguro que entre, le abro del todo la puerta incitando a hacerlo.

—¿cómo sabias el número de mi habitación? —pregunto mientras él analiza el lugar. Cuando baja la mirada a mí y enarca una ceja al ver el jersey que llevo.

—¿Es una jirafa?

Siento como las mejillas se me vuelven poco a poco a un tono rojo tomate. Normalmente me da igual que me vean con mis jerséis de puntos ridículos, porque los amo, pero con Jack mirándome ahora me sentía una niña con esta prenda. Sin embargo, me tranquilizo con su siguiente movimiento:

Todo París |PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora