012

26 1 0
                                    



Dedicado a: rosarubi_

🎂


—Para una flor preciosa, otra flor.

Suelto una carcajada cuando Jack suelta aquello poniéndome un ramito de lavandas delante de mi cara como hacia siempre. Llevaba semanas sin darme lavandas y además, ya había perdido la cuenta de las que llevaba.

Este entra en mi habitación del hotel sin permiso, como lleva haciendo desde que empezamos a salir, y se sienta al borde de la cama. Yo le imito después de guardar el ramo con los demás.

—¿Se puede saber a qué viene esta visita?

—Feliz cumpleaños, Melocotón —canturrea, feliz.

Si, hoy era tres de agosto, mi cumpleaños.

El primero de muchos que iba a pasar alejada de mi familia y más después de todo lo que me enteré de Dustin y de volver de Texas con un mal sabor de boca por si Charlotte volvía a comportarse extraña, aunque el día que nos acompañó a Jack y a mí al avión me prometió que sería la de siempre.

Jack rompe el silencio formado:

—Venga melocotón, la tarde nos espera.

—Tardaré un poco en vestirme —aclaro señalando que voy en pijama.

—Tú estás guapa con cualquier trapo.

Pongo los ojos en blanco y una vez he cogido la ropa que hoy he decido ponerme para lo que sea que tenga planeado, entro al cuarto de baño. Un vestido rosa floral con los hombros descubiertos es mi elección y nada más salir de este, Jack se me queda mirando. No aparta los ojos analizándome de arriba abajo. Me siento un tanto rara y los pensamientos intrusivos en mi cabeza diciéndome que no me queda bien la ropa, vuelven a joderme.

Mi voz sale en un leve susurro:

—¿Voy... bien?

—Creo que es imposible enamorarme todavía más de ti.


El Louvre por fuera es precioso.

No obstante, cuando entras, cuando aprecias sus obras de arte... Es mucho más.

Camino junto a Jack de la mano por la sala mientras observamos cada cuadro, a cada cual más impresionante, admirando la belleza que imparten entre ellos. También estatuas de mármol como La venus de Milo de Alejandro Antioquía; a mi madre le encantaría estar aquí; adora el arte y la pintura... Bueno, y la moda.

No soy de regalos materiales, pues siempre he dicho que en las cosas simples, pequeñas, está el verdadero tesoro.

Un paseo por la playa, una cita en el museo, tazas de cerámica creadas a mano...

Todo eso tenía mucho más valor para mí.

—¿Te gusta?

Asiento con la cabeza sin poder dejar de mirar las obras.

Era el mejor cumpleaños que estaba teniendo en casi toda mi vida. Jack no me suelta la mano cuando de repente me lleva hacia un grupo de personas mirando un cuadro, metiéndonos entre la multitud cuando veo que se trata de la Gioconda de Leonardo DaVinci. Era mucho más pequeña de lo que he pensado siempre.

Jack me abraza por detrás observando juntos el cuadro.

Entonces siento un cosquilleo cuando me susurra un dato sobre aquella obra:

Todo París |PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora