PRÓLOGO

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    Los veía acercarse, a mi casa, a mi familia, allí están, los observo, vienen ciegos por la rabia, la maldad sobresale por cada poro de su piel, ya llegaron, se acabó. Atraviesan el portal mágico, ese símbolo de la paz de Ateliese, de la protección de mi nación y de mi pueblo, quería tomarlo como algo natural, peleas de parientes que le llaman, o la invasión de una nación a otra, pero esto era algo que no podía comparar con nada, eran monstruos, seres horribles, algo que ni en la peor pesadilla habría siquiera soñado que existía, pero esto no era un sueño, sino una realidad, la más terrible que haya experimentado nunca.

El sonido de los caballos arrastrando sus patas en el pavimento, el aleteo de las inmensas alas de los Pegasos, cadenas que arañaban el suelo, un sonido semejante al de un depredador cuando desgarra la piel de su presa, así como otro sin fin de ruidos aterradores que no tenía idea de donde provenían.

El miedo se había apoderado del lugar, nosotros éramos simples humanos, y ellos, ellos eran demonios. Un sudor frío recorría mi cuerpo, mi corazón latía sin control, no estaba seguro de poder con algo así, a pesar de lo oscuro del panorama no estábamos solos, mi padre y yo contábamos con nuestro ejército, nuestros valientes soldados, estos desenvainaban sus espadas, se preparaban para la batalla, no se rendían.

De pronto, el ser más horrible que haya visto antes descendió de una bestia parecida a un búfalo, sin mediar palabra con guadaña en mano se fue de lleno al cuerpo de mis hombres, fui testigo de cómo los destrozaba, como les arrancaba la cabeza y extremidades, era una carnicería aterradora y los muertos eran míos, era mi gente.

—¡Basta maldito! —gritó mi padre desesperado, mientras que el demonio atravesaba el cuerpo del General del ejército y su mejor amigo. En se momento mi padre tomó su espada, esa que había usado en muchas batallas, esta vez la utilizaría para hacerle frente al terrible monstruo, el demonio retrocedió no sin que antes mi padre le atravesara uno de sus brazos con su hierro. Esto provocó que del ser infernal saliera un grito de rabia y dolor de sus tres cabezas.

—Nooooo. Lo pagarás insignificante humano —pronunció, mientras mi padre intentaba atacarlo de nuevo, este de sus manos produjo una bola de fuego que impactó al pecho de ese hombre honesto, valiente y maravilloso que fue mi papá, el golpe lo hizo caer contra una de las paredes del gran salón la cual atravesó con su cuerpo. Allí yacía él y antes que pudiera hacer nada, vi cómo le arrancaban la vida, a él, al hombre que me había dado la mía.

Mi grito de dolor retumbo en todos lados: —¡Padre no! —sollozaba sin control, aunque mi decaimiento se vio obligado a responder con furia, ya que el demonio se iba de frente a mi humanidad.

—No dejaré que te acerques a ellos—le dije, al tiempo que tomaba la espada de mi padre, me preparaba para luchar.

Al levantar mi arma hacia el cuerpo de la criatura, la encontré a ella, al amor de mi vida.

—Déjalo ir, te lo ruego. Te cambio su vida por la mía—le suplicaba entre lágrimas. No puede ser lo que escuchaba, ella cambia su vida por la mía, pero ¿para qué querría la vida, si no la tendría a ella?

—Mi amor no—solo alcancé a pronunciar, ya que lo que sucedía me sobrepasaba. Observé casi de inmediato como la ataba con una cuerda y la subía al búfalo gigante, sin decir nada más, la vi marcharse, no sin que antes la oyera musitar.

—Te amo mi vida, siempre lo haré—me confesaba, mientras la apartaban de mi lado, de mis brazos y a mí, me arrancaban el alma.

— Abraheliaaaaaaaaaaaaaa—grité con todas mis fuerzas, eran de esos aullidos que hacen los animales heridos, acorralados de muerte, así estaba yo, perdía a la mujer que amaba, se iba, y con ella, se iba mi vida.

Sobre Ateliese

Ateliese es un país muy hermoso, se encuentra situado muy cerca del Polo Sur, una de sus entradas más comunes es a través del Océano Antártico, un lugar bastante frío, a pesar de esto Ateliese cuenta con la reserva de carbón más grande del planeta, lo que hace que el frío sea manejado correctamente.

Es un lugar alejado y oculto, solo las elites conocen de su existencia, no solo por la gran reserva de carbón y otros minerales que rodea su suelo, sino que este está protegido por un portal mágico que hace imposible encontrarlo, por ello no aparece en ningún mapa o registro geográfico.

En cuanto a su conformación, se ubica un gran palacio en el que se encuentra los reyes del país, sí, el ejecutivo es dirigido por el Rey Alejandro y la reina Alondra, tiene un hijo y único heredero, el príncipe Andrés. También, cuenta con un poder legislativo, un consejo de ministros y solados a la orden del rey. Hay un chamán encargado de proteger el portal mágico que resguarda a la nación.

En los alrededores se ubica un pueblo hermoso, donde puede verse a los atelienses, personas sencillas, trabajadoras, nobles y fieles a sus reyes. Una pradera hermosa conformadas por un bosque extenso, un río caudaloso, acantilados inmensos y grandes extensiones de tierra, ideal para trabajar la agricultura y la ganadería del país, de hecho, es muy rico en la explotación de cabezas de ganado y la producción de arroz.

En cuanto a la religión, son cien por ciento católicos, su mayor orgullo es el colegio para señoritas La Sagrada Concepción, un lugar de aprendizaje, cultura y religión, todas las familias elites del mundo quieren que sus hijas sean formadas en esta institución, solo hay un inconveniente, no se entra a Ateliese sin una carta de invitación.

Todo parece sencillo y hermoso, pero este país guarda un gran secreto, uno envuelto por la aparición de seres sobrenaturales que han hecho presencia desde hace mucho tiempo, algo que los propios lugareños desconocen. 

CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO                  AIDA O ATALANTA 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora