A la mañana siguiente mientras realizaban un paseo él se mostró pensativo y distante, Aida trataba de tomar su mano, él no lo permitía, en más de una oportunidad le alejó los labios, ella se sentía confundida, intentó preguntarle el porqué de su actuar, pero no obtuve respuesta, sólo logró ser esquivada, mientras él se alejaba rumbo a un árbol de manzana. Estaba desorientada, esta actuación la desencajaba, cómo había cambiado en tan tampoco tiempo, dispuesta a encontrar respuesta avanzó hacia él.
—Dime ¿qué ocurre?
—Nada.
—Me vas a decir que de pronto no quieres estar conmigo.
—Yo no he dicho eso.
—Pero lo demuestras, me evades, me rechazas— hablaba mientras las lágrimas comenzaban
brotar.
—Está bien, voy a decirte lo que ocurre.
Al contarle lo que ocurría el miedo se apoderó de su alma, no quería perderlo, y no podía permitir que le pasase nada malo, una vez más la felicidad pendía de un hilo, Aida no se imaginaba empezar sin él a su lado, ahora que lo había tenido, que fue suyo no podría renunciar a no tenerlo, el dolor la quebraba, el llanto la invadía, desesperada se arrojó en sus brazos rogándole que no la dejará, que no le arrancase la vida.
Sebastián al sentir el cuerpo de la mujer que amaba, otra vez cerca y a vez tan vulnerable también se derrumbó, de verdad la adoraba y no quería perderla, sin pensarlo la besó, sentirla tan suya le mostraba que sería imposible escapar de ese sentimiento, y antes que se diera cuenta nuevamente estaba despojándola del vestido blanco que llevaba, dejaba su cuerpo libre a la naturaleza, ella hizo lo propio, muy despacio le quitó la camisa y se sentó sobre sus piernas, desabrochó su pantalón y lo desvistió por completo. Lo arrojó a su lado en la hierba, al tenerlo tumbado desnudo se volvió sobre él, besaba su pecho y recorría cada centímetro de ese cuerpo esbelto y único. Él acariciaba su espada, se aferraba a su cabello, de pronto comenzó a besar sus pechos desnudos, ella sabía que la amaba y que era la mujer de su vida, saberlo muerto de deseo encendía más su propio éxtasis.
Con cuidado la ayudó a colocarse sobre su sexo excitado, haciendo que se hundiera en ella, con mucha fuerza hasta llegar al final, con pequeños movimientos direccionaba su placer, y el Aida, sus caderas iban de derecha a izquierda, Sebastián la ayuda tomándola de las caderas mientras la movía de arriba hacia abajo, eso era completamente delicioso, ambos se estremecían.
Con los ojos cerrados producía sonidos ahogados de pasión, él gritaba que la deseaba y que era suya, mientras Aida seguía dirigiendo la entrega, este se aferraba a sus pechos amasándolos con gran suavidad y dureza al mismo tiempo.
Sebastián se incorpora rápidamente y la coloca debajo de su cuerpo, mientras recorría sus pezones con la punta de su lengua, desesperada le gritaba que lo amaba y que él también era sólo suyo, el éxtasis era evidente, con sus rodillas lo empuja a su entrepierna, al tiempo que él se adentra en su sexo, hasta hundirse hasta el fondo, un gemido ahogado salía de la garganta de Aida, mientras que Sebastián terminaba de ofrecerle las últimas embestidas, hasta terminar con palpitaciones desesperadas en su interior, le susurraba que la amaba, una vez más sucumbían a la pasión desenfrenada, de nuevo el amor los hizo esclavos.
Entre besos, caricias y palabras de amor se encontraban desnudos teniendo como único abrigo la sombra del árbol de manzana, y como testigo a la naturaleza en pleno, se amaban y nada ni nadie acabarían eso.
Estado juntos abrazados en la hierba con sus cuerpos entrelazados y expuestos al mundo, el temor la golpea tan fuerte como una tormenta, a lo que solo puede reaccionar preguntando —¿Qué haremos? — Él le responde que no sabe qué pasara, lo único que podía jurarle es que no la dejaría sin importar lo que sucediese, que solo la muerte lo alejaría de su lado.
Transcurren los tres días otorgado por el arcángel para que Sebastián se separara de Aida, esos días fueron hermosos, no paraban de besarse, abrazarse, de hacer el amor, y jurarse permanecer juntos por siempre.
Después de una semana era momento de regresar al palacio, este la convenció que se adelantara con Shelman mientras que él se quedaría arreglando la cabaña, prometió que en la tarde la alcanzaría, Aida aceptó, ya que no podía negarle nada, se subió en Amanecer rumbo al palacio; cuando ya no la ve en el camino se dirige detrás de los árboles donde siempre se encontraba con Asael, allí deja ver todas sus características de ángel, su cabello más azul que de costumbre, sus alas en plenitud, y su ropaje blanco, este aparece exigiendo una respuesta, aunque conoce todo lo ocurrido entre ellos.
—¿Qué decidiste?
—Que la amo y no me apartaré de ella, no importa que ocurra conmigo.
Antes que este diga algo Sebastián se trasporta hasta lo alto de una colina intentando huir del jefe, siendo esto en vano porque Asael lo persigue sin dudar, ya frente a frente le afirma que no hay salida, y que sí ya decidió su castigo debe cumplirse.
Aida que aún se encontraba cerca regresó a buscarlo porque tenía un presentimiento que la ahogaba, al pasar frente a la colina visualizó a su amor en todo su esplendor de ángel, y al otro ángel de avanzada edad, los observó fijamente esperando lo que pudiese suceder.
Por su parte, en lo más alto estos se miraban con expresiones distintas una de miedo y desafiante, mientras que el otro con profunda decepción.
—¿Qué harás conmigo?
—Sabes que este tipo de acto significa el destierro del cielo, por tanto, irías directo al infierno.
—Haz lo que debas hacer.
—Aunque es mi deber no puedo hacerte algo así, te quiero mucho. Por ello he decidido que a partir de hoy seas humano, y así puedas vivir tu amor con esa joven.
Una fuerza invisible producida por Asael lo levanta en el aire, y una especie de huracán lo envolvió cambiándole la ropa de blanco a colores, su cabello dejó de verse azul, ahora era nuevamente rubio como el de cualquier persona, de pronto un rayo potente es dirigido a este arrancándole las alas por completo, Aida miraba todo con asombro y temor desde donde estaba escondida.
Al perder sus alas ya nada lo sostenían en el aire por tanto se precipitó desde la colina hacia al suelo, al observar esto, la princesa casi muere de angustia, por lo que una fuerza inesperada y muy poderosa la elevó por el aire haciéndola llegan hacía donde este estaba, logró atraparlo y ponerlo seguro en el suelo, en la cima ya no había nadie, el otro ángel se había marchado, la angustia y desesperación no le permitía darse cuenta que unas alas enorme negras con hermosos bordes dorados brotaban de su espalda y por tanto podía volar.
Sebastián perdió el conocimiento por un momento, por ello tampoco notó sus alas, cuando volvió en sí, ya las alas de Aida no estaban, ella lo acercó a su pecho y lo besó, muy preocupada le pregunta qué ocurría, él le contó que ese era el jefe de los ángeles, estaba muy molesto por lo ocurrido, le exigió que se alejara.
—¿Qué sucedió entonces?
—Como no acepté, me quitó cada poder ahora soy un humano común.
—No puede ser mi amor, ¿Cómo te sientes?
—Muy triste, pero libre para amarte, lo único que me asusta es que ya no puedo cuidarte.
—Tú me proteges cuando estás a mi lado, no te imaginas lo que significa que abandonaras todo por mí.
—Te amo más que a mi propia existencia—le dijo, y ella lo besó.
Esta muestra de amor significaba todo para Aida, entendía lo que es entregarse verdaderamente a alguien, él le había demostrado que cuando se quiere con tal intensidad se es capaz de hacer cualquier cosa, hasta lo impensable, y yo estaba segura que por él también haría lo imaginable, ambos subieron al caballo y regresaron de nuevo a la cabaña, después de lo ocurrido sólo querían estar juntos para amarse.
Otra vez a solas en esa casa testigo del más grande amor, se entregaban una y otra vez, jamás nadie amó así en el mundo, con un afecto que es capaz de darlo todo por el otro, no se separarían, eso estaba claro, solo la muerte acabaría con esa sensación de estar entregados al amor verdadero amor.
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CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO AIDA O ATALANTA 1
FantasíaSINOPSIS ¿Es el amor suficiente para vencerlo todo? Algunos dirían que sí, pero si el obstáculo es el cielo y el infierno ¿Con amarse bastará? Esta es la historia de Aida Hamilton, una joven y hermosa princesa de un reino mágico llamado Atelie...