015

13 0 0
                                    



Dedicatoria: rosarubi_

😔


No sé ni siquiera a donde voy.

Corro hasta que mis piernas no pueden más y miro a mi espalda esperando que Jack no me haya seguido. Los ojos los tengo aguados de lágrimas que me impiden ver bien por lo que busco calmarme antes de continuar y cojo aire inclinándome hacia delante.

"¡Es mi piso, no puedes prohibirme entrar en los sitios!"

Me llevo el antebrazo a los ojos y quito algunas lágrimas de golpe con este mientras aparto sus palabras sedientas de rabia. La noche anterior lo habíamos pasado realmente bien, cantando todas las canciones de Bruno Mars en Alemania como si fuera nuestra última vez allí, en la Tierra. No obstante, todo se lo ha cargado esta mañana. Pongo en marcha de nuevo mi camino, esta vez andando rápido, hasta llegar al sitio que acabo siendo nuestro favorito.

El muro donde conversamos mirando el atardecer la primera vez que me trajo.

El mismo donde le pregunte sobre la muerte.

Me siento con las piernas colgando y maldigo cuando miro la hora pues el amanecer hace nada que ya se había ido y solo quedaba ante mí el cielo azul despejado de nubes y el sol en lo alto. A mi mente vuelve la imagen de Jack con el bote de medicina y su cara de haber descubierto de lo que se podía tratar.

"¿Estas enf...?"

Su pregunta, o bueno, la casi pregunta que le corte me lo confirmó.

No puedo... No quiero tener que perder todo lo que habíamos vivido por culpa de una puta enfermedad que puede que no logre superar nunca. Y lo peor es que no quería cargar a Jack con esto también porque no podría perdonarme jamás que se pasara cuidándome como una muñequita de cristal como mi madre ha hecho todo este tiempo. Me limpio los mocos y las lágrimas con la manga de la sudadera para luego darme cuenta de que se trataba de una de las suyas.

Anoche, cuando ambos llegamos de Alemania acabamos muertos en la cama y no me dio tiempo a quitarme la prenda que me dio cuando hubo un momento que me dio frío en aquel país.

"Just the way you are", cantamos a pocos centímetros de nuestros rostros.

—Peach.

Me tenso al escuchar su voz y limpio cualquier rastro de haber llorado de mi cara. Había conseguido encontrarme aunque claramente él se sabía mejor la ciudad que yo y yo solo había conseguido acabar en uno de nuestros sitios. No me muevo. Tal vez así se dé cuenta que no quiero tener su presencia ahora mismo y se marche, me abandone como mi padre hizo en su día. O como todos hacen cuando descubren que estaba enferma.

Sin embargo, no lo hace.

Jack no parece marcharse y el olor a cítricos característico suyo en estos últimos meses, me lo confirma cuando se sienta a mi lado. Me aparto rápidamente cuando siento que me va a tocar y lo nota enseguida porque se retracta de su acción.

Ninguno de los dos sabe cómo empezar la conversación y es la primera vez en mucho tiempo desde que nos conocimos que nos encontramos rodeados por un silencio de lo más incómodo. Como si me leyera la mente, oigo que suspira dándome la razón.

Estamos un rato más en completo silencio hasta que él lo rompe:

—Peach no quiero estar así... No quiero sentirme incómodo con la única persona que ha sabido verme de verdad. Quiero seguir hablando contigo como estos días atrás antes de descubrir lo que sea que te pase. Quiero que confíes en mí y me lo cuentes, amore.

Todo París |PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora