CAPÍTULO IX DÍA DEL CUMPLEAÑOS (Parte 3)

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Ateliese

Para mi Querida Hija

Hija si estás leyendo esta carta es porque estás cumpliendo dieciocho años, a tres meses de tu nacimiento me atrevo a escribirte toda la verdad referente a tu origen, supongo que son miles las preguntas que tienes, y espero responderlas todas.

Mi nombre es Abrahelia, princesa del infierno, hija del rey Bael jefe absoluto de las sesenta y seis legiones o batallones de demonios que existen en el universo, en esta fecha tengo más de tres mil años, soy la gobernadora de la legión de la lujuria, una de las siete regiones que dividen al infierno, soy el demonio del pecado, del desenfreno y las más bajas pasiones del mundo.

Durante cientos de años me he dedicado a robar el alma, la voluntad, así como las riquezas de diferentes lugares, mi función es acercarme a los príncipes, reyes y líderes del mundo, envolverlos con mi belleza, sumergirlos en una gran pasión, enloquecerlos hasta hacerlo que pierdan la cabeza por mi causa, cuando son míos por completo, cambio mi cuerpo por sus almas, por riquezas, y les entregó la pasión más grande que pudiese existir, hago que pierdan la razón, la voluntad, hasta que se consuman, llegando finalmente a sus muertes físicas y espiritual.

Me dedico a esto porque esa es mi misión, soy la hija del rey del infierno, además de ser hija de una súcubo, y no cualquiera sino la reina de los súcubos e íncubos, demonios y demonizas de la lujuria, ella era la diosa de los deseos carnales, de los bajos instintos que mueven al hombre, nosotros nos alimentamos de la maldad, el odio, el pecado, los excesos, esta es nuestra razón de ser, lo que llena de fuerza a nuestro reino.

Mi Aida, ese es tu nombre humano, en casa de tu padre, mientras que en mi mundo eres Atalanta nombre demoniaco, que significa revelación contra el patriarcado, y de cierta forma, eso fue tu nacimiento para mí, una revelación, la más importante de todas; tal vez no entiendas esto, y creerás que es horrible, pero esto es lo que soy, por ello es lo único que podía hacer.

Por otra parte, como hija del rey y su sucesora, yo no podía fallar, ni equivocarme, de mis acciones dependía el equilibrio de mi reino, de todas las legiones del mal, es lo que debía hacer.

Cuando llegué con tu padre él era aún un príncipe muy joven e ingenuo, mi misión era hacer lo mismo que con los demás, enamorarlo, enloquecerlo, apoderarme de su voluntad, ofrecerle mi amor y mi pasión a cambio de su vida, de su reino, ya que este cuenta con una gran riqueza como lo es su carbón, un recurso ansiado para nosotros porque mantiene al infierno a una temperatura ideal. Además, si lo poseemos todo podríamos cambiarlo por el alma y voluntad de las personas. Ateliese también contaba con la riqueza más ansiada, la pureza de su pueblo, y sobre todo de la familia real, esta nación era dirigida por un rey y una reina pura, eran personas buenas, nobles, cariñosas, con un príncipe bondadoso, gentil era todo un banquete para fortalecer a nuestro reino, por ello tenía que actuar pronto.

Eso exactamente fue lo que hice, aparecí en el Ateliese de manera inesperada, pero al verlo a los ojos mis planes cambiaron por completo, en mis años de robar almas y destruir seres humanos, jamás observé mirada más hermosa y pura, él me mostró toda la bondad a su plenitud.

Cada tarde nos encontrábamos en el riachuelo, yo le afirmé venir de un lugar muy lejano, que no contaba con familiares, ni una dote, esto no pareció importarle a tu padre.

Una tarde me tomó de la mano luego dijo que me amaba que nunca antes había visto semejante belleza y libertad, que le encantaría tomarme en sus brazos y pasar el resto de su vida a mi lado. Lo que sucedía conmigo no era correcto, yo no soy humana, eso de enamorarse no me estaba permitido, pero cada vez que estaba en sus brazos me alejaba más de mi misión, sabía que eso sería terrible, ya que afectaría a mi reino, mi existencia y a mi padre, nada fue más fuerte que el amor de Andrés.

CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO                  AIDA O ATALANTA 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora